¿Se puede vivir de escribir libros en El Salvador? El paso a paso de un autor nacional

Aunque el camino es sombrío, se están haciendo apuestas por la formación de escritores en El Salvador, pero sin un apoyo sólido del Ministerio de Cultura.

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Casa del Escritor/ Foto de Facebook de la Casa del Escritor Salarrué

Por Kevin Rivera

2019-12-29 8:57:31

El Salvador ha disfrutado de las picarescas aventuras de los personajes de Salarrué y ha recitado de memoria los hermosos versos de “El nido” de Alfredo Espino. Obras de escritores ilustres que han sido y son objeto de orgullo para los salvadoreños.

Sin embargo, el reflector se ha quedado fijo sobre estos grandes autores. Quienes hoy están escribiendo, construyendo cultura pese a las dificultades y haciendo libros de calidad internacional poco se conocen.

Las experiencias de los nuevos literatos resumen un camino sombrío para el desarrollo del oficio en el país. Pero en medio de esa oscuridad, existen proyectos ambiciosos de gestores culturales que están apostando a la promoción y difusión de productos literarios en las comunidades, iluminando un poco ese recorrido.

Los escritores aquí entrevistados comparten experiencias muy similares, entre tropiezos y progreso. A raíz de esas travesías, se ha logrado construir una especie de itinerario literario.

El primer encuentro: los talleres.
Si una persona ama estar rodeado de libros y de pronto siente el deseo de escribir, ¿habrá un lugar en el país donde pueda desarrollar ese llamado?

Según Susana Reyes, escritora y editora del sello Índole, sí hay lugares con ese objetivo pero son muy pocos.

Les llaman “talleres” y se imparten en la Casa del Escritor Salarrué, ubicada en los Planes de Renderos, el único lugar designado por el Ministerio de Cultura para la formación de escritores.

Poeta y docente de literatura

Escribir es un oficio bellísimo, pero aquí tiene dificultades serias; hay que nombrarlas y trabajar para resolverlas

Mario Zetino ,

Alberto López Serrano, poeta y director de dicho centro de formación, detalla que allí “se han ofrecido talleres de poesía, narrativa breve, novela, dramaturgia, ensayo y escritura creativa. Además de brindar apoyo cuando en cualquier momento alguien se acerca a buscar la revisión de un texto”.

Aclara que los talleres tienen su programa de sesiones definidas que se desarrollan en dos o tres meses, la cantidad de sesiones y la variedad de lo que se imparta dependerá del dinero disponible para pagar a los facilitadores, y no todos son remunerados por el gobierno. Algunos reciben apoyo de un proyecto de la alcaldía de Panchimalco. “La Casa (del Escritor) pone el espacio y la promoción, la alcaldía paga al facilitador”, explica.

Talleres en desarrollo/ Foto de Facebook de la Casa del Escritor

En esta estación del itinerario es necesario destacar un proyecto ambicioso que lleva talleres de escritura creativa a varios departamentos con apoyo de Bancovi. López explica que la Casa apoya el proyecto con el programa y los facilitadores, y el banco paga a modo de viáticos. “Hemos ido a San Vicente, Rosario de Mora, Ilobasco y Sensuntepeque, con proyección de ampliar a más ciudades como Santa Ana y San Miguel, para niños y jóvenes”, detalla, e indica que en ese programa son poetas de la zona los que dan los talleres. Este programa es parte de esa luz en el camino.

Este tipo de capacitaciones en otros lugares del país son un sueño que se construye sin presupuesto. “Ahí vamos. No hay dinero, pero se gestiona el apoyo”, dice Serrano.

También hay pequeños talleres en universidades y otros tantos impartidos por escritores con recursos propios. Todo por el amor al oficio.

Estos proyectos en verdad son loables por el trabajo y gestión que representan.

Segunda y tercera estación: los concursos y la publicación

En el trayecto, un escritor salvadoreño se enfrenta con que el único incentivo para el desarrollo de la literatura nacional son los Juegos Florales, certamen que hasta el día de hoy ha consistido en 14 premios nacionales únicos en distintas ramas como poesía, cuento, ensayo, testimonio, teatro y área infantil.

