La triple tristeza de Ana al despedir a sus hijos en la caravana de migrantes
Una vendedora ambulante lloró la partida de sus tres hijos. Los jóvenes no tenían otra salida que emigrar, ahora se encuentran en México trabajando con permisos temporales emitidos por el gobierno de ese país.
Ana Vilma Hernández, de 44 años, apenas sabe usar la tecnología que tiene su nuevo celular, no sabe mucho, pero asegura que ya aprendió a mandar audios y mensajes a través de whatsapp. Aprenderlo era urgente, ya que esa es la única vía de comunicación que tiene con sus dos hijos y su nuera que están en México, después que los tres emigraron desde El Salvador en la primera caravana en octubre pasado.
La mujer, junto con su esposo y demás hijos, vive en las afueras del cantón Ojo de Agua, de San Juan Opico, un lugar de calles polvorientas donde abunda la pobreza y la violencia. En la casa alquilada de Ana Vilma la señal de telefonía es deficiente, por eso no puede enlazar una videollamada con sus hijos a través de la aplicación de whatsapp.
Sólo se conforma con oír los audios de voz y las fotos que le mandan a cualquier hora del día. Alberto Hernández de 21 años y su hija Reina, de 18, quienes se comunican desde la ciudad de San Luis Potosí.