La edición XXXI del Premio Nacional de Cultura dejó como ganador al arquitecto y escultor Rubén Martínez, reconocido en el ámbito cultural salvadoreño como el creador de la icónica Iglesia El Rosario y tallista del Monumento Consititución y el Monumento a La Paz.
Fue a través de las redes sociales que la ministra de Cultura, Suecy Callejas, anunció el nombre de este consagrado artista salvadoreño como vencedor unánime de la distinción dedicada a las Artes Visuales, en la rama de técnicas escultóricas.
Y el nombre Rubén Martínez tiene una especial resonancia y una larga trayectoria en dicha categoría, tanto así que su obra pasa por monumentos, bustos, iglesias, relieves, vitrales, arte sacro, sagrarios y más.
De acuerdo con el jurado —conformado por Eleonora Sol, Rafael Alas, Yolanda Bichara, Salvador de la Mancha y Miguel Mira—, la selección de Martínez responde “a la trascendencia y legado que supera los 50 años de vida artística con obras de alto contenido histórico, cultural y modernista, conformado por más de 185 esculturas y 14 monumentos públicos”.
Una hoja de vida que satisfizo los criterios del concurso, pues se requería de escultores nacionales cuya creación artística constituyera “un aporte único y significativo a las Artes Visuales de El Salvador”.
Martínez lo ha hecho. Su cincelaje inigualable creó la alegoría a la justicia en el redondel Constitución, a José Siméon Cañas, custodiado ahora por el Museo de Arte de El Salvador (Marte), a José Matías Delgado en el Parque San José y a muchos otros personajes históricos.
Pero una de sus obras más colosales y sublimes fue diseñar y dirigir la construcción de la Iglesia El Rosario, esa edificación en forma de arco, con vidrieras cromáticas y sin pilares, ubicada al costado oriente de la Plaza Libertad.

Dentro de ella también destaca un vía crusis minimalista, forjado en hierro y cemento armado, que culmina con un Cristo resucitado en forma de espiral. Una obra irrepetible y única en América Latina, según expuso en un artículo de opinión el fallecido historiador y crítico de arte, Héctor Ismael Sermeño.
“Es un maestro de trascendencia excepcional, en la academia se estudia su arte y su obra con ansias de saciar con calidad y originalidad lo que los salvadoreños nos merecemos a lo largo de los procesos de transformación histórico cultural”, añadió el jurado a través de un comunicado de prensa, emitido por el Ministerio de Cultura (Micultura).
Y esa alta calidad y vanguardia en sus obras también se lucen en espacios públicos y colecciones privadas de Alemania, Costa Rica, Guatemala y Estados Unidos.
Biografía artística
Los inicios de Martínez en el arte se remontan a la construcción de objetos en el taller de ingeniería de su padre. Decidido por su gusto por crear, entró a estudiar ingeniería civil en la Universidad de El Salvador.
Pero su conocimiento en arquitectura se desarrolló y fortaleció al viajar por Estados Unidos y México, por compartir con especialistas europeos e inspirarse en las obras de reconocidos museos y galerías.

Aunque sus creaciones no siempre fueron bien recibidas, poco a poco Martínez fue consolidándose, hasta llegar a obtener en 2003 la distinción de Valor Cultural por parte del Consejo Nacional para la Cultura y el Arte (Concultura); el premio Ingenio 2008, otorgado por el Centro Nacional de Registros (CNR). Cuatro años después, el creador fue reconocido por la Asamblea Legislativa como Notable Escultor de El Salvador y en 2018, el entonces alcalde, Nayib Bukele lo declaró Hijo Meritísimo por su destacable trayectoria.
A sus 90 años, el arquitecto salvadoreño recibirá el máximo galardón cultural otorgado por el Estado salvadoreño, el que se hará efectivo en noviembre próximo.