El debate sobre Cataluña volvió de manera inédita en Francia estos últimos días.Tras las elecciones municipales en Barcelona, el 26 de mayo pasado, un ex jefe de gobierno francés, Manuel Valls, cuyos padres eran catalanes, lanzó su candidatura a dicha alcaldía.
Llegó en cuarta posición con el apoyo del partido Ciudadanos, clasificado en centro derecha, que finalmente aportó de manera sorpresiva sus votos a la alcaldesa saliente Ada Colau, ofreciéndole las llaves de una reelección.
Ha sido, sin duda, una bofetada para el líder local independentista Ernest Maragall, que ya pensaba administrar la capital catalana, Barcelona.
Era sin contar con la personalidad y la experiencia política de Manuel Carlos Valls Galfetti, quien obtuvo la nacionalidad francesa por naturalización en 1982. Desde entonces, se comprometió en acciones asociativas y locales por el Partido Socialista.
A raíz de la reelección en 1988 a la Presidencia de Francia de François Mitterrand, fue elegido consejero para la región capital “Ile de France” mientras se volvió miembro del equipo de asesores del entonces jefe de gobierno socialista, Michel Rocard. En 1997 hasta 2002, fue el asesor en comunicación del Jefe de gobierno socialista Lionel Jospin, participando a su campