Investigación especial: La belleza turquesa del lago de Coatepeque esconde una trampa
El crecimiento poblacional, turismo sin educación ambiental y el color turquesa dificultan la labor de los pescadores. A pesar de los minerales de origen volcánico y la contaminación, miles de personas consumen el agua del lago.
Salvador Alvarado es pescador desde los 11 años, ahora tiene 62 y la pesca sigue siendo su principal labor. Él ha vivido en la ribera del lago de Coatepeque toda su vida; dice ser testigo de los cambios y el crecimiento poblacional que a lo largo de los años ha afectado la zona.
Actualmente vive en la comunidad Casa Blanca del caserío Los Leones, jurisdicción de Santa Ana.
Don Salvador, como le llaman sus conocidos, dedica más de ocho horas al día a su oficio; por la mañana pesca con arpón, durante la tarde y noche lo hace navegando sobre las aguas del Coatepeque. Asegura que ahora es más difícil pescar porque antes abundaban más los peces en la zona.
“Todavía por los años 90 la pesca era buena, ahora como se ha repoblado tanto el caserío y por el turismo los peces se ahuyentan y se van a lo más profundo. Cuesta hacer lo del día, antes uno pescaba dos horas y era suficiente, pero ahora todo el día pasa pescando uno y solo se hacen 10 o 12 dólares”, dice mientras revisa su atarraya y se prepara para su jornada vespertina.
“El agua se pone blancuzca y los peces no se ven. Así no se puede arponear y cuando uno se sumerge cuesta más porque entre más profundo está uno, más blanca se ve el agua”
Salvador Alvarado, pescador del lago de Coatepeque
El sol está en lo más alto, la temperatura es de 34 grados centígrados y usa camisa con mangas largas para protegerse. Camina descalzo sobre la arena con el pantalón enrollado arriba de los tobillos y sube a su lancha de madera, un poco vieja y descolorida, pero bastante útil, según su opinión.
Dice estar seguro de que el ruido de las lanchas de motor ahuyenta a los peces, pero eso no es todo, porque considera que la población se ha duplicado en los últimos 20 años y cada vez hay más familias que dependen de la pesca.
“Ahora hay más competencia, somos más los que pescamos y los peces ya no alcanzan. El caserío y el turismo ha crecido y los pescaditos ya no alcanzan para todos”, dice sonriendo.
Al incremento de población y de turistas que causan la escasez de peces se suma la coloración del lago de Coatepeque. Salvador afirma que cuando el lago se torna color turquesa se dificulta más pescar porque ni al bucear pueden verse los especímenes.
Peces y coloración
“El agua se pone blancuzca y los peces no se ven. Así no se puede arponear y cuando uno se sumerge cuesta más porque entre más profundo está uno, más blanca se ve el agua”, relata Alvarado.