El Evangelio según San Lucas, en el capítulo 2, señala que un ángel se apareció a los pastores de Belén y les dijo: “No teman, porque les traigo una buena noticia, una gran alegría para todo el pueblo: Hoy, en la ciudad de David, les ha nacido un Salvador, que es el Mesías, el Señor. Y esto les servirá de señal: encontrarán a un niño recién nacido envuelto en pañales y acostado en un pesebre”.
Si no se camina con prisa y distracción por el Centro Histórico de San Salvador, es posible observar a muchos niños descansando en cajas de cartón, jabas de plástico o madera, hamacas, mesas patas arriba o en medio de la mercadería que venden sus padres, quienes se dedican al comercio informal. Los recién nacidos descansan junto a sus progenitores en lugares improvisados, lo que les permite tenerlos cerca.
Una vendedora, que se identifica solo como Catalina, aprovecha para pedirle a las autoridades municipales o del Gobierno central, que se habilite guarderías, lugares donde los niños puedan tener una atención adecuada.
Esto le permitiría a los vendedores trabajar más por el bienestar de sus pequeños que, inocentes, duermen y descansan como el Niño Dios en los humildes pesebres del centro de San Salvador.