Albergue Adventista, techo y comida para los familiares de pacientes del hospital Bloom

Entre enero de 2014 y julio de 2019, en el Hospital Bloom fueron atendidos 476,000 niños provenientes de fuera de San Salvador, es decir un 54 % del total de casos.

Por Jonathan Tobías

2019-12-21 9:10:12

Camila Alexandra murió cuando tenía dos meses de edad. Al nacer fue diagnosticada con malformación abdominal: su hígado se desarrolló en la parte exterior de la pared abdominal y tuvo que someterse a dos cirugías. Su madre, Wendy Mata, de 23 años, pasó por numerosas dificultades para poder estar al lado de su hija en todo momento.

Wendy vive a 137 kilómetros de San Salvador, en el departamento de San Miguel y, desde que dio a luz, viajó alrededor de tres horas y media para llegar al hospital. Las noches que la joven consiguió dormir, lo hizo poco, pues debía levantarse a las tres de la madrugada para abordar el primer autobús hacia la capital para estar junto a su bebé.

“En una ocasión, que viajaba hacia el hospital, hombres desconocidos me robaron y me dejaron tirada en un cañal”, recuerda, y relata que todo sucedió muy rápido. Fueron dos hombres armados quienes la forzaron a subir en un vehículo antes de que ella pudiera abordar el transporte público.

“Yo tenía miedo, no sabía para dónde me llevaban y qué iban a hacer conmigo”, dice, y recuerda cómo la sacaron del vehículo y después de despojarla de sus pertenencias, la dejaron a su suerte en aquel solitario lugar. “Es un milagro que yo siga viva”, expresa. Asimismo, sostiene que le tocó caminar varios minutos, en medio de la oscuridad, para encontrar la carretera principal y abordar el autobús hacia San Salvador.

Wendy decidió buscar una forma de visitar a su hija a diario y no volver a exponerse a una situación de peligro. Médicos del Hospital Benjamín Bloom y trabajadoras sociales le hablaron del Albergue Adventista Miramonte, ubicado a un costado de la facultad de Odontología de la Universidad Nacional de El Salvador, a una corta distancia del Hospital, en donde Camila se encontraba internada.

Para Wendy, la existencia de ese lugar significó un alivio. Pudo estar al tanto de la salud de su hija en todo momento y pasar las noches en un lugar cercano. Además, el pasado 27 de septiembre, cuando recibió la noticia de la muerte de Camila, acudió de inmediato y agradece la ayuda que el albergue le ofreció.

Mayoría de atenciones son del interior

El caso de Wendy se repite a diario. Son decenas de padres los que deben enfrentarse a la incertidumbre de pasar por la enfermedad de sus hijos, vivir lejos del hospital y no encontrar una alternativa para estar cerca de ellos en todo momento. Cifras oficiales dan cuenta de que entre enero de 2014 y julio de 2019, fueron más de 476,000 los casos que el Hospital de Niños Benjamín Bloom recibió y atendió, provenientes de fuera de San Salvador. Eso representa un 54 % del total de casos atendidos por ese centro médico en ese período: un promedio de 234 casos por día.

El Albergue Adventista de Miramonte cuenta con capacidad para resguardar a entre 30 o 40 personas a diario y confirman que, en la mayoría de los casos, son padres o familias del interior del país quienes utilizan el lugar como refugio. Julia Ortega, de 47 años, quien tiene a su nieta en el hospital debido a que nació con tres tumores cancerígenos, viajaba 114 kilómetros desde el departamento de Usulután, para visitarla y estar junto a ella. “Los primeros días me agarraba la tarde y tenía miedo de quedarme en la calle”, recuerda. “Ahora, esta es como mi casa”, confiesa. “A veces uno solo anda cabal para el pasaje”, dice Julia, mientras comenta que fue gracias a la orientación de una de las trabajadoras sociales del hospital que se dio cuenta de la existencia del albergue.

Roberto Vázquez, pediatra y jefe del departamento de Oncología en el Bloom, expresa que en un 80 % de los casos, los padres de pacientes que llegan con diagnósticos de cáncer al hospital no cuentan con un lugar donde quedarse en las noches, cuando los tratamientos médicos obligan a los niños a permanecer por largos períodos de tiempo ingresados. “El albergue ha sido de mucha ayuda, porque nos llena de seguridad que las familias que vienen de zonas lejanas tendrán un lugar donde quedarse sin ningún problema”, dice el oncólogo.

