La responsabilidad del que ve para otro lado

¿Cuántos ministros no conocían el saqueo sistemático que ocurría en los gobiernos de Saca o de Funes? ¿Cuántos empleados bancarios eran testigos del trasiego de las bolsas de dinero retirados irregularmente de las bóvedas del banco? ¿Cuántos integrantes del Batallón Presidencial fueron testigos del accidente del Ferrari o de otros casos de accidentes de tránsito, que han tenido víctimas mortales, cometidos por familiares o miembros cercanos a Casa Presidencial? ¿Cuántos funcionarios de la Corte de Cuentas conocían que otorgar “finiquitos exprés” era ilegal?

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La cantante Thalía muestra sus dotes como trapecista. Foto/Instagram

Por Max Mojica

2019-08-04 8:21:52

Oskar Groening, un apacible anciano alemán, fue juzgado a sus 93 años en la ciudad de Hanover. ¿Su delito? Ser el contador de un lugar creado y dedicado exclusivamente para funcionar como una industria de la muerte: Auschwitz.
El Sr. Groening fue, hasta su muerte, un ciudadano alemán modelo. nunca disparó un tiro, nunca mató a un judío, su rol en Auschwitz fue actuar como contador. Él contabilizaba las joyas, dinero y oro (muchas veces incrustado en los dientes), que acompañaba a los judíos en su ruta de muerte.

La fiscalía alemana consideró que era “co-responsable pasivo”, al haber prestado sus servicios profesionales a la maquinaria nazi de la muerte y, como tal, merecía ser juzgado por haber actuado como una pieza clave en el Holocausto.

Con su juicio se abrió una nueva era en la que se permite juzgar a los “colaboradores pasivos” de crímenes cometidos. Éstos, si bien es cierto nunca jalaron el gatillo, sirvieron con sus habilidades o con su silencio a regímenes criminales o tiránicos, para que éstos pudiesen llevar a cabo sus atrocidades.

Como resultado del juicio, el apacible anciano, que caminaba con andaderas, fue condenado a 4 años de prisión por los actos ocurridos hacia 70 años, cuando no era más que un joven de las SS, de 21 años, lo cual nos manda un mensaje: la justicia no olvida y algún día alcanza a los victimarios.

El juicio del Sr. Groening debe hacer reflexionar a la clase política salvadoreña y a nosotros como ciudadanos. En El Salvador los presidentes electos, desde 1999 hasta 2009, han sido señalados por actos de corrupción. Un estrecho circulo de sus operadores políticos, funcionarios y amantes, han sido juzgados por corrupción, pero yo me pregunto ¿será que únicamente ese pequeño circulo de allegados sabía lo que estaba ocurriendo? ¿Eran los demás funcionarios y asesores ajenos al saqueo del erario que estaba ocurriendo?

Una de las particularidades del juicio del “contador de Auschwitz” fue que él, al rendir su testimonio, declaró que sabía lo que les esperaba a los judíos tan pronto bajaban de los vagones del tren que los dejaba en su ruta hacia la muerte. Y aún así decidió no hacer nada: renunciar a su puesto, solicitar un traslado, algo. Por el contrario, continuó ejerciendo su puesto de burócrata en esa satánica maquinaria de muerte.

Guardando las distancias, con la corrupción salvadoreña ocurre algo parecido: los funcionarios saben lo que ocurre, pero optan, por conveniencia, voltear a ver para otro lado. Alegar demencia para no pelearse con el “poderoso de turno”, para no perder sus prebendas.

¿Cuántos ministros no conocían el saqueo sistemático que ocurría en los gobiernos de Saca o de Funes? ¿Cuántos empleados bancarios eran testigos del trasiego de las bolsas de dinero retirados irregularmente de las bóvedas del banco? ¿Cuántos integrantes del Batallón Presidencial fueron testigos del accidente del Ferrari o de otros casos de accidentes de tránsito, que han tenido víctimas mortales, cometidos por familiares o miembros cercanos a Casa Presidencial? ¿Cuántos funcionarios de la Corte de Cuentas conocían que otorgar “finiquitos exprés” era ilegal?
¿Qué diremos de ellos? ¿Acaso podemos considerar únicamente culpable al funcionario corrupto, pero no al resto? ¿No son culpables aquellos que voluntariamente optaron por voltear a ver para otro lado? ¿Por colaborar con la maquinaria de corrupción? ¿No es su silencio… culpable?

El juicio contra el Sr. Groening es el juicio contra la conveniencia, silencio y complicidad. A la par de los acusados por la Fiscalía salvadoreña fueron juzgados también todos aquellos políticos que supieron lo que pasaba y optaron por voltear a ver para otro lado, mientras permitían que ocurriera el saqueo al erario, que implicaba tener menos medicinas en los hospitales, menos escuelas, menos recursos para la Fiscalía y Policía.

Ellos, los cómplices silenciosos, son tan culpables como el corrupto que se benefició de los dineros extraídos ilegalmente. Esta columna está dedicada a todos ellos, muchos de los cuales aún continúan en puestos de gobierno. ¿Nuestro consuelo? Igual que le pasó al Sr. Goening, les recuerdo: la justicia tarda, pero no olvida.

Abogado, máster en leyes. @MaxMojica