Investigación especial: La belleza turquesa del lago de Coatepeque esconde una trampa

El crecimiento poblacional, turismo sin educación ambiental y el color turquesa dificultan la labor de los pescadores. A pesar de los minerales de origen volcánico y la contaminación, miles de personas consumen el agua del lago.

El crecimiento poblacional, turismo sin educación ambiental y el color turquesa dificulta la labor de los pescadores. A pesar de los químicos de origen volcánico y la contaminación, miles de personas que consumen el agua del lago.

Por Nancy Hernández / Omar Martínez

2019-08-23 6:00:06

Salvador Alvarado es pescador desde los 11 años, ahora tiene 62 y la pesca sigue siendo su principal labor. Él ha vivido en la ribera del lago de Coatepeque toda su vida; dice ser testigo de los cambios y el crecimiento poblacional que a lo largo de los años ha afectado la zona.

Actualmente vive en la comunidad Casa Blanca del caserío Los Leones, jurisdicción de Santa Ana.

Don Salvador, como le llaman sus conocidos, dedica más de ocho horas al día a su oficio; por la mañana pesca con arpón, durante la tarde y noche lo hace navegando sobre las aguas del Coatepeque. Asegura que ahora es más difícil pescar porque antes abundaban más los peces en la zona.

“Todavía por los años 90 la pesca era buena, ahora como se ha repoblado tanto el caserío y por el turismo los peces se ahuyentan y se van a lo más profundo. Cuesta hacer lo del día, antes uno pescaba dos horas y era suficiente, pero ahora todo el día pasa pescando uno y solo se hacen 10 o 12 dólares”, dice mientras revisa su atarraya y se prepara para su jornada vespertina.

“El agua se pone blancuzca y los peces no se ven. Así no se puede arponear y cuando uno se sumerge cuesta más porque entre más profundo está uno, más blanca se ve el agua”

Salvador Alvarado, pescador del lago de Coatepeque

El sol está en lo más alto, la temperatura es de 34 grados centígrados y usa camisa con mangas largas para protegerse. Camina descalzo sobre la arena con el pantalón enrollado arriba de los tobillos y sube a su lancha de madera, un poco vieja y descolorida, pero bastante útil, según su opinión.

Dice estar seguro de que el ruido de las lanchas de motor ahuyenta a los peces, pero eso no es todo, porque considera que la población se ha duplicado en los últimos 20 años y cada vez hay más familias que dependen de la pesca.

“Ahora hay más competencia, somos más los que pescamos y los peces ya no alcanzan. El caserío y el turismo ha crecido y los pescaditos ya no alcanzan para todos”, dice sonriendo.

Al incremento de población y de turistas que causan la escasez de peces se suma la coloración del lago de Coatepeque. Salvador afirma que cuando el lago se torna color turquesa se dificulta más pescar porque ni al bucear pueden verse los especímenes.

Peces y coloración

“El agua se pone blancuzca y los peces no se ven. Así no se puede arponear y cuando uno se sumerge cuesta más porque entre más profundo está uno, más blanca se ve el agua”, relata Alvarado.

Don Salvador pesca en el lago de Coatepeque desde los 11 años.

Cuando el lago cambia de color, en las algas y piedras se adhiere un sedimento blanco. Estas partículas también quedan suspendidas en el agua y hacen que se vea blanca, según la explicación de Enrique Barraza, biólogo e investigador de la Universidad Francisco Gavidia (UFG).

El experto analizó este sedimento y los resultados preliminares mostraron que la sustancia está formada por silicio, calcio y oxígeno. Este ha sido el primer estudio hecho en el país con un microscopio electrónico.

“El agua tiene coliformes fecales, elementos químicos en su composición, metales pesados que son dañinos, y aunque se hierva el agua no se puede tomar”.

Fernando López, ministro de Medio Ambiente

“Aquí a cada rato nos vienen a decir que el agua está contaminada, que no la bebamos, pero no tenemos otra opción. Así como cae del chorro, así la tomamos y nos preparamos el café de la tarde. A veces nos enfermamos del estómago”

Salvador Alvarado, pescador del lago de Coatepeque

“Usualmente el calcio y silicio están asociados a colores turquesa en lagos y ríos, también a emisiones volcánicas subacuáticas”, explica.

Otra característica es que cuando se extrae y el agua se evapora se convierte en un polvo blanco o color ceniza. En Coatepeque están presentes minerales como potasio, sodio, arsénico, sales de azufre y la desgasificación que se da en el fondo del lago causa que estos minerales se precipiten (ver infografía página anterior).

