Eleonora ha forjada una carrera llena de éxitos. Actualmente reside en España. Foto EDH David Martínez
Tras casi 25 años de aquel inolvidable momento en Miss Universo, y después de cosechar un sinfín de logros en el ámbito profesional en Europa, Eleonora abrió las puertas de su casa en El Salvador, durante la visita más reciente que hizo al país, para hablar largo y tendido sobre algunos aspectos de su vida y su actual profesión.
¿Cada cuánto tiempo vienes a El Salvador?
Mínimo una vez al año. En los últimos siete años vengo dos veces al año. Navidad y fin de año los paso con mis padres. Cada vez que viajo a Estados Unidos o países latinoamericanos por cuestiones de trabajo aprovecho venir a El Salvador para visitar a mis papás.
¿Qué sientes cada vez que regresas a la casa donde creciste y viviste tu niñez y adolescencia?
Este es el único lugar del mundo donde recargo mis baterías y descanso. Aquí encuentro mucha paz; en ningún otro sitio del mundo la tengo. Amo esta casa.
¿Cómo llegaste a participar en Miss Universo?
Me eligieron Miss El Salvador en enero de 1994. A partir de ahí surgió un problema, ya que cumplía 18 años hasta en mayo, pocos días antes de la final de Miss Universo de ese año. La organización estadounidense no me dejó ser candidata, ya que es muy estricta con las edades de las participantes. Entonces, lo que se hizo fue seleccionar a otra señorita para que representara a El Salvador en el Miss Universo del 94. El siguiente año ya pude participar. Mantuve la corona de Miss El Salvador un poco más de un año.
¿Qué sentiste cuando te llamaron para ser parte de las diez semifinalistas?
Ha sido el momento más emocionante que he tenido en mi vida. Recuerdo que quedaban solo dos puestos para completar el cuadro de las diez semifinalistas y aún no habían nombrado a Miss Estados Unidos, la cual todo el mundo sabía que, por regla, tenía que clasificar. Entonces dije: “si la próxima en llamar no es Miss Estados Unidos ni yo, entonces estoy fuera”. Y justo en ese momento dijeron “Miss El Salvador”. Casi me muero. Nunca antes había pasado un momento como ese.
Días previos a la gala final de Miss Universo, ¿sospechabas que clasificarías?
Recuerdo que un día antes del evento final, estaba en mi cuarto con Miss Italia y me llegó a buscar mi chaperona y me preguntó: “¿qué te parece si, en el caso de que tú quedaras de finalista, te preguntaran sobre qué piensa tu madre de que su hija esté participando en un concurso de belleza”. Yo dije “sí, me encantaría contestar eso”. Luego me preguntó si estaba dispuesta a leerle la mano al conductor, ya que yo había dicho que podía hacerlo. Dije: “claro que sí, lo puedo hacer”. Cuando la chaperona se fue de la habitación, Miss Italia me abrazó y me dijo: “Eleonora, ¡has clasificado! ¡Está claro! A mí no me preguntó nada”. Ahí tenía la mínima sospecha de que había clasificado, pero no me quería ilusionar.
En el show le leíste las manos al presentador, ¿sabías mucho de quiromancia?
Sabía un poco nada más; solo leía la mano como un juego. Esa era una tradición de unas tías abuelas italianas. Mi madre me había explicado un poquito sobre eso. En Miss Universo, a modo de juego, le leí la mano a una chica, luego llegaron otras candidatas y fue así cómo surgió el rumor de que yo podía hacerlo. Fue muy gracioso.
Al día siguiente del concurso, al salir del hotel, tenía una multitud de personas de Namibia, quienes, desesperadas, me pedían que les leyera la mano. Tuve que salir corriendo a esconderme a mi cuarto.
Momento inolvidable en el que Eleonora le leyó las manos al presentador Bob Goe. Fotocaptura YouTube
¿Cómo fue tu preparación previa a Miss Universo?
Fue muy casero todo. Pude haber tenido más ayuda. Eso fue algo que lamenté. En ese sentido envidiaba a Miss Italia, que llegó al concurso sin que ella gastara nada. Su país le había dado todo, incluyendo ropa muy bonita de diseñadores de su país.
Yo hice lo que pude con ayuda de mis padres; el vestido de noche me lo compró mi mamá en la boutique más bonita de El Salvador de aquella época. Ahí compré todos los vestidos. También llevé un poco de la ropa que había comprado en Italia.
