El corazón, frágil ánfora del amor

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Por Carlos Balaguer

2019-11-11 5:20:13

Antes de encontrar el amor tú llorabas y luego éste te hizo sonreír. Ama de tal manera que, cuando muera, en vez de llorar tú, sonrías al ver en ti lo hermoso que dejó. Nuestro corazón es la frágil ánfora de las mieles del amor. Un leve golpe de la vida puede romperlo y hacer que el amor se derrame y se pierda. Tendrás amor dentro de ti pero no la felicidad de darlo o la desdicha de haberlo perdido. No basta tenerlo. Hay que darlo a la vida, a quien va a tu lado en el sendero del destino. Y, por sobre todas las cosas, cuidar el frágil cáliz que lo guarda en tus profundidades.

La vida del prodigio de amar es finita. Tal vez dure un instante, unas horas, algunos años nuestro encuentro pero es mejor que nunca habernos encontrado y amado. Mañana puede ser que nos sintamos arrepentidos de no haber podido conocernos el alma y darnos todo el prometido amor. La vida es así, nos encontramos en algún lugar que nos depara el destino o el llamado “acaso”: en alguna alameda, en una vuelta del sendero. Allá donde encontramos la rosa del amor recién nacida, sin importarnos que al cabo del tiempo —como todo lo finito en la existencia— ella se seque bajo el sol y tan sólo nos deje su invisible perfume en algún viento pasajero o en las profundidades del recuerdo.