“El color turquesa puede ser efecto de la refracción de luz porque el sedimento y minerales se reflejan”, concluye el experto.

Para Salvador y los demás que viven de la pesca, el maravilloso color turquesa que turistas nacionales e internacionales fotografían es un verdadero problema porque cada vez que el lago cambia de color, los pescadores deben de abandonar su oficio y dedicarse a otras actividades como la agricultura o venta de productos varios.

En junio pasado, el lago se vistió de turquesa por quinto año consecutivo y Salvador se enfrentó a la misma problemática. Sin embargo, la ventaja de esta ocasión fue que el ministerio “no le puso atención a la coloración” y no se prohibió la pesca.

El pescador recuerda que hace cinco años, cuando el lago cambió de color y fue foco de atención de las instituciones de Gobierno, les prohibieron que pescaran y vendieran los pescados extraídos del lago. Incluso, se prohibió el consumo de agua, ya que se desconocía si la coloración tenía relación con algún organismo tóxico que fuera dañino para la salud humana.

“Usualmente el calcio y silicio están asociados a colores turquesa en lagos y ríos, también a emisiones volcánicas subacuáticas”.

Enrique Barraza, biólogo e investigador de la UFG

“El color turquesa puede ser efecto de la refracción de luz porque el sedimento y minerales se reflejan en todo el lago y hacen el efecto”.

Enrique Barraza, biólogo e investigador de la UFG

Respecto a esta situación, asegura que los habitantes de la ribera del lago no obedecieron ninguna de las indicaciones, pues siguieron comiendo los guapotes de Coatepeque y bebiendo de su agua. “Nosotros conocemos este lago como la palma de la mano. No teníamos miedo, sabíamos que no había nada malo porque los peces no se murieron, nosotros buceamos y tampoco vimos nada en el fondo”, expone.

La población fue tan intrépida que incluso siguieron bombeando agua desde el lago para preparar la comida, café y beberla.

“Aquí a cada rato nos vienen a decir que el agua está contaminada, que no la bebamos, pero no tenemos otra opción. Así como cae del chorro, así la tomamos y nos preparamos el café de la tarde. A veces nos enfermamos del estómago”, dice mientras camina entre las casas de lámina de la comunidad Los Leones, jurisdicción de El Congo.

El agua del lago de Coatepeque no es apta para consumo humano porque tiene contaminación biológica causada por las heces fecales, contaminación física provocada por los desechos sólidos, contaminación por hidrocarburos y minerales pesados de origen volcánico, explica el ministro de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Marn), Fernando López.

Salvador Alvarado asegura que cuando el lago cambia de coloración es más difícil pescar

“El agua tiene coliformes fecales, elementos químicos en su composición, metales pesados que son dañinos, y aunque se hierva el agua no se puede tomar”, advierte el ministro.

A pesar de ello, según Marcos Antonio González, colaborador de Salud Ambiental de la Regional de Occidente del Ministerio de Salud, los inspectores y promotores de salud distribuyen en las comunidades el conocido puriagua y aconsejan a los pobladores que hiervan el agua o apliquen cloro para desinfectarla.

“En esta zona estamos fortaleciendo la estrategia del puriagua y potenciando el trabajo con las administradoras de agua. Las enfermedades que pueden padecer estas personas son gastrointestinales y parasitarias. La fiebre tifoidea y las diarreas se pueden agravar en esta zona”, dice el funcionario.

Asegura que se trata de educar a las comunidades y promover la desinfección del agua potable, pero al parecer los esfuerzos son insuficientes porque los pobladores, así como Salvador, no creen que esas acciones sean necesarias.

Extracción de agua

Salvador es el presidente del comité de agua de las comunidades Los Leones y Casa Blanca, y se encarga del sistema de bombeo que abastece a las dos comunidades donde hay 120 familias.

Las comunidades se turnan para abastecerse del vital líquido. El día que reciben el servicio cada familia aprovecha para llenar pilas, barriles y cántaros, el agua de este último depósito es destinada al consumo y preparar alimentos.

Al mes pagan una cuota mínima por el beneficio, los fondos son recolectados para el mantenimiento de las bombas. En toda la ribera hay 12 bombas para abastecer a las comunidades.

Además, hay otras dos bombas que extraen agua y a través de pipas llevan el líquido a comunidades que están fuera de la cuenca de Coatepeque, denuncia Alejandro Villacorta, director ejecutivo de Fundación Coatepeque.