Un querido amigo me ayudó con el traje típico , el cual ya lo había utilizado su hermana. Otra persona me ayudó con la parte de arriba del vestuario.
Me fui a Namibia solo con dos maletas. En ellas llevaba absolutamente todo, incluyendo el traje típico. Esto me hizo ganar muchos puntos con la organización internacional, ya que la Miss Universo es una mujer que viaja por el mundo y no puede llevar tanto equipaje (…) A pesar de las pocas maletas, siempre estuve impecable. El concurso duró un mes. No sé cómo lo hice.
Existe el rumor de que El Salvador tuvo que pagar una fuerte cantidad de dinero a la Organización Miss Universo para que tú y Milena Mayorga clasificaran en Miss Universo. ¿Es cierto esto?
(Risas) Creo que ninguna de las dos tenía esa cantidad. Con ese dinero que dicen que se pagó ya me habría ido mejor a Harvard.
Los organizadores en aquella época le daban a la Miss El Salvador una cantidad smbólica de dinero. No tenían el presupuesto. Pero eso sí, pagaban todo el viaje para ir al concurso. Pero uno tenía que pagar su ropa, su maquillaje y sus accesorios. De hecho, eso limitaba muchísimo; no cualquier mujer de El Salvador podía acceder a esos concursos.
¿Dinero para pagar a Miss Universo? Me da tanta risa. Es totalmente falso.
¿Es cierto que en Miss Universo hay envidias y mucha rivalidad entre las candidatas?
Me fijé que entre las latinoamericanas sí había cierta tendencia a eso. De hecho, recuerdo que en Miss Universo, como a la semana de que estábamos ahí, se nos convocó a todas las latinoamericanas a una reunión. Una señora americana, de esas muy estrictas, nos encerró y nos regañó por media hora. Nos convocó para regañarnos. No sé de qué se había enterado ella. Dijo que “era el colmo”, “que las latinoamericanas siempre hacían lo mismo”, “que siempre estaban hablando mal de las compañeras, criticándolas y portándose mal” … Yo no había hecho nada, pero el regaño fue en general.
La salvadoreña junto a otras candidatas de Miss Universo, realizado en Namibia. Foto Instagram @expedientemiss
¿Qué significó para ti haber clasificado entre las diez semifinalistas?
Inmediatamente dije: “¡cumplí!” Sabía que antes de partir a Miss Universo había mucha gente que confiaba y tenía muchas esperanzas puestas en mí. Eso era muy importante, porque me gusta cumplir y no decepcionar a alguien que cree en mí. Fue una felicidad pensar “no los he decepcionado, han creído en mí y lo he podido hacer”. Por otro lado, significó haberle dado mucha felicidad no solo a El Salvador sino a toda Centroamérica.
Hoy en día, lo que he notado y me asombra, es que a pesar de que he desarrollado una carrera profesional de gran éxito en el sector legal, aún se me asocia con el hecho de que fui Miss El Salvador y que participé y clasifiqué en Miss Universo. Siento que esa experiencia es algo que me ha aportado mucho.
¿Qué pasó después de participar en Miss Universo?
Me quedé un par de meses en El Salvador. Luego me fui a Italia a estudiar derecho. Aunque había viajado muchas veces ahí, esa vez fue un shock para mí. Fue difícil pasar de los concursos de belleza a la universidad, debido al frío del norte de Italia.
Al llegar tuve mucha suerte, ya que Miss Italia, que fue mi compañera de cuarto en Miss Universo y de quien me hice amiga, me recomendó con la mejor agencia de modas de Turín.
Me llamaron y comencé a trabajar como modelo con esa y otras agencias. Me seleccionaban para catálogos, servicios fotográficos, publicidad, para eventos… Modelé para pasarelas, pero fue menos, porque no soy tan alta para los estándares de Europa; había modelos mucho más altas que yo.
Después trabajé con productoras y luego como presentadora de programas de televisión. Fue ahí donde dije: “debo tomar una decisión”, ya que me estaba atrasando con mis estudios. La televisión sí me gustaba, pero no la miraba como mi trabajo, no quería dedicarme solo a eso. Además, el mundo de la televisión en Italia es complicado, lamentablemente no es muy limpio. Yo estaba en un nivel de canales de televisión menos importantes, no en el canal nacional ni en los más grandes. Llegar hasta ellos era muy difícil y yo, realmente, no tenía ninguna gana de meterme en ese tipo de vida. Hasta donde lo hice fue bonito, trabajé con gente maravillosa y con mucho respeto, fue una experiencia linda, pero no me iba a quedar haciendo solo eso. Prefería un trabajo profesional en el que me esforzara. Quería una carrera que no dependiera de mi aspecto físico, en la que no me preocupara porque me saliera una arruga o una mancha en la cara.