Este permite, si se gana, publicar un volumen en la Dirección de Publicaciones e Impresos (DPI), la editorial del Estado.

Escritor

El panorama es poco alentador: no hay lectores ni editoriales suficientes

Jorge Galán,

Para escritores como Jorge Galán, uno de los más premiados de esta época, los Juegos significaron un impulso para querer dedicarse al oficio. “Tendría 20 años o así, y pensé que era buena idea reunir mis poemas e intentar participar”.

Foto/ Josué Parada

Ese año ganó el certamen y desde entonces no ha dejado de escribir. Ese fue su trampolín para participar en concursos internacionales donde ha tenido éxito.

Los concursos se vuelven una opción para publicar, pero también están las editoriales y el recurso de la autopublicación. Y cuando ya se publica… ¿cómo lograr que personas lean tu trabajo? Eso responde a políticas de difusión y lectura.

Según Mario Zetino, poeta, investigador y docente, en el país se necesitan mejores políticas de publicación que difundan de modo atractivo las obras, y que lleguen a librerías y bibliotecas nacionales. También hay que trabajar con los lectores, que sí hay, pero que poco se han atendido en las bibliotecas que funcionan.

En las librerías, todavía las grandes lumbreras de la literatura salvadoreña siguen siendo los más vendidos. Por ejemplo, en la Librería de la UCA, el autor más buscado en los últimos 5 años ha sido Roque Dalton; en la lista también se encuentran Salarrué y Alberto Masferrer.

Hay sendas que trabajar aún para que los escritores emergentes comiencen a venderse en las librerías. Y eso depende mucho del apoyo del Estado que hasta ahora poco ha aportado a la causa.

Presupuesto, el enemigo.
Cultura ha sido uno de los ministerios con menor presupuesto (21.5 millones de dólares) desde hace años, el cual utiliza en un 80% para pagar planilla. Apenas 440 mil dólares son para inversión en infraestructura y funcionamiento.

Lya Ayala, escritora, tallerista y editora, también cuestiona el uso que se dio a los fondos destinados para funcionamiento en la gestión del Ministerio de Cultura anterior, pues expresa que, por ejemplo, a ella nunca se le canceló su servicio como facilitadora. Y agrega que “si el nuevo gobierno quiere hacer cosas distintas debe cambiar a gente que impide que haya un verdadero avance en el sistema cultural”.

Para el 2020, el presupuesto es de $22.6 millones, por lo que el panorama no cambia mucho. Pese a que en el Plan Cuscatlán se detallan muchos proyectos que beneficiarán a los escritores, el camino es cuesta arriba por la falta de fondos.

Presupuesto

$17

millones del presupuesto de cultura en el 2019, que fue de $21.5 millones, se utilizaron para pagar salarios. el resto en funcionamiento.

Para Susana Reyes, se necesitan más incentivos, más allá de los concursos; y también políticas serias para fomentar la lectura.

¿Se puede vivir de escribir libros en El Salvador?

Los escritores consultados coinciden en que es muy difícil que alguien pueda vivir exclusivamente de hacer libros. Pero que eso no es impedimento para escribir.

Sin embargo, en el plano internacional, hay premios muy jugosos que pueden ser un gran aliciente económico para los autores. Por ejemplo, recientemente Jorge Galán se hizo acreedor de $11,200, tras quedar como primer finalista en el Premio de narrativa Juan Goytisolo de Alcobendas, en Madrid.

Aunque el itinerario de un autor salvadoreño suele tener momentos escabrosos, cada escritor es quien fragua su propio destino.

Recomendaciones de escritores

  • Leer y trabajar mucho
    Jorge Galán dice que “lo primero es trabajar mucho, leerlo todo, escribir, corregir aún más, es decir, mirar la escritura como una profesión seria”.
  • Enfocarse en la escritura, no en la publicación
    Mario Zetino recomienda a los escritores noveles que se enfoquen en “escribir los textos, y en comunicarse con otros a través de ellos, no en publicar (publicar vendrá como parte del cada proceso de escritura)”.
  • No cruzar los brazos
    Galán añade que “hay que dejar de esperar que un gobierno brinde su apoyo”, que eso sería lo ideal, pero que un escritor debe fraguar su propio camino.