Familias enteras y algunas que perdieron a sus parientes en suelo hondureño fueron expulsados a partir de junio de 1969. Muchos llegaron huyendo por las Frontera de El Poy, en Chalatenango o El Amatillo, en la Unión.
A través de las noticias que emitía Teleprensa de El Salvador, los salvadoreños se enteraban de que compatriotas eran expulsados de Honduras. Pero también se entretenían con los programas televisivos Festival de Cartones (caricaturas), Ultraman, Mi Marciano Favorito y con la lucha libre profesional, cuyas figuras principales eran The Tempest, El Bucanero, Zaz Primero y Sordo “mudo” Cruz, entre otros.
Unos años después, Kapuscinski escribió sobre el fútbol y recordó que en su estancia en Honduras vio grafitis en las paredes de la capital que decían: “Nadie le gana a Honduras” y “Vamos a vengarnos de ese 3-0”, según publicaciones periodísticas.
“Esos partidos de fútbol no fueron la causa, pero sí fueron un detonante y tuvieron un rol importante en este conflicto”, aseguró a El Diario de Hoy el historiador salvadoreño Carlos Pérez Pineda, autor del libro “El conflicto Honduras-El Salvador, Julio 1969”, entrevistado con motivo de los 50 años de esa guerra.
En ese libro plasma el resultado de sus investigaciones, un tanto las motivaciones y el entorno político y social que rodeaba a ambas naciones previo a la guerra.
Lo cierto es que los problemas se agudizaron tras el segundo encuentro en el estadio de Flor Blanca, pues hubo algunos incidentes contra los aficionados visitantes ; la noche y madrugada previas al encuentro, cientos de aficionados salvadoreños se apostaron en las afueras del Hotel Gran San Salvador, donde estaban hospedados los “catrachos”, con mariachis, cohetes de vara y sonidos de bocinas de los autos con el fin de no dejar dormir a los seleccionados hondureños.
La prensa hondureña destacó los incidentes en el Flor Blanca, pero agregó que hondureñas que habían asistido al partido de fútbol habían sido violadas frente al público, lo cual nunca se comprobó, pero encolerizó aún más a los hondureños que la emprendieron con más furia contra los compatriotas en ese país.
El coronel retirado del ejército hondureño César Elvir Sierra sostiene en su libro “La gran conspiración del gobierno salvadoreño para la guerra de 1969” que “los días 13, 14, 15 y 16 de junio se produjeron varios incidentes en contra de los futbolistas y seguidores del equipo nacional. Por la contundencia con que se realizaron, se puede establecer que estaban bajo la influencia de la hostilidad hacia Honduras”, citó BBC News en 2009.
“De un problema deportivo, es cierto hubo desórdenes, hubo acosos, eso era un incidente futbolístico. Establecieron un vínculo muy nefasto entre lo que había ocurrido en Flor Blanca y los alrededor de 300,000 salvadoreños (que vivían en Honduras) que no tenían culpa de nada. Yo tengo testimonios que después del gol empezaron ya la violencia en el mercado central de Tegucigalpa contra las locatarias salvadoreñas”, relata Pérez Pineda.
Este era uno de los mensajes que circulaban en Honduras que refleja el mal trato a los compatriotas que residían en ese país.
El mismo autor del gol de la victoria salvadoreña, Mauricio “Pipo” Rodríguez, reconoció años después que el encuentro deportivo nada tuvo que ver en la declaración de guerra entre ambos países.
“Para mí ese gol siempre va a ser una fuente de orgullo deportivo. De lo que estoy seguro ahora es que las autoridades y los políticos usaron esa victoria para glorificar la imagen del país. La gente estigmatizó ese gol como si hubiera sido el detonante de la guerra. Igual, la guerra hubiera comenzado con o sin ese gol”, dijo Rodríguez décadas después de ese memorable partido.
El entonces canciller salvadoreño, Francisco José Guerrero, dijo que cerca de 12,000 salvadoreños habían dejado Honduras después del segundo partido debido a “una persecución, proveniente de un partido entre ambas selecciones”, apuntan los reportes periodísticos.
Los orígenes de la guerra
En su libro, Pérez Pineda plantea que “el problema migratorio no resuelto entre El Salvador y Honduras se convirtió en una de las causas principales del conflicto armado de julio de 1969. Otro de los motivos de la tensión existente en 1969 entre los dos países era la hostilidad en los medios empresariales y comerciales hondureños hacia su contraparte salvadoreña, debido a la convicción de que los salvadoreños obtenían beneficios desproporcionados del Mercado Común Centroamericano a costa de Honduras”.