Luego me gradué con honores. Saqué mi Doctorado en Derecho, con especialización en Derecho Internacional. Escogí esa especialización porque me gustaba mucho el mundo de la diplomacia, pero, cuando fue el momento de comenzar a trabajar me desanimé ya que implicaba cambiar constantemente de país. Yo quería estabilidad y seguir viviendo en Italia.
Eleonora siempre conserva la belleza y la elegancia que siempre le han caracterizado. Foto EDH David Martínez
¿Y fue así como llegaste a tu actual trabajo?
A través de contactos supe que Jacobacci & Partners, el despacho especializado en propiedad intelectual más grande de Europa, buscaba una persona recién graduada, con altas notas y con buen nivel de inglés. Apliqué, me preseleccionaron, comencé el proceso de entrevistas y finalmente me contrataron en 2006. Yo no sabía nada sobre propiedad intelectual. Realmente acepté el trabajo porque mis amigos me decían: “¿Cómo has tenido la suerte de que te contrate Jacobacci?”.
Luego empecé un proceso para aprender sobre propiedad intelectual; tuve que sacar otro título, que es obligatorio en Italia, e hice un examen nacional en Roma el cual se exige para poder ejercer la profesión de la propiedad intelectual. Como si no bastara eso, estudié a distancia para homologar mi título de abogada italiana en España. Y es que, el título de derecho italiano no es válido en El Salvador, en cambio el título de España lo convalidan fácilmente. ¿Por qué lo hice? Porque no quería excluir la posibilidad de regresar a El Salvador y trabajar aquí o en algo relacionado con él. Para mí era importante tener un título que también fuera válido en mi país.
Después de todo este proceso, en 2010, el Grupo Jacobacci & Partners tuvo la idea de empezar a trabajar en sedes extranjeras; la más importante de ellas era la de España. La compañía necesitaba que alguien se hiciera cargo de esa sede y me lo pidieron a mí. Tenía a mi favor el idioma y mi título de abogacía española. Primero me hicieron ir solo por temporadas, para que realizara un proceso de armonización entre las formas de trabajar en Italia y España.
¿Es este último país donde actualmente resides y trabajas?
Me fui a Madrid y me encantó. Sentí que ahí estaba “más conectada” con El Salvador. La empresa entendió esto y surgió con ellos un plan de negocios el cual lancé y ha sido un éxito. He creado un latam desck, un equipo de desarrollo de negocios para Latinoamérica desde España. Actualmente estamos desarrollando el trabajo de propiedad intelectual a través de una red de contactos con toda América Latina, incluyendo El Salvador. Me encanta mi labor porque me hace viajar mucho a países latinoamericanos donde participo en congresos. Es ahí donde tengo contactos con las empresas y con los corresponsales que nos ayudan con el trabajo en cada país.
Estoy encargada del área latinoamericana de negocios del grupo. Hace tres años me ascendieron oficialmente como directora general de Jacobacci & Partners en España.
Empecé dirigiendo el departamento de marca, donde se ve todo lo que concierne a la protección de marcas, muchas de ellas muy reconocidas en el mundo de la alta moda , como Gucci, Hermès, Armani y Valentino.
Durante su más reciente visita a El Salvador, la exreina de belleza recordó su infancia y adolescencia. Foto EDH David Martínez
¿En qué consiste el trabajo con esas marcas?
Nosotros tenemos que protegerlas, presentamos procedimientos contra marcas de terceros que quieren imitarlas. También tomamos acciones contra las falsificaciones que se comercializan, les ayudamos a registrar las muevas marcas que lanzan y les hacemos estudios jurídicos antes de esos nuevos lanzamientos para que no haya conflictos con los derechos de terceros. No nos enfocamos solo en marcas, también incluimos otros signos distintivos como los nombres de dominio. Trabajamos en todo lo relacionado con copyright, derechos de autor, protección y defensa. Vemos también los juicios o litigios con marcas y patentes.
Después de tres semanas en El Salvador, de compartir momento con familiares y amigos y ya con las “baterías recargadas”, Eleonora regresó a Madrid para continuar con su importante trabajo.