Población del adulto mayor sigue abandonada en El Salvador

En el país un 12 % de la población adulta mayor recibe pensión. Hay un aproximado de 1.2 millones de personas de la tercera edad, de la cual solo 200,000 tienen algún tipo de pensión.

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Por Evelia Hernández

2020-01-03 9:30:45

Juan Laínez, de 83 años, es uno de los huéspedes que ocupa la acera del hospital Rosales desde hace 20 años. Con una sonrisa, sentado en su banco permanece vigilante de cada uno de los movimientos de los peatones; el adulto mayor llega a la zona desde antes de las 7:00 de la mañana para arreglar su puesto de peines y carteras, entre otros accesorios.

En la premura de muchos transeúntes que circulan sobre la acera y transitan hacia la populosa parada de buses del nosocomio, entre ventas de comida y accesorios, Juan no pasa desapercibido para sus clientes y compañeros vendedores, pues su actitud amable y optimista que demuestra su sonrisa es una de sus principales características que invitan a comprarle un artículo.

Sin embargo, solo los que se detienen a comprar se han dado cuenta que Juan perdió su voz, a pesar de su discapacidad de lenguaje él siempre encuentra la manera de explicar el precio de sus artículos.

El octogenario no pierde su optimismo y religiosamente llega todos los días a las 7:00 de la mañana a la parada de la 25a. Avenida Sur, a un costado del Rosales.

“Mi papá siempre sale a buena mañana, él por costumbre se levanta a las 3:30 de la mañana y a esa hora agarra camino. A él no lo detiene nada”, relata Salvadora Nieves, hija de Juan.

Según comentan los vendedores, el octogenario lleva vendiendo desde hace 20 años en las cercanías de la entrada peatonal del Rosales. “Y ahí a él le dio derrame cerebral a los 79 años y debido a eso se quedó sin caminar y sin hablar. Hoy ya camina, debido al derrame es que él ya no puede hablar”, describe Nieves de cómo es que su padre perdió la voz.

Hace más de 20 años don Juan trabajaba en una empresa que se dedica a la fabricación de productos lácteos y por su edad fue indemnizado; sin embargo, no tiene beneficios de pensión ni Seguro Social.

Él forma parte de un aproximado de 1.2 millones adultos mayores en el país, según los registros del Tribunal Supremo Electoral (TSE).

“Hay un millón de población descubierta que no tiene nada de pensión, solo 200,000 reciben un nivel de pensión de hambre. Un millón están abandonadas”, detalla Emilio Espín, representante de la Mesa del Adulto Mayor.

Según Espín, el Sistema Financiero registra un 20 % de personas adultas mayores que recibe algún tipo de pensión; además, se estima que un 12 % del total de la población mayor de edad tiene acceso a pensiones de jubilación y de ese solo un 3 % la recibe en el área rural.

Con esas estadísticas, muchos se ven obligados a pedir en las calles y otros a trabajar. “Si la persona adulta mayor se queda en la hamaca se muere porque está acostumbrado a un ritmo de trabajo y además lo necesita por obligación, la palabra mágica es rebuscarse”, describe Espín sobre la realidad de algunas personas de la tercera edad ante la falta de la seguridad social.

En el caso de Juan, su discapacidad de lenguaje fue adquirida en una edad avanzadas, por lo que es muy independiente. Su familia dice que a él no le gusta estar en casa.

“En alguna parte uno le entiende porque está acostumbrado a que siempre está haciendo algo, no se puede estar en la casa; pero él por la edad sí amerita que por lo menos descanse o esperar que alguien lo lleve a su destino”, explica su hija; pero don Juan es independiente y en ocasiones viaja solo en el transporte colectivo.

Según el Estudio Comparativo de las Legislaciones de los Países del CA-4, con la Convención Interamericana sobre la Protección de los Derechos Humanos de las Personas Mayores de la Organización de Estados Americanos (OEA), en El Salvador la población adulta (hombres y mujeres) entre los 80 a 84 años es de 67,186, de los cuales Juan forma parte de los 28,030 hombres que se encuentran entre ese rango de edad, según datos del año 2017.

Además es parte de 57,342 personas mayores de 70 años (hombres y mujeres) con ocupación, en el cual se estima que un 20.8 % lo hace por cuenta propia.

A Juan, sus familiares y compañeros que venden en la zona lo describen como una persona jovial y dinámica, pero sobre todo como un ejemplo a seguir para los jóvenes.

“Yo lo admiro porque es una persona adulta mayor y se rebusca para comer. Es digno de admirar porque tanto joven hoy en día no le gusta el trabajo y jovencitos y enteritos. Y él camina y con los problemas de salud al caminar ahí se anda rebuscando y nos da un gran ejemplo que a las 5:30 a.m. ya está aquí”, relata Ana Leiva, vendedora.

