El doctor Matías Romero, miembro de la Academia Salvadoreña de la Lengua, es uno de los lingüistas que ha investigado el habla de los salvadoreños. Su Diccionario de Salvadoreñismos, publicado en 1996, incluye un listado de gentilicios y apodos, la mayoría de los cuales sigue vigente. El Diario de Hoy conversó con él para indagar cómo se forman los gentilicios, qué los diferencia de los apodos y cómo llevó a cabo su investigación.
Dado que tenemos municipios en El Salvador con nombres muy curiosos, surgieron las preguntas: ¿cómo les llaman a los habitantes de cada municipio?, ¿qué es un gentilicio y cómo se forma?
Todas esas preguntas hay que irlas determinando.. son muy interesantes y no todas fáciles de contestar. Por ejemplo, eso de cómo se forman, pues se forman con el tiempo. No es fácil determinar cuándo y porqué comenzó a llamarse de tal manera a un municipio.
¿Cómo fue que se interesó por investigar los gentilicios salvadoreños?
Fue cuando el doctor Eduardo Ritter Aislán era embajador de Panamá aquí en El Salvador. Un señor de familia alemana-panameña que se identificó con El Salvador y que vivió aquí los últimos años de su vida. Un buen día el doctor Ritter me dijo que si yo podía informarle sobre los gentilicios. Entonces me puse a curiosear, a trabajar, a preguntar para contestar la inquietud del doctor Ritter. Coincidió que, por ese mismo tiempo, el Ministerio del Interior organizaba cursos de idioma para los locutores de radio y hubo varios cursos que me tocó organizar. como yo vi que al Ministerio del Interior llegaban locutores de todo el país, desde los lugares más remotos de oriente hasta Metapán y Texistepeque, era una magnífica ocasión para preguntarles a todos ellos sobre los gentilicios, y ese fue el trabajo que hicimos con los muchachos. Ocasión mejor no podía haber, porque ahí había locutores de todo el país; recogí información por medio de ellos, no solo de los gentilicios, sino de algo que va acompañado como gentilicio: los apodos.
Por ejemplo, que a los santanecos les dicen orgullosos; que a los de Ahuachapán les dicen tacaños; que a los de mi pueblo Dulce Nombre de María les dicen pezotes; que a los del pueblo cercano a San Rafael les dicen mapaches; que a los del otro pueblo, Santa Rita, les dicen los chorreados; esos apodos son importantes porque a veces funcionan más que los gentilicios a la hora de las conversaciones. Fue ahí como yo me puse a recoger los gentilicios, están en el Diccionario de Salvadoreñismos, pero hace falta un trabajo: irlo poniendo por lugar geográfico. Chalatenango, tal. Santa Ana, tal, por departamento. Por municipios, por pueblos y por diferentes lugares. Yo lo que hice fue recoger los diferentes nombres y los puse por orden alfabético.
Puedes leer: ¿Cómo les llaman a los habitantes de cada municipio del país?
¿Gentilicio y apodo son dos cosas diferentes? ¿o podemos considerar un apodo como gentilicio?
(…) El apodo tiene cierto carácter negativo, pero no siempre. A veces es una manera de identificar, no es siempre ofensivo y es un gentilicio. Es gentilicio porque sirve para identificar a la gente de una determinada región, se le identifica por un gentilicio gramaticalmente reconocido o por un apodo que tiene uso popular y que a veces ha sido incorporado a la lengua oficial. O sea que es muy importante el apodo.
¿Como el caso de los viroleños?
Los viroleños, según lo que yo sé, es una degeneración del apellido Guirola y que la gente en vez de decir Guirola, porque era un apellido raro, decía “virola” de ahí viene viroleños.
Si una persona ignora el gentilicio de un lugar, ¿puede formarlo uniendo la raíz del nombre del lugar con las desinencias -eño, -eno, -eco, -ense?
Sobre eso no se puede dar una norma porque, como usted ha dicho, se trata de alguien que ignora el gentilicio. Eso de ignorar un gentilicio e inventárselo uno, es un poco aventurado, pero se puede.
¿Podemos construir nuevas palabras?