En lo que va de 2019, el Albergue Adventista de Miramonte ha atendido a 1,000 personas, de las cuales el 65 % son mujeres y niños que en su mayoría viven fuera de la capital. En ocasiones, las madres deben viajar con el resto de sus hijos para visitar o acompañar a quien está ingresado o está bajo algún tratamiento y el albergue resguarda, muchas veces, a la familia entera.

Para el jefe del departamento de Oncología del hospital de niños, los albergues son una necesidad fundamental en los alrededores del hospital, especialmente para aquellas personas que provienen de las zonas más remotas del territorio y no cuentan con el apoyo de familia o personas cercanas que les provean resguardo o un lugar donde pasar la noche en San Salvador.

Extranjeros también utilizan el albergue

Gissel Baldivieso es una joven hondureña de 14 años que fue diagnosticada con cáncer. Su madre, Dina López, de 36 años, decidió emigrar desde su país, pues su hija necesitaba con urgencia un centro hospitalario que atendiera a niños y niñas con esa enfermedad. “Me sale mas fácil viajar hasta acá que buscar un hospital en Honduras”, expresa.

Dina relata que son aproximadamente diez horas de viaje para llegar a un centro hospitalario en donde atienden a menores de edad con cáncer en Tegucigalpa, motivo por el que decidió viajar hasta San Salvador. “Uno a veces viene de lejos y no tiene para quedarse a dormir en un hotel”, dice.

Gissel ha concluido con las 48 semanas de quimioterapia, más una cirugía, y se encuentra estable, haciendo uso del albergue para poder seguir de cerca con todo el tratamiento médico que los doctores le han recetado. Dentro del albergue, las necesidades de ella y su madre han sido suplidas, desde la alimentación, lavandería, aseo personal y una cama en donde descansar durante las noches y aminorar, así, los costos del viaje recurrente entre Honduras y El Salvador. “Estoy agradecida porque, desde que llegamos, nos han atendido bien. Siento que estoy en mi casa”, afirma Dina, con una sonrisa.

Susana De Cienfuegos, trabajadora social del servicio de Oncología del Hospital Bloom, suele referir a los padres de los pacientes al albergue. “Los padres no se quieren separar de sus hijos, pero les hacemos ver que ellos también necesitan un lugar para descansar”, menciona la trabajadora social.

“Es importante que existan estos espacios porque hay personas que viven en condiciones de pobreza extrema o que vienen de lejos y no conocen la capital”, señala Susana.

Los inicios del Albergue

El proyecto del Albergue Adventista de Miramonte inició el 28 de octubre de 2016, gracias a la donación de María del Carmen, una feligrés que, antes de morir, regaló a la iglesia una de sus casas con la intención de que se utilizara como un lugar para servir a las personas mas necesitadas.

Los miembros de la iglesia convirtieron las instalaciones de esa vivienda en el actual albergue, para los padres de familia de quienes se encuentren ingresados o estén siendo atendidos en el Hospital Benjamín Bloom, que van a sus tratamientos y no tienen un lugar en donde quedarse. “Queremos que este albergue sea un hogar para las familias necesitadas”, señala Néstor David Morán, pastor de la Iglesia Adventista de Miramonte.

El albergue cuenta con dormitorios independientes para hombres y mujeres, sectores para el aseo personal, una ludoteca para niñas y niños, comedor, cocina, lavandería y una capilla. “El ser parte de este albergue, representa para nosotros el cumplimiento de un mandamiento de amor hacia el prójimo”, declara Dany Perla, Presidente de la Asociación Metropolitana Adventista Salvadoreña.

La remodelación y adecuación del lugar tuvo un costo elevado, provenientes de ayuda de algunas instituciones no gubernamentales, donaciones y ofrendas de la hermandad de la iglesia. “No solo se ofrece un lugar para dormir, sino que buscamos suplir todas las necesidades básicas de las personas”, expresa Víctor Asencio, quien es uno de los colaboradores del albergue.

Además del espacio que hay en el lugar, las familias son beneficiadas con los tres tiempos de comida sin costo alguno. Son alrededor de 100 platos de comida diarios. El costo de la alimentación, de quienes hacen uso del albergue, ronda los siete mil dólares. Cubrir ese monto es una de las mayores necesidades de los administradores y para lo cual realizan actividades y alianzas con organizaciones que ayuden a la causa. Los administradores del albergue han habilitado el teléfono 2226-5711 para quien desee ayudar.