El Salvador, el que pagará más caro por construir una presa

En menos tiempo que El Chaparral, Costa Rica y Guatemala construyeron centrales a menor costo. El Salvador pagará $751 millones por El Chaparral, envuelta en litigios y corrupción.

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Por Alexander Torres

2019-10-14 6:00:57

En los últimos cinco años, Costa Rica ha generado más del 95 % de su energía eléctrica a través de fuentes renovables (hidro, eólica y geotérmica) lo que hasta le ha valido reconocimientos internacionales.

Guatemala no se ha quedado atrás, un proyecto que fue puesto en papel en 1991, demoró 20 años, pero se tradujo en cuatro centrales hidroeléctricas sobre el mismo río, el Cohabón, que generan 301 MW (megavatios). Es el complejo hidroeléctrico Renace, que costó $800 millones y está ubicado en la región de Alta Verapaz, donde entraron en operación las centrales Renace I (66 MW en 2004), Renace II (114 MW en 2011), Renace III (66 MW en 2012) y la última, Renace IV, que entró en operación en enero 2019 y genera 55 MW.

En El Salvador la construcción de la presa El Chaparral lleva 11 años y se espera que cuando inicie operaciones (en 2021) habrá costado tres veces su valor original; pero no solo eso, generará 67 Megawatts a un costo promedio de $11 millones por cada uno.

A juzgar por esa inversión de Renace (Recursos Naturales y Celulosas), cada MW de esas presas significó una inversión de $2.6 millones, y aportan a que Guatemala disponga de 60 % de su generación a través de fuentes renovables.

Mientras, en El Salvador la construcción de la presa El Chaparral lleva 11 años y se espera que cuando entre en operación (en 2021) habrá costado tres veces su valor original. Pero no solo eso, generará 67 MW, a un costo promedio de $11 millones por cada MW.

En 2008, cuando inició el proyecto El Chaparral, la Comisión Ejecutiva Hidroeléctrica del Río Lempa (Cel) calculó el costo en $207 millones, pero con abandono, millonarios pagos cuestionados, cambio de constructora y presunta corrupción de por medio, esa obra terminará costando $751 millones.

Para entender el encarecimiento del costo de El Chaparral se debe tener en cuenta el pago que en su momento hizo la Cel a la italiana Astaldi por $108.5 millones, esto durante la gestión del prófugo Mauricio Funes, quien es procesado porque recibió soborno de $3.5 millones de los italianos, según Fiscalía.

En 2011, la empresa italiana dejó abandonada la construcción con sólo 29 % de avance, pero llegó a un “arreglo directo” por el cual le pagaron como si hubiera sido el 50 %.

Y en enero de este año, la empresa rusa Tyazhmash, que retomó la construcción, advirtió a la Cel que han cambiado los costos y los plazos del proyecto, lo cual ha frenado el financiamiento y los desembolsos de los bancos al contratista.

De momento, la Presidencia de la República ha ordenado una auditoría técnica financiera para tener claro si vale la pena seguir adelante con ese ostentoso proyecto hidroeléctrico.

Si bien el valor más caro de una presa es su construcción y equipos generadores, y el agua es lo más barato o gratuito, se debe considerar el mantenimiento que implica una obra que, según el gerente de Energía de la Asociación Salvadoreña de Industriales (ASI), Francisco Quintanar, puede tener una vida 40 a 50 años.

Costa Rica a la cabeza

En los últimos 18 años el Instituto Costarricense de Electricidad (ICE) concretó inversiones que ahora les garantiza atender la demanda: pusieron en marcha tres centrales hidroeléctricas que generan 616.5 MW a un costo promedio de $4 millones por MW.

Entre esos proyectos está Reventazón, la presa más grande de Centroamérica, un proyecto que fue construido en menos de seis años por $1,500 millones, un monto que es el doble de lo que costará El Chaparral, pero que puede generar cuatro veces más energía: 305 MW.

Cuando el expresidente de Costa Rica, Luis Guillermo Solís, inauguró Reventazón, dijo que sus paisanos saben que “con sus dineros se construyen estas joyas de la ingeniería, en donde convergen el talento que es fomentado con educación, tecnología, innovación y el uso de recursos naturales”.

Apuestas por energía renovable

Y ahora que la apuesta por las energías renovables toma fuerza en otros países, El Salvador marcha lento en el tema; no obstante, Quintanar confirma que gracias a las inversiones privadas como las realizadas por ingenios azucareros -energía de biomasa-, en 2018 se redujo de 60 % a 18 % la generación térmica, que es a base de combustibles fósiles.

En el cono Sur, Chile apostó en la última década a diversos proyectos de generación eólica y de energía solar, más económica y eficiente. Y sobre esa misma línea, Colombia dispone de una de las mayores plantas de energía solar.

El gerente de la ASI cree que al margen de si el país llega a tener El Chaparral, los inversionistas privados tienen una apuesta definida por energía renovable y que los ejemplos son: la francesa Neoen, que instala una planta solar que generaría 140 MW a un costo de $150 millones. Es instalada en Puerto El Triunfo, Ozatlán y Jiquilisco, en Usulután. Se proyecta que comience a funcionar en 2020.

En Metapán, Ventus invierte $85 millones en una planta eólica para generar 54 MW (13 MW menos de lo que proyecta el Chaparral) y comenzará a operar en junio de 2020.

Y Energía del Pacífico desarrolla en Acajutla la que será la primera planta de gas natural (380 MW) a un costo de $850 millones. Se espera opere desde 2021. Quintanar confirma que esto indica porqué en los últimos cinco años creció en 30 % la capacidad instalada del país y todo con energías renovables.