¡Claro que sí! Ahí tienen el caso de los Estados Unidos. Estados Unidos, estadounidense. Ellos se llaman americanos, pero eso de América es un robo que ha caracterizado a los ingleses y que me van a venir a matar por decir esto: han sido ladrones históricamente, los ingleses se han robado países enteros (…) y así los americanos se han robado el nombre porque se llaman Estados Unidos de América. ¡Si América somos todos! y solo ellos se llaman americanos. (…) Ese es un robo histórico lingüístico para hablar palabras un poco fuertes. (…) ¡Imagínese El Salvador! El Salvador ha aceptado lo de guanaco y nosotros mismos nos llamamos guanacos y decimos guanaquilandia.
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Escuchando cómo hizo la primera investigación sobre gentilicios, ¿cree que llamar a las alcaldías y preguntar cómo les dicen a los habitantes de ese municipio es la mejor manera de conocer los nombres?
No le da resultado eso, porque se va a topar en las alcaldías con gente que no tiene interés por esas cosas, que no conoce. ¡Nada de alcaldías! Ya más (efectivo) sería la Casa de la Cultura y no preguntar, sino ir allá y preguntar, tener contacto con la gente y eso lleva mucho tiempo. Esa investigación me llevó muchos años. Eso es cuestión de una afición especial, gusto por las palabras, curiosidad de las palabras, que no es lo mismo el celo gramatical que tiene el licenciado (Carlos) Zas. Zas no es un lingüista, Zas es un gramático. Es un hombre celoso de la gramática, defensor de la gramática, pero el lingüista es otra cosa, no anda buscando lo correcto, anda buscando lo real, lo que realmente existe. (…) ¿Es correcto decir viroleño? No se trata de eso, se trata de que esa palabra existe y se usa. (…) Ahora si me dice que es correcto llamarle “chorreados” a los del pueblo de Santa Rita, si se lo dice a un riteño le puede tirar una pescozada porque lo toman como una ofensa.
Hay que distinguir, es muy importante, entre la corrección gramatical y la investigación lingüística. La lingüística estudia la relación de las lenguas, el origen de las palabras, el uso real de las palabras. Así que… me estoy acordando ahora de los tiempos históricos con la relación que había entre los griegos y los romanos; decir griegos era decir lo máximo de la filosofía. Lo más alto a donde llegó la metafísica. El arte, la mitología. (…) Grecia es insuperable en ciertas cosas. Imagínese, ¿quién no habla ahora de Venus, de Atenea, de Hércules, de Apolo?
¿Cuánto tiempo le llevó recopilar todos los gentilicios?
(…) Esta afición me viene a mí a mediados del siglo pasado y cuando entré a la Academia (Salvadoreña) de la Lengua comencé a aprovechar lo que había venido trabajando. No tengo idea de cuánto tiempo me llevó. Fue una afición que he tenido a las palabras y no solo a las palabras sino al idioma total. Para comprender bien un idioma es necesario saber algo o mucho de los otros idiomas. ¿Cuántas palabras nos vienen del inglés, cuántas palabras tenemos del francés o cuántas palabras nos vienen del alemán? Entonces, para entender bien el castellano hay que saber relacionarse con el inglés, con el francés y con nuestros padres que son el latín y el griego.
¿Qué es lo más usado en nuestro país? ¿Los gentilicios o los apodos?
Lo más usado son los gentilicios. El apodo es una especie de gentilicio, pero le llamamos gentilicio al que está reconocido gramaticalmente. El gentilicio es el usado, claro. No voy a decir yo a los de Ahuachapán “los tacaños”, digo los ahuachapanecos.
¿Cuáles gentilicios o apodos le parecen más curiosos de la lista que usted ha recopilado?
Comencemos por los viroleños, es el más curioso porque eso de virola no tiene que ver con algo. Es una cosa casual. El otro gentilicio o apodo curioso puede ser nuestro apodo “guanaco”… Yo leí que era una manera despectiva que tenían los guatemaltecos para referirse a los salvadoreños. Para ellos Guatemala era todo Centroamérica y alguien dijo ‘aquí lo que vale es Guatemala, lo demás es puro guanaco’; o sea, lo demás no valía la pena; eran guanacos, animales bobos.
¿De dónde vino la semejanza con el animal guanaco?
No lo sé. Hay teorías e interpretaciones, pero no lo sé. ¿Por qué nos identificaron con el guanaco? No es un animal de carga. El guanaco no sirve para la carga, para el transporte, es un animal manso, bobo.