La región centroamericana había iniciado el proceso integracionista que caminaba a paso lento, pero que vislumbraba un futuro prometedor trabajando en bloque ante las potencias y mercados internacionales.
Pero ese descontento de los empresarios hondureños se sumó a las presiones que los movimientos campesinos comenzaron a ejercer hacia el gobierno de Oswaldo López Arellano, a través de la Federación Nacional de Agricultores y Ganaderos de Honduras (FENAGH) sobre el Instituto Nacional Agrario (INA), agencia gubernamental encargada de dirimir las disputas de tierras.
Esas presiones se enfocaron en los salvadoreños que muchos años atrás habían migrado y se habían asentado en tierras ociosas hondureñas que pronto las convirtieron en campos productivos.
Elsa Consuelo Ventura acompañada de sus cinco hijos después de escapar de Honduras. Su esposo Carlos Sandoval Fuentes, de profesión radio técnico, fue fusilado por soldados hondureños frente a la familia en plena vía pública. Uno de los soldados atravesó la garganta de la víctima con su yatagán para estar seguro que había muerto. Foto publicada en la portada del Diario Latino el 12 de junio de 1969.
Así comenzó la persecución de salvadoreños por parte de grupos de pobladores que denominaron “Mancha Brava” y fueron acuerpados por jefes militares que asesinaron y violaron a mujeres salvadoreñas, y los sacaron del país por las fronteras del Amatillo y El Poy solo con unas pocas pertenencias, según publicaciones de la época.
En El Salvador, el presidente Fidel Sánchez Hernández enfrentaba sus propios problemas. “En 1966, 1967 y 1968, exitosos movimientos huelguísticos protagonizados por conductores de autobuses de la capital, médicos y estudiantes de medicina, los maestros organizados en la Asociación Nacional de Educadores Salvadoreños (ANDES 21 de Junio) y por sindicatos y federaciones sindicales de trabajadores demandaban básicamente mejores salarios y mejores condiciones laborales”, expone el libro de Pérez Pineda.
Lo anterior lo hacía temer un nuevo estallido social que ponía en peligro la estabilidad de su gobierno.
Presiones ante la pasividad del Gobierno
Pese al cada vez más masivo éxodo de compatriotas, el gobierno de Sánchez Hernández no asumía una postura enérgica ante lo que estaba sucediendo en Honduras con los salvadoreños y solo la Cruz Roja Salvadoreña realizaba las tareas de atender a los centenares de expulsados.
El gobierno tomó acción hasta que las gremiales empresariales, de industriales, sindicales, Universidades y asociaciones de abogados, entre otras, publicaron sendas protestas por la débil postura del presidente Sánchez Hernández y lo exhortaron a dar una respuesta enérgica y contundente al gobierno de Honduras.
Fue así que se organizó el denominado Bloque de Unidad Nacional en el que estaban representadas las fuerzas vivas del país.
“El 26 de junio de 1969 a las 23 horas y 30 minutos, el canciller salvadoreño Dr. Francisco José Guerrero entregó al encargado de Negocios de la embajada hondureña una nota dirigida al ministro de Relaciones Exteriores de Honduras, Dr. Tiburcio Carías Castillo, comunicándole que el Gobierno de El Salvador había resuelto romper relaciones diplomáticas con su gobierno a partir del momento del recibo de dicha nota”, establece Pérez Pineda en su libro sobre la guerra.
Pese a la intervención de la Organización de Estados Americanos (OEA) que llamó a ambas naciones a bajar las tensiones y evitar una guerra, el 14 de julio a las 16:10 horas El Salvador envió varias aeronaves a territorio hondureño con lo cual se inició oficialmente la llamada Guerra de las 100 Horas o de Legítima Defensa.
Las imágenes que perduran a 50 años de la guerra de las 100 horas
Desde abril de 1969 la situación de los compatriotas que residían en Honduras se comenzó a volver hostil. Miles de salvadoreños escaparon asediados por militares y manchas bravas. Hubo ejecuciones y linchamientos. En varias ciudades del país surgieron campamentos de desplazados que recibieron la solidaridad espontanea de los ciudadanos. La situación estallo hasta el 14 de julio cuando El Salvador invadió Honduras. Estas son imágenes publicadas en los diarios locales antes de esa fecha.