Juan se ha ganado el respeto de todos los que se encuentran en la zona, quienes pasan pendientes de la hora que llega y se va. “Todos los que estamos alrededor estamos al pendiente de él que no le vaya a pasar nada. A la edad que él tiene son de las personas que si se mantienen en la casa se enferman. Él está acostumbrado a estar acá, nadie lo molesta”, comenta Leiva.

Juan cuenta con la suerte de que una familia está pendiente de su salud y de su alimentación; sin embargo, hay muchas personas de la tercera que no cuentan con la mínima seguridad social, ni familia que los apoye en el cuido para que tengan una vida digna.

Adultos mayores con discapacidad desprotegidos

La Encuesta Nacional de Personas con Discapacidad (ENPD 2015) detalla que en el país hay 463,075 personas en esa condición, de las cuales 343,131 son adultos y 119,944 son niñas, niños y adolescentes.

Sin embargo, Emilio Espín explica que los datos no son exactos. “No tenemos el dato desagregado ni lo tiene el Estado tampoco, incluso el número de discapacidad que maneja el CONAIPD, ellos reconocen que los datos no son confiables, no hay un censo real, hay que hacerse a la idea que a partir de los 70 años casi todos tienen niveles de discapacidad de un tipo por las enfermedades crónicas”, explica.

A pesar de que en el 2015 se realizó la ENPD, esta dejó pendientes algunos datos como el número de hogares con personas con discapacidad, expectativa de esperanza de vida al nacer, población con discapacidad viviendo en pobreza extrema o condición de abandono.

La ENPD resalta una baja cobertura de pensiones para personas con discapacidad y eso “es un reflejo de la baja cobertura de pensiones en general, también es un síntoma de que no existen mecanismos de protección social específicos para cuidar los ingresos de las personas con discapacidad, que no tienen acceso al mercado laboral”, detalla el documento.

Además, revela que los ingresos promedio por pensiones para esta población es de menor porcentaje y el acceso de empleo es bajo.

Según el documento Tendencias del Envejecimiento y Salud en El Salvador, las Enfermedades No Transmisibles (ENT o crónicas) representaron el 86.5 % del total años vividos con discapacidad en el Salvador en 2015. Es decir, las ENT son el impulsor dominante de la discapacidad en todos los grupos de edad, con tasas más altas para los adultos mayores.

Juan, a pesar de su discapacidad, regresó a su puesto de trabajo tradicional y una de las principales dificultades que hoy enfrenta es la comunicación. Él no puede leer y escribir y eso impide que su familia pueda conocer más a fondo sobre sus necesidades, debido a que “el problema que tenemos es comunicarnos; porque si el pudiera escribir nos ayudara bastante, él con señas se explica”, detalla su hija.

Según la encuesta ENPD, los servicios de habilitación y rehabilitación solo el 33.8 % de personas con discapacidad declaran utilizarlos, la mayoría (14.6 %) hace uso de consultas médicas. El resto, solo 2.3 %, declara no necesitarlos, lo que implica que 63.9 % de la población con discapacidad requiere de los servicios y no los usa.

Según Espín, uno de los principales problemas es que no hay un abordaje integral para la persona adulta mayor, prueba de eso es que en el país solo hay 10 especialistas en geriatría y gerontología.

“De los diez, ocho están en el área privada y dos en el ámbito público. Entonces, ¿qué ocurre? Los médicos que atienden son médicos de medicina general y no hacen un abordaje integral geriátrico del paciente, les da citas larguísimas, entonces el adulto mayor se muere esperando la cita”, criticó Espín.

El representante de la Mesa del Adulto Mayor expresó que están a la espera de que la administración actual termine los trámites para convertir el Fondo de Inversión Social para el Desarrollo Local (FISDL) en el Ministerio de Desarrollo Social e iniciar las pláticas para iniciar con la Atención Integral de las personas adultas mayores.

“Estamos en la recta final para aprobar el documento jurídico y técnico que será obligatoria para (centros de salud) públicos y privados para iniciar con la atención del Modelo Integral en Salud, en eso ha habido un avance lento, gobierne quien gobierne. Estamos a la espera que se apruebe el documento y empecemos aplicarlo”, indicó.

Espín ha manifestado la importancia de dar dignidad a la persona adulta mayor para que se cumplan sus derechos en cuanto a seguridad social y una pensión digna para que este pueda tener un rol de desarrollo en la sociedad salvadoreña. “El adulto mayor muchos han sido líderes en sus comunidades, tiene criterio, pueden no tener una formación avanzada desde el punto de vista académico, pero sí la experiencia de la vida en las que pueden orientar, puede darse el respeto que se merece como en la comunidades indígenas, el adulto mayor es respetado y consultan con el consejo de ancianos porque la sabiduría la aprecian y la toman en cuenta”, subrayó.