La diseñadora salvadoreña Johana Hernández abre su primera tienda en Beverly Hills para afincar sus diseños en el exclusivo mercado angelino que, según dice, debe abrir un espacio a las propuestas latinas, influenciadas por las manos migrantes.
El próximo siete de diciembre, la californiana arriba al vecindario de Rodeo Drive, la calle que alberga a los mejores diseñadores del mundo en Beverly Hills, con su marca “Glaudi”, una propuesta en la que trabaja hace casi ocho años y con la que ha cosechado triunfos que ella no creía posibles.
“Pensé que ser una diseñadora era un sueño no alcanzable para una muchacha como yo, soy salvadoreña, soy latina, vivía en Compton, que es una ciudad que no es popular”, explica Hernández, de 33 años.
En entrevista con Efe en su taller en Los Ángeles, esta hija de migrantes salvadoreños advierte que “no esperó empezar tan pronto ni tan rápido”.
Mirando hacia atrás, la diseñadora asegura que no era falta de fe o de confianza en su talento sino que el camino para los latinos sigue siendo cuesta arriba en Estados Unidos.
Un ejemplo de estas barreras y muros invisibles contra los que peleó la diseñadora es precisamente el lugar dónde abrió su primera tienda “Glaudi”.
Tras emerger como una de las diseñadoras promesa en el país, Hernández optó por instalar su primera tienda en Downey, una ciudad al este de Los Ángeles eminentemente latina, dónde ella creció y su familia está radicada.
“Todo el mundo me decía: ¿Por qué allí? Deberías ir a Beverly Hills”, recuerda.
La respuesta de esta joven empresaria es muy simple; había crecido en este barrio y entendía el gusto de los hispanos.
“Yo sabía que hay mucha gente que le gustan las cosas buenas y tienen que ir lejos para encontrar vestidos, y yo dije aquí tiene que ser mi primera tienda”, explica.
“Muchas marcas han empezado de lugares que no son un Beverly Hills. Es importante enfocarse en el producto, en la historia, la calidad de los diseños y saber que tus diseños están tan buenos que cualquier persona va a viajar donde tu estés”, agrega.