LIMA. Después de 14 años de práctica, sigue adelante luchado por las pesas. Es su pasión. Está en Lima, en sus terceros Juegos Panamericanos, pero los últimos años no han sido de los mejores resultados. Llegó a Perú después de haber sido cuarto en Toronto 2015, un muy buen resultado, opacado este sábado con terminar octavo.
Sí, Julio refleja en su semblante ese puesto. El pesista terminó su competencia de 61 kilos con un total de 242, después de un arranque de 105, y dos intentos de levantar más frustrados; y un envión de 137. El ganador del evento masculino de esta categoría fue el colombiano hombre del récord panamericano Francisco Mosquera (132 arranque, 170 envión, 302 total).
Y el rostro de Julio muestra la mezcla de frustración, molestia y desconsuelo. Pero detrás de eso, hay algo más en su vida. “Pero no es una excusa”, aclara, antes de seguir contando. Y sí, no quiere achacar a una enfermedad el último puesto de Lima.
Pero tiene que ver la salud, como él lo expone, en su desarrollo último deportivo. Y sigue: “En el transcurso de todo el ciclo olímpico, no me ha ido muy bien. Fue en 2017, cuando me diagnosticaron una deshidratación aguda, como me dijo el médico. En los entrenamientos no sentía ánimos para entrenar. Busqué una forma de recuperarme, me dijeron que tenía que tomar más líquidos. Pero no me dieron tratamiento, sino que solo me dijeron que tenía que hidratarme mucho”.