El actor detrás de “Marx ha vuelto” habla sobre la despedida de su personaje para El Salvador

Esta noche y durante el fin de semana el público salvadoreño disfrutará por última vez la pieza “Marx ha vuelto”, interpretada por Leandro Sánchez Aráuz en La Galera Teatro.

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Foto Por Sebastián Arias

Por Diana Orantes

2019-11-01 4:00:55

Durante 10 años la obra “Marx ha vuelto” se ha presentado en los teatros nacionales de El Salvador y en 11 países latinoamericanos.

La pieza es original del estadounidense Howard Zinn, pero cuenta con la adaptación e interpretación del argentino-nicaragüense Leandro Sánchez Aráuz.

Después de 269 funciones y ocho giras cerrará un ciclo de presentaciones en El Salvador con tres funciones en La Galera Teatro. La primera es hoy a las 8:00 p.m., mañana a la misma hora y el domingo 3 a las 5:00 p.m. La entrada General es de $6 y Estudiantes $4.

El actor, con 33 años de experiencia teatral, llevó su unipersonal al II Festival Internacional de Teatro en Pereira “Un paso a la escena”, el pasado 9 y 10 de octubre en Colombia. De esa experiencia y de sus planes venideros platicó con Trends.

¿Cómo estuvo esta gira?

Es la octava, y comprendió Costa Rica, Nicaragua y la participación en el festival de Colombia. A la gente le gustó la obra y aplaudió de pie. A uno, como artista, eso le recarga de energías.

El final de Marx para El Salvador es definitivo ¿Por qué?

De alguna manera necesito renovar el repertorio, descansar como Marx. Esta obra le exige mucho al actor. Es muy cansado cada vez que se representa, y en El Salvador los espacios están cada vez más reducidos. Ante la incertidumbre que se plantea con este Gobierno (específicamente con el Ministerio de Cultura) no se habla de planes. Ante una obra tan demandante prefiero cerrar el ciclo. Además, quiero enfrentar nuevos retos. A veces Marx no me deja explorar.

¿Podría presentarse en otros países?

Espero que llegue a Europa. Ya estoy en pláticas con gente interesada en Francia y España, pero todavía no se ha cuajado nada.

¿A qué se debe el éxito de Marx?

Según lo que apuntó la crítica internacional —porque en este país durante los 10 años no ha habido crítica que ayude a capturar público— es un trabajo muy bueno y yo me dedico al personaje totalmente. La historia es muy tierna y desmitifica mucho a ese Marx que ha estado eclipsado por su obra. El intento es descubrir una cara que poco se conoce de este filósofo que ha estado tergiversado.

¿Qué características tiene esta obra?
Tiene mucho humor, hace reír, reflexionar y te conecta con tus sentimientos. La gente va a ver cómo un actor se toca las tripas para que eso suceda.

¿Qué ha cambiado de Marx en esta década?

Que cada día la hago mejor. Cada función es mejor, eso es lo que va a gozar el público: una obra con kilometraje. Me pasa mucho, no se sienten los 85 minutos que dura. Es un acierto porque entretiene y los espectadores juegan un papel activo.

¿Cómo es el equipo que ha estado detrás de la obra?

Es un poco monopólico: el director soy yo, el relacionista público soy yo, el actor soy yo y el diseñador de vestuario también (…) Pero me apoyan en cada lugar que voy, por ejemplo, en la parte técnica. Mi sueño era hacer una obra que me cupiera en la maleta y viajar. Eso se ha cumplido. Hacer una obra de pocas cosas que se le pueda sacar mucho, porque menos es más y crear un espectáculo como este requiere de mucha valentía.

¿Cuáles son las gratificaciones que te ha dado Marx?

Que se conozca el tipo de teatro que estamos haciendo, no solo en El Salvador, sino que en la región. Suena extraño ver en carteleras de festivales internacionales el nombre de este país, pero que alguien recomiende a un grupo o colectivo de teatro salvadoreño es fundamental, porque se pone la nación en el mapa. Y bueno, la calidez de la gente al ver que se emocionan y las ovaciones… Ser aplaudido es para un actor algo que no tiene explicación, y luego, ganar el reconocimiento positivo de la crítica.

¿Qué huella dejó en cada lugar en que se presentó?

Creo que es el grado de humanidad del personaje. Es ver que la gente puede ser tolerante y menos prejuiciosa. Pero la máxima huella es que es hecha en El Salvador.

¿Recibió premios, nominaciones u otros reconocimientos?

El mayor premio es el aplauso del público y que la gente lo vea una y otra vez. No he participado en un festival que tenga premios y no lo he buscado, le rehúyo porque es un engaño, porque cuando estás en festivales donde lo más importante es un premio es muy sospechoso. Entran otras cosas en juego.

¿Qué sentimientos te genera empacar al personaje?

Es como despedirse de un amigo (…) A veces es necesario despedirse para volver a reencontrarse.