Foto EDH / Librería Internacional
“Si el proyecto es positivo, si este grupo colegiado dictamina positivo para “x” proyecto literario, ahí entramos nosotros con el pago de derecho de autor; se habla de cierta cantidad, como somos la Editorial del Estado, tenemos una regla de cuánto se puede pagar en poesía, en novela, en ensayo, y hay autores que prefieren el pago a través de libros”, explica.
La DPI se rige por una constitución política llamada “Plan Editorial”, la columna vertebral de la institución. En ella se presentan propuestas editoriales que luego serán evaluadas por el Ministerio de Cultura para su posterior ejecución.
Concursos
En los Juegos Florales, los autores que resultan ganadores tienen el derecho de ser publicados en la DPI. Rodríguez expresa que antes se sacaban volúmenes individuales, pero hoy se divulgan antologías, que son varias obras en un solo libro. Sin embargo, eso ha generado descontento en algunos escritores, quienes expresan que no es conveniente hacer eso por respeto a los lectores.
“Nuestros lectores no buscan antologías con los premios, quieren libros o plaquetes de un determinado género. Los lectores tienen gustos, y por respeto a los lectores debemos saber brindarles lo que buscan”, señala Mauricio Vallejo, también ganador del certamen. Otoniel Guevara, otro escritor de trayectoria, concuerda y agrega: “Con las antologías uno compra un libro más caro y se tiene a autores que no pueden interesar”.
También hay otros concursos como el Premio Hugo Lindo de Novela que impulsa la Universidad Dr. José Matías Delgado, el cual promete la publicación de la obra ganadora. Y en el plano internacional, otros certámenes también promueven ese beneficio.
Autopublicación, la otra alternativa
La autopublicación, un camino que varios escritores están tomando, pero que requiere gestión cultural y muchas relaciones públicas. Manuel Velasco, profesor y especialista en literatura, narra su reciente experiencia con su libro infantil “De cómo el Espíritu de la Navidad se salvó del aburrimiento”, el cual publicó por sus medios. Velasco manifiesta que lo complicado de autopublicarse es que hay que hacer una inversión personal, y está más latente la presión de vender los libros para al menos recuperar lo gastado.
“Mi libro de cuentos cuesta $3 más IVA. Si saco 100 ejemplares, debo pagar $339. El libro lo vendo a $6, eso quiere decir que para recuperar la inversión debo vender 57 libros. Se supone que lo demás es ganancia, pero en el camino no lo es tanto, pues siempre se regalan ejemplares”, detalla.
Este autor ha hecho gestiones para promocionar su libro en programas radiales como “Pencho y Aída” y otros medios.
Razones por las que escritores optan por la autopublicación
Lya Ayala, reciente ganadora del Premio Único de Poesía de los Juegos Florales de Ahuachapán, comenta que decidió autopublicarse tras 20 años produciendo mucho material literario. “Mi obra ha crecido sustancialmente en cantidad y en experimentación, así que consideré que no podía seguir esperando que una editorial me publicara”.
Por su parte, Velasco detalla que una de las razones que lo llevó a autopublicarse fue que, en su opinión,”las editoriales se quedan con un porcentaje muy alto”. Sumando a ello, el porcentaje que toman las librerías donde se comercializará el libro.
En Librería UCA el porcentaje sobre el precio de venta al público varía si es nacional o importado; si es nacional, la librería puede quedarse con hasta un 30%, mientras que si es importado puede apropiarse de hasta un 50%.
Con el 20% que toma la editorial, más el 30% de la librería, el autor podría recibir nada más un 50% del precio al que se venda el libro. Casi no hay ganancias para el escritor. Por eso, quienes se autopublican deciden quedarse con la porción que toma la editorial, aunque implique una labor más grande de promoción.
¿Puede un escritor autoeditar su libro?
Ayala, al igual que Velasco, es especialista en literatura y actualmente es editora de revistas y libros científicos en la Universidad Evangélica de El Salvador, y explica que un escritor o poeta sí puede editar su propio libro, pero debe poseer el conocimiento para hacerlo.
“Hay que considerar el valor de un editor como ese personaje que construye técnicamente la estructura del libro, un editor no es un corrector de estilo, aunque debe conocer la técnica y las herramientas”, señala.
También destaca que “el reto de la autopublicación es superar la mediocridad y superficialidad del texto mismo. Y eso requiere mucho de parte del poeta, y de un editor si tiene la suerte de encontrarlo. Mi obra antes de autopublicarse ha tenido lectores de buen gusto y formación, porque soy muy cuidadosa con mi obra”.
La puesta de un libro en manos de los lectores es gestión del propio escritor a falta de un apoyo sólido del Ministerio de Cultura. A algunos les ha funcionado ganar concursos, a otros trabajar con editoriales, y así, cada uno define su propio camino.