Familia. Rivales. Un campeón. Un padre y un hijo, pero donde el hijo superó al padre. Y donde solo hubo un campeón, pero los dos terminaron con alegría por el título, porque llevan la misma sangre.
Se trató de Santos Rivera y Cristian Rivera, técnico de CD Águila y portero de Alianza FC, quienes el domingo disputaron la final de reservas y fueron contrincantes, pero lo manejaron con profesionalismo. Al final, el albo superó al emplumado (0-2), pero los dos cerraron con satisfacción lo hecho en la final, y Santos compartió con alegría, de cierta forma, que su hijo Cristian saliera campeón. Un abrazo de suerte antes del juego y uno de despedida ya con los trofeos demostró su unidad.
“No es fácil, pero alguien tenía que ganar. En este caso, fue mi hijo. Contento por él, se está formando muy bien en Alianza. Que siga, que se gane el puesto, que se gane un nombre. Yo creo que va por buen camino, ojalá y siga creciendo”, manifestó el exguardameta.
“Contentos, felices por obtener lo que deseábamos desde principio del torneo y agradecer a Dios, a los que me apoyaron, a mi familia, porque es bonito haberle ganado una final a mi papá que estuvo de técnico con Águila”, expresó el juvenil.
Además, ambos explicaron cómo se vive una situación como la que les tocó pasar: “Para mí, fue un motiva más, porque deseaba demostrarle no solo a él, sino a mis compañeros y a la familia lo que yo era capaz de hacer. Así que fue una motivación haberle ganado a mi papá, que él ya ha ganado mucho más, y espero algún día ganar más de lo que él ha logrado”, dijo el albo.
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Mientras reflexionó el DT: “No es fácil manejar esta situación (haber sido rivales), porque es mi hijo el que está del otro lado. Igual, a lo mejor él no quería que yo perdiera, pero uno tenía que ganar y el otro que perder. Nada más hay que seguir trabajando y desearle éxitos”.
Los Rivera estuvieron en la final en puestos estratégicos, ya que uno era el cerebro de todo un equipo y debía guiar al triunfo y el otro tapar todos los goles, en el arco. Cómo se maneja esto, contestó el papá: “No hay mucho qué hacer. Nomás desearle éxitos, y que siempre gane el mejor dentro de la cancha. En este caso, él tiene la posibilidad dentro del campo de hacer cosas que yo no puedo, solamente dirigir a los muchachos, y es totalmente diferente. Pero él va por buen camino y ojalá un día vaya creciendo futbolísticamente y pueda llegar a tener un cupo y un lugar en el fútbol salvadoreño”.
Cristian, además, contó de qué manera la familia supo llevar adelante la final. “Creo que estaban contentos porque los dos estábamos acá, mi abuela que está en el cielo, la mamá de mi papá, creo que se le dividió el corazón, uno Alianza y otro Águila, pero todos nos apoyaron y el fútbol es así. Y ganó el mejor”.
La escuela del padre, sin embargo, la lleva en su ser el hijo, y ha aprendido mucho del exarquero. “Contento, porque él va creciendo con mucha actitud, con mucho carácter y que siga creciendo. Al joven, hay que forjarlo, forjar el carácter y en el fútbol hay que hacerlo día a día. Como repito, se va formando de buena manera y ojalá pueda llegar a lograr lo que él sueña”.
Sobre esto, el hijo opinó: “Él fue un gran portero. Tengo que ponerme al nivel de él, pasarlo, él fue alguien espectacular, me gustó, lo tenemos en la sangre, se trae de familia, somos porteros y esperamos llegar a más”. El campeón también aceptó el reto de que ahora le toca crecer. “Sí. Contento. Aunque me quedó la espina de no haber logrado ser el arquero menos vencido, se lo llevó el portero de Águila (el pupilo de su padre), por centésimas, por porcentaje. Pero prefiero la copa, que el otro individual de menos vencido”.
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Ser una familia exitosa de finalistas, Cristian lo define así: “Sí. Es lo que yo seguí desde pequeño, los pasos de mi padre. Si vamos a ser mejor, pues que se den las cosas. Agradezco a mi papá porque me enseñó lo que es el fútbol, a mi familia que es futbolera, y a los que me apoyaron desde el principio”.