Asilo Judá, un refugio para el desamparo en Acajutla

El asilo Judá funciona desde hace 22 años en Acajutla. Nunca ha tenido una ayuda de instituciones gubernamentales. Ahora busca construir el albergue fuera de esa ciudad en un lugar más propicio.

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El asilo Judá atiende a personas ancianos y personas desprotegidas. Fue fundado desde 1992 y desde entonces no tienen ayuda económica de ninguna institución del Estado. Foto EDH/ David Martínez

Por David Martínez

2019-12-30 5:30:35

En el Puerto de Acajutla se encuentra el asilo Judá destinado a apoyar a personas mayores y sin hogar que de otra manera, deambularían por la ciudad sin protección.

El asilo nació en 1997 y Berta Alicia Chinchilla es su fundadora, cuando era niña su madre le inculcó el altruismo y ya adulta decidió construirlo para apoyar a personas con diversas enfermedades, ancianos y gente sin hogar.

Alberga a 75 personas, algunas de las cuales necesitan tratamiento médico especializado, pero las condiciones están lejos de ser las adecuadas.

Atención médica de calidad y un espacio para residir son las principales necesidades, pues no cuentan con los recursos económicos suficientes.

Berta ha realizado préstamos para mantener vivo este lugar, aunque destaca la ayuda de iglesias como los Tabernáculos Bíblicos de Acajutla, Sonsonate, Sonzacate, Ministerio Judá Chalchuapa y personas particulares que donan comida y ropa, una vez por semana, pero no es suficiente.

José Armando López es un anciano que fue trasladado al Asilo Judá, sufre de llagas en el cuerpo. Es atendido por René Sánchez, uno de los dos enfermeros con los que cuenta el asilo. Foto EDH/ David Martínez

Seis personas hacen funcionar el asilo, dos de ellas se dedican al mantenimiento de la casa, a limpiar los baños, hacer limpieza, lavar la ropa de cama, entre otras cosas.
Dos enfermeros se encargan de dar los medicamentos a tiempo a los pacientes, hacer curaciones, cambio de pañales, entre otros.

Ellos son pagados por la propietaria, pero no son permanentes ya que son contratados por un período de dos a tres meses, dependiendo de los fondos económicos que hayan.

Carmen Herrera es la parte medular del asilo, ella lo administra. Se encarga de verificar que todo esté en orden. Que haya suficiente comida, que todas las áreas estén limpias y más.

“No hay una persona específica para cada área, aquí nos convertimos en mil usos. Trabajamos con amor para ellos para poderles atender como se debe. No es fácil, pero ellos nos demuestran que tampoco es difícil”, aseveró la administradora.

La atención médica que deben recibir las personas no es de calidad, tienen un pequeño apoyo por parte del hospital siquiátrico de Soyapango quien les dota de medicina.

Sin embargo, no es suficiente, pues cada mes deben llevar a los pacientes a sus controles médicos, lo que les obliga a viajar desde Acajutla a Soyapango, pero tienen la dificultad de no contar con un medio de transporte digno para hacerlo.

A veces son trasladados al Hospital Nacional “Dr. Jorge Mazzini Villacorta” en Sonsonate, donde terminan siendo remitidos a Soyapango. Para ello piden se les dote de una ambulancia y reclaman mejor atención en el Hospital Nacional.

Por otra parte, el espacio físico no es el adecuado para mantener a este tipo de pacientes, ellos duermen en áreas donde debería funcionar la cocina, toman su baño en el patio de la casa, duermen en las bases de las camas porque no tienen colchones y toman agua con una calidad deplorable, entre otras cosas.

Por ello han visto la necesidad de mover el albergue hacia otro lugar. Actualmente se encuentran en el puerto de Acajutla, cerca del muelle artesanal, pero han adquirido un inmueble ubicado en la hacienda El Águila, carretera Los Naranjos, cantón Los Arenales, Nahuizalco, donde quieren trasladarlo.

Carmen Herrera es la administradora del asilo y dice que su vocación de servir al prójimo la llevó ahí desde hace 5 años y siente como suyo el lugar. Foto EDH/ David Martínez

Pero tampoco es un espacio digno, pues no cuenta con cuartos donde ellos puedan descansar durante el día. Existe la necesidad urgente que personas altruistas ayuden a la edificación de dicho albergue.

Ya hicieron uso de él, estuvieron menos de un año allí. Es un área donde conviven con otras haciendas y tiene una sola calle de conexión, sin embargo debieron trasladarse. Ahora piden al Gobierno, les ayuden a construir un espacio digno, en el que los habitantes del asilo puedan pasear, tener sus dormitorios para descansar y pasar las crisis, sus áreas de cocina y de baño.

Este asilo, a pesar de las adversidades, se mantiene y sus inquilinos se sienten como en casa. Milagro de Jesús Contreras es un ejemplo de ello. Temprano, en la mañana, va a moler maíz.

Milagro vivió 20 años en los Estados Unidos, y cuenta que se hizo deportar debido al amor que le tenía a su novio quien también fue repatriado. Su madre e hijo aún viven en la nación del norte, específicamente en Tennessee.

“Recuerdo a mi madre y mi hijo, que vive en Memphis, Tennessee. Quisiera que ellos vieran esto y sepan dónde estoy. Ya llevo cuatro años de estar acá. Me hace falta mi madre, mi hijo y mi familia”, expresó con lágrimas.

Pedro también es inquilino del asilo, es una persona adulta mayor. Es ciego, pero eso no le impide tocar la guitarra, la cual solo tiene una cuerda pues no puede comprar las demás.

Dice que necesita un radio, pues le encanta escuchar música. Es muy colaborador, a pesar de ser no vidente, ayuda a arreglar su cama, lava, entre otras cosas.

Son incontable las historias de hombres y mujeres que por distintas circunstancias han llegado al asilo, el cual les ha brindado una mano de ayuda a pesar de sus dificultades.

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Judá, el refugio para los más necesitados en Acajutla

El asilo Judá funciona desde hace 22 años en Acajutla. Nunca han tenido una ayuda permanente de instituciones gubernamentales. Ahora buscan construir el albergue fuera de esta ciudad en un lugar más propicio y piden a las autoridades les brinden apoyo.