El Salvador ha disfrutado de las picarescas aventuras de los personajes de Salarrué y ha recitado de memoria los hermosos versos de “El nido” de Alfredo Espino. Obras de escritores ilustres que han sido y son objeto de orgullo para los salvadoreños.
Sin embargo, el reflector se ha quedado fijo sobre estos grandes autores. Quienes hoy están escribiendo, construyendo cultura pese a las dificultades y haciendo libros de calidad internacional poco se conocen.
Las experiencias de los nuevos literatos resumen un camino sombrío para el desarrollo del oficio en el país. Pero en medio de esa oscuridad, existen proyectos ambiciosos de gestores culturales que están apostando a la promoción y difusión de productos literarios en las comunidades, iluminando un poco ese recorrido.
Los escritores aquí entrevistados comparten experiencias muy similares, entre tropiezos y progreso. A raíz de esas travesías, se ha logrado construir una especie de itinerario literario.
El primer encuentro: los talleres.
Si una persona ama estar rodeado de libros y de pronto siente el deseo de escribir, ¿habrá un lugar en el país donde pueda desarrollar ese llamado?
Según Susana Reyes, escritora y editora del sello Índole, sí hay lugares con ese objetivo pero son muy pocos.
Les llaman “talleres” y se imparten en la Casa del Escritor Salarrué, ubicada en los Planes de Renderos, el único lugar designado por el Ministerio de Cultura para la formación de escritores.
Poeta y docente de literatura
Alberto López Serrano, poeta y director de dicho centro de formación, detalla que allí “se han ofrecido talleres de poesía, narrativa breve, novela, dramaturgia, ensayo y escritura creativa. Además de brindar apoyo cuando en cualquier momento alguien se acerca a buscar la revisión de un texto”.
Aclara que los talleres tienen su programa de sesiones definidas que se desarrollan en dos o tres meses, la cantidad de sesiones y la variedad de lo que se imparta dependerá del dinero disponible para pagar a los facilitadores, y no todos son remunerados por el gobierno. Algunos reciben apoyo de un proyecto de la alcaldía de Panchimalco. “La Casa (del Escritor) pone el espacio y la promoción, la alcaldía paga al facilitador”, explica.