“Cada día de tratamiento para los niños con cáncer es una oportunidad de vida”: Leonor de Llach

Junto a otras mujeres deja el legado con una fundación que da esperanza a los niños que padecen cáncer. La Fundación Ayúdame a Vivir brinda tratamientos y medicamentos a los niños del servicio de Oncología del Hospital Benjamín Bloom.

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Leonor de Llach fue una de la fundadoras de Ayúdame a Vivir al ver la necesidad que existía para mejorar la atención de los niños.

Por Evelia Hernández

2019-12-29 4:00:10

La satisfacción de brindar un tratamiento de quimioterapia exitoso y generar las condiciones para la niñez y la adolescencia que padece de cáncer tenga derecho a la salud y un procedimiento con estándares internacionales de calidad, ha llevado a Leonor de Llach a construir un legado de vida a través de la fundación Ayúdame a Vivir.

El esfuerzo de Llach, junto a todo los empleados y la junta directiva de la fundación, ha permitido dar esperanza a más de 5,000 niños y adolescentes, en edades de 0 a 14 años, que reciben atención en el servicio de oncología del Hospital Benjamín Bloom.

“Cada día de tratamiento para los niños es una oportunidad de darle la esperanza de vida, un día más. Para mí la satisfacción, como madre, de un tratamiento exitoso más es una gran compensación para uno mismo, para que estos niños sigan adelante; como madre es un sentimiento inexplicable”, dice de Llach sobre el impacto del proyecto de Ayúdame a Vivir.

Para esta filántropa, el reto de iniciar con la institución surgió de ver la falta de una área especializada que se encargara de dar tratamiento a los niños con padecimientos oncológicos, tampoco había pediatras especialistas para brindar atención.

“Nosotros hemos tratado de darles todo lo que hemos podido, una área especializada con su respectivo tratamiento, porque no había aquí. Nosotros tenemos el centro con los aparatos necesarios para darle una mejor calidad de vida a los niños con cáncer y sacarlos adelante en su mayoría”, detalla.

Durante 28 años, Llach ha sido insistente en el proyecto de vida de los más de 900 pacientes anuales que recibe la institución. La filántropa describe como un trabajo incansable los esfuerzos que a diario se realizan en la institución para que los niños reciban el tratamiento adecuado de quimioterapia en el Centro Médico Ayúdame a Vivir- Fundación Rafael Meza Ayau y en el programa oncológico del hospital Bloom, que cuenta con laboratorios avanzados con alta tecnología y microbiología.

“Trabajar aquí es muy duro (y) darle continuidad al proyecto no ha sido fácil. Dios es grande porque aquí es duro, no solo es duro moralmente al ver a los niños con sus dolencias, sino que también lo es económicamente”, explica de Llach sobre los diferentes desafíos a los que se han enfrentado por mantener a flote la causa de combatir el cáncer en la niñez y adolescencia.

Contó que cuando inició el proyecto fue encabezado por mujeres e impulsado por el amor a los hijos. La mayoría de la junta directiva eran amas de casa, dijo.

“Nosotros no teníamos la experiencia que ahora tenemos. Solo veíamos la necesidad. Y vemos que ahora estamos médicamente bien, en el hospital Bloom nos apoyan el 100 %. Hay una comunicación muy buena en el público y la gente es muy receptiva, saben y ven cuánto niño ha salido adelante”, expresa con alegría sobre los logros que han obtenidos.

La efectividad del programa y la implementación rigurosa de los procedimientos les llevó a generar alianzas con instituciones internacionales como el Hospital de niños San Judas, de Estados Unidos.

“Hicimos un contacto con este hospital, una de nosotros había perdido su hijo, una de las fundadoras de las que inició el proyecto y ella ya tenía ese contacto con San Judas, que es un centro de investigación en los Estados Unidos. Lo importante es que nosotros fuimos el primer proyecto en el mundo de abrirse para el exterior. Nosotros hemos sido un brazo para ellos fuera de Estados Unidos, fue tan exitoso que se llevó a otros países de Centroamérica”, comenta emocionada sobre los alcances del Ayúdame a Vivir.

Al ser reconocidos como la primera fundación del “Programa de Alcance Internacional” de St. Jude Children’s Research Hospital, el modelo de trabajo que se desarrolló en El Salvador junto con St. Jude, ha sido replicado en más de 27 países.

Además, en la última reunión global de Naciones Unidas (2018), el programa de cáncer pediátrico de El Salvador fue reconocido como un ejemplo regional y global de atención. Ayúdame a Vivir fue elegido como programa modelo para abogar por el derecho de todos los niños con cáncer alrededor del mundo a tener acceso a un tratamiento médico de alta calidad.

Alegría al ver sanar
La institución recibe alrededor de 900 niños al año, 200 son pacientes nuevos. Por cada niño se invierte al año $ 34,000, aseguró.

“Mi satisfacción es verlos realizados en sus vidas, que culminen su carrera, que estén trabajando, ellos son parte de la sociedad, es como que por aquí pasaron haciendo una pasantía. Todos los niños dejan huella en la institución, cada uno tiene su historia y son difíciles porque vienen de familias de escasos recursos, pero tenemos la satisfacción que todo es absolutamente gratuito”, detalla.

De Llach mantienen un gran legado de vida para las familias salvadoreñas al dar acceso a salud a los niños con cáncer a nivel nacional.

Agregó que en este tipo de problemas de salud es muy importante que el niño siempre esté respaldado por la familia. Comprender el cáncer en un hijo no es fácil, expresa.

Según de Llach, cuando los padres no comprenden cómo es el tratamiento de quimioterapias, reclaman.

“A veces los papás no pueden traer a los hijos. Hubo un caso en que nos dijo un señor, ‘Yo les traje a la niña tan bonita y miren ustedes como me la traen. Solo con chirajitos de pelo-. Él no entendía lo que estaba pasando”, contó.

Durante los 28 años que ha mantenido contacto con las familias de niños con cáncer, ha pasado experiencias que como madre son difíciles de enfrentar y comprender; aunque también le han dejado enseñanzas de esperanza.

“Estos niños son especiales, tiene un coraje y los valores son diferentes, no toman nada de hecho, lo toman como vienen. Creo que después del tratamiento salen muy fortalecidos en su espíritu. Son niños que aprecian cualquier cosa por muy sencilla que sea”, describe de Llach.

La fundación, además, ha apoyado a la rehabilitación psicológica de los niños que padecen cáncer con una pequeña escuela dentro del centro.

Para Llach los, retos para mantener la institución se mantienen, pero eso no le impide tener la visión de seguir incrementando los beneficios para los niños y sus familias, entre las cuales se encuentra la de hacer un albergue y hacer más grande las instalaciones del centro Médico Ayúdame a Vivir.

“Por la situación económica no lo hemos podido hacer. A veces uno se siente derrotado porque no hay donde, no se puede. Ha sido duro poner la cara, buscar a los amigos para apoyar. Pero unirnos por los niños tiene una respuesta rápida. He rebuscado y rascado hasta en el últimos rincón, buscar, buscar hasta encontrar, nunca darse por vencido”, dice convencida Leonor de Llach, ya que solo así lograrán sostener la fundación para beneficiar a más niños con cáncer.