En El Salvador y en muchos países de Latinoamérica las empresas familiares representan entre 85 y 90 % del parque empresarial, aportando cerca del 60 % del PIB, sin embargo, siete de cada diez de ellas fracasa en la primera generación.
Varios expertos señalan los errores que cometen los negocios familiares y que los llevan al fracaso y entre los más comunes está tomar la empresa como su caja chica.
Jaime Solís de BDS asesores indica que este es uno de los indicadores más comunes, ya que los dueños o fundadores de la empresa y que son familiares entre sí, no llevan un orden y utilizan los fondos, ganancias o activos para pagar cualquier cantidad de cosas o incluso deudas personales, sin llevar un orden, lo que lleva al segundo mayor error “no establecer reglas o políticas claras empresariales”.
José Roberto Miranda Alegría, director ejecutivo de la Cámara de Comercio e Industria de El Salvador (Camarasal) explicó que “son varios los tipos de alertas que indican que hay problemas en las compañías”.
Otro de los más comunes está relacionado a conflictos personales que se derivan de situaciones familiares y que son ventilados en la empresa o viceversa.
También, “la falta de políticas y procedimientos claros genera desorden, gastos, pérdida de clientes y un mal clima organizacional. Todo esto repercute directamente en los resultados operativos del negocio”, señala el ejecutivo de la Cámara.
Esteban Brenes, exdecano de la Facultad y Maestrías del INCAE y experto en temas empresariales publicó en 2017 que uno de los entorpecimientos para el éxito de las empresas o negocios familiares es que “si no se han definido claramente los mecanismos de toma de decisiones y el liderazgo entre los hermanos, esta situación genera la formación de bandos y entorpece la toma de decisiones expedita”.
Brenes también hace ver en la publicación, que cuando no todos los miembros de la familia se han comprometido con el trabajo de la compañía y llega el momento de la división accionaria, surgen controversias, más aún al momento de la toma de decisiones.
Tomar la empresa como caja chica, no tener reglas, políticas, ni mecanismos claros, deriva en otro error, que es subir el salario a los ejecutivos de la empresa sin mérito, añade Solís.
“Establecer salarios no por méritos, sino por parentesco; le doy este ejemplo: el hijo se casa y tiene familia, entonces le aumentan el sueldo para que cubra sus necesidades; aunque, el puesto no de para establecer un salario tan alto”, ejemplifica el experto de BDS Asesores.
Según Miranda Alegría, en El Salvador se calcula que solo un 30 % de la empresas familiares pasa a una segunda generación y únicamente un 10% a manos de la tercera generación.