“En los último años hemos observado grandes sistemas de bombeo que están extrayendo el agua de Coatepeque para llevarla a la parte alta. Conocemos de algunas zonas de El Congo y Santa Ana que se están regando con el agua que se está extrayendo a través de estos grandes sistemas de bombeo. El problema es que no hay control”, señala.

Quienes explotan el recurso no pagan tasas o impuestos por ello; sin embargo, sí venden el agua.

Asegura que a partir de 2005, la Fundación realiza mediciones permanentes de los niveles de agua, teniendo en cuenta las temporadas secas y de lluvia.

“En este año el lago ha disminuido 12 metros de distancia de playa, se puede hablar de 12 metros de aguas lineales”, explica Villacorta.

Por su parte Rubén Sorto, biólogo y coordinador de la Fundación, dice desconocer si esos sistemas de bombeo están autorizados por las alcaldías o alguna otra institución, pero considera que la situación es preocupante porque esta puede ser una de las causas de la disminución del nivel de agua.

Cuando el lago cambia de color un sedimento blanco compuesto de silicio, calcio y oxígeno se adhiere a las rocas y algas, según estudios de Barraza.

“El lago está perdiendo agua pero porque la están sacando y la están comercializando en urbanizaciones externas del lago. Las dos bombas grandes sacan constantemente cientos de barriles por minuto, esto es preocupante. Nadie tiene un control sobre eso, permisos no tienen”, afirma.

Esta situación es conocida por todos en el lago. Joaquín Ramos, un señor cercano a los 60 años, de la comunidad Casa Blanca, una de las de mayor crecimiento turístico y quien ha vivido toda su vida en la ribera de Coatepeque, maneja una opinión similar.

“Hace unos 50 años el lago tenía suficiente agua y peces, ahora que se está vaciando y hasta la pesca ha disminuido, el lago ha ganado de 75 a 100 metros de playa y cinco metros de forma vertical”, expone.

El crecimiento poblacional, turismo sin educación ambiental y el color turquesa dificulta la labor de los pescadores. A pesar de los químicos de origen volcánico y la contaminación, miles de personas que consumen el agua del lago.

Ramos dice que piensa hacerles un llamado a las autoridades competentes para que le pongan atención al lago, “porque si seguimos de esta forma dentro de unos 20 años no sé qué va a ser del lago”, expone con tristeza.

“No estoy en contra de los hermanos que agarran agua del lago, pero hay bombas que le dan agua a muchas comunidades que están retiradas del algo. Hay gente que se está lucrando de esta agua porque la está vendiendo”, expone.

Extracción de Agua

Un estudio presentado por Funde en 2007 reveló que en 2004, el volumen total de bombeo era de 160 litros por persona al día.“Afuera de la caldera existen varias áreas extremadamente desprovistas de cursos de agua y cauces de drenaje; es muy importante notar aquí que es precisamente por esta escasez de aguas que muchas de las comunidades que viven afuera de la caldera de Coatepeque instalaron bombas en el lago y redes de abastecimiento para distribuir agua a todas las comunidades que viven en estos pueblos”, se lee en el informe.Actualmente no existe un estudio sobre la extracción de agua, pero se considera que 22 millones 812 mil 500 barriladas de agua se extraen al año.

No obstante, el ministro López duda que el nivel del lago de Coatepeque disminuya por la extracción de agua, en cambio lo atribuye a factores naturales como la evaporación, el nivel friático y la topografía.

“El agua del lago ha bajado en los últimos años por diferentes causas, siempre baja por evaporación, extracción, pero baja más por la comunicación que tienen con los mantos friáticos de la zona. Hay estudios que demuestran que el lago está conectado con el valle de Zapotitán. Hay varios componentes, obviamente si se le extrae agua al lago va a bajar el nivel, pero no es la única causa, incluso está el componente geológico”, expresa el ministro de Medio Ambiente.

El lago de Coatepeque seguirá siendo uno de los principales atractivos turísticos del país y uno de los recursos naturales más expuesto a la contaminación, por ello es necesario que las alcaldías de Santa Ana, El Congo e Izalco, así como los ministerios de Medio Ambiente y Salud ejecuten de forma coordinada iniciativas medioambientales que conlleven a la conservación del manto acuífero.

Mientras tanto, las 8,000 personas que viven en la ribera del lago seguirán pescando, bebiendo agua contaminada y esperando beneficiarse un poco del turismo que la maravilla turquesa atrae.

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