Banco Azul puede considerarse para Carlos Araujo Eserski como la realización de un sueño que creyó terminarse el día en que el último banco de capital salvadoreño pasó a manos de inversionistas colombianos.
Tuvieron que pasar algunos años para que él y sus socios retomaran la idea de crear una sociedad de ahorro y crédito que fuera manejada por salvadoreños y para salvadoreños.
Por ley se requieren al menos $3 millones para crear una sociedad de ahorro y crédito y si se quiere establecer un banco, el monto requerido se eleva a más de $17 millones.
Analizando la situación, los antiguos socios decidieron convocar a los accionistas que una vez estuvieron con ellos en el anterior banco.
Araujo y los demás socios esperaban la asistencia de unas 100 personas como máximo pues sabían que la influencia anglosajona de los bancos, con sus enormes capitales internacionales, sería un factor que desanimaría a muchos de los accionistas a invertir en un banco privado.
Pero Araujo y sus compañeros se llevaron la sorpresa de su vida cuando a la reunión asistieron más de 500 personas, tantas que las sillas no alcanzaron para congregar a todos los interesados.
Pero además de eso, muchos de ellos estaban dispuestos a suscribir sus acciones de inmediato, motivados por la creación de un nuevo banco con capital 100 % salvadoreño.
Al final del día los más de 500 inversionistas dispuestos a participar suscribieron acciones por más de $5 millones.
“Lo lindo es que, sin yo darme cuenta, la gente no quería perder la oportunidad y quedarse fuera. Así fue como iniciamos y hemos desarrollado nuestro proyecto”, recuerda Araujo Eserski.
A la fecha, son más de 1,600 accionistas los que han suscrito sus inversiones con Banco Azul, que de hecho, ha pasado a llamarse Grupo Azul, pues ya incluye Seguros Azul Vida y Seguros Azul Daños y sigue creciendo a medida que avanza la demanda.