Medio siglo ha pasado ya desde que la televisión de emisión abierta de EE.UU. PBS emitiera el primer episodio de “Plaza Sésamo”, un programa que arrancaba en 1969 con el firme e innovador objetivo de educar a los niños, y que para ello se armó de un amplio abanico de marionetas que ahora auténticos iconos.
“Creo que es un ejemplo de que el programa más importante no tiene que ser el que tenga la mayor audiencia o el que sea la sensación del momento”, contó el historiador de televisión estadounidense Tim Brooks.
Creada por la productora de documentales Joan Ganz Cooney y el vicepresidente de la Carnegie Foundation, Lloyd Morrisett, la serie es responsable de célebres personajes como Cookie Monster, Big Bird, Elmo o Bert y Ernie.
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Su primer episodio, que hoy será proyectado en New York para celebrar sus 50 años de vida, llegó a la pequeña pantalla el 10 de noviembre de 1969, para tratar de contrarrestar programas infantiles centrados casi exclusivamente en la promoción de productos comerciales.
Ese primer episodio — que presentaba las letras W, S, y E así como los números 2 y 3 — se transmitió en un momento turbulento en Estados Unidos, sacudido por la Guerra de Vietnam y el asesinato de Dr. Martin Luther King acontecido un año antes. Los medios de comunicación, al igual que hoy, atravesaban cambios y disrupción.
Pero llegaron los creadores de “Plaza Sésamo” Joan Ganz Cooney y Lloyd Morrisett, que trabajaron con el psicólogo de la Universidad de Harvard Gerald Lesser para crear el enfoque de aprendizaje único del programa que ahora llega a 120,000,000 de niños. El famoso titiritero Jim Henson se encargó de las criaturas peludas.
“No se trataba de si los niños estaban aprendiendo de la televisión, sino de qué estaban aprendiendo de la televisión”, comentó Steve Youngwood, director operativo de Sesame Workshop.
Nadie más lo estaba haciendo. La programación infantil estaba compuesta de programas como “Captain Kangaroo” y las batallas violentas entre “Tom & Jerry”.
“No había nada que tuviera ni remotamente un componente educativo para todos los niños”, dijo Phillip Levine, profesor de economía en Wellesley College que ha estudiado la serie.
El programa fue diseñado por especialistas en educación y psicólogos infantiles con una meta: ayudar a los estudiantes de escasos recursos y pertenecientes a minorías, de entre 2 y 5 años, a superar algunas deficiencias que podrían tener al entrar a la primaría, pues desde hacía mucho los sociólogos habían detectado que los niños blancos y de clases sociales más altas solían llegar mejor preparados.
Así que no fue un accidente que la producción se desarrollara en una calle urbana con un elenco multicultural. La diversidad y la inclusión siempre fueron parte de él. Monstruos, humanos y animales vivían juntos en armonía.
Con el paso de los años, “Plaza Sésamo” se convirtió en el primer programa infantil en tener personas con síndrome de Down, títeres con VIH, en adopción, niños invitados en sillas de ruedas, además de lidiar con temas como padres que están en prisión, personas sin hogar, los derechos de la mujer e incluso niñas que cantan sobre amar su cabello.
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“‘Plaza Sésamo’ lidia con la realidad que viven los niños en la actualidad, y lo hace de una manera tan amigable para los niños y apropiada para su edad y desarrollo, que no sólo atrapa la atención de los niños sino de todos”, puntualizó el terapeuta Jerry Moe.
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