La macabra y triste historia de los “huérfanos de Ceausescu” de Rumania
Después de 30 años, muchos de los huérfanos siguen en centros de atención y la mayoría tiene alguna discapacidad física o mental como secuela de la época de la dictadura.
Los niños necesitan interacción, atención y cariño desde su primer día de vida, esto funciona como un “nutriente” para su cerebro. Por ello cuando los niños sufren violencia, problemas socioeconómicos extremos, abusos o están en ambientes tóxicos, el cerebro no logra hacer conexiones neuronales y esto puede dificultar el aprendizaje y comportamiento.
Esta fue la conclusión principal a la que llegó Nathan Fox, un científico estadounidense y su equipo. Todo empezó en un antiguo orfanato de Rumania, donde el silencio imperaba en la habitación, a pesar que había hasta tres bebés en cada cuna. El silencio profundo sorprendió al científico porque los bebés no lloraban.
“No escuchábamos el llanto que generalmente escuchas en una guardería”, contó Fox, quien es profesor en el Departamento de Desarrollo Humano de la Universidad de Maryland, en Estados Unidos, a la BBC.
Pero, ¿por qué no lloraban los niños? años después se descubriría que el silencio era resultado de años de negrigencia y ausencia absoluta de estímulos.
“Llegamos a la conclusión de que esto se debía a que nadie respondió a estos gritos. No hubo una interacción típica entre un cuidador y un niño, entre una madre y un niño. Nadie los atendió cuando lloraban”, explicó.
En 1989, cuando el líder comunista Nicolae Ceausescu fue fusilado junto a su esposa, más de 20,000 niños habían muerto en los orfanatos de Rumania.