María Teresa tiene 47 años y al menos desde hace 3 sufre de incomodidad y dolor durante las sesiones sexuales con su esposo. Está consciente de que en la actualidad atraviesa por el climaterio y que su organismo registra una diversidad de cambios hormonales, pero esas molestias le afectan no solo físicamente sino también de forma emocional.
Ha conversado con su pareja sobre su situación, pero siente que él se ha preocupado poco. Esa falta de interés también la afecta y no termina de hacerse de valor para conversarlo con su médico.
Si ella logra superar esa timidez y pedir ayuda a un especialista, descubrirá que las relaciones sexuales dolorosas son más comunes de lo que imagina entre el sexo femenino.
El coito con dolor es conocido entre los médicos como dispareunia y puede producirse por una diversidad de razones, que van desde problemas estructurales hasta preocupaciones psicológicas, según la Clínica Mayo.
La también ama de casa y madre de dos hijos suele experimentar la molestia al inicio de la penetración. Aunque a medida que pasan los minutos la incomodidad disminuye, al terminar el encuentro sexual el dolor persiste por varias horas.
La sexóloga y psicoterapeuta española Rosa Abenoza, del Instituto de Medicina Sexual de Madrid, explicó al sitio Efesalud que el coito doloroso es frecuente en mujeres que han pasado por un parto, pero sobre todo en las menopáusicas.
“La mucosa se atrofia, se puede abrir como cuando se nos cortan los labios y aparecen pequeñas heridas, lo que causa molestias en las relaciones sexuales”, detalla la especialista.
El ginecólogo y sexólogo Marcos Javier Cuerva, en artículo elaborado por Hans Klaus Techt para la agencia EFE, afirmó que entre “un tercio y la mitad de las mujeres experimenta algún tipo de patología sexual, como bajo deseo, dificultad para la lubricación, dolor durante el sexo, falta de placer o la incapacidad para alcanzar el orgasmo”.
Por ello es tan importante brindar un acompañamiento a las mujeres y ofrecerles asistencia especializada de una forma multidisciplinar. Obviamente, la participación de la pareja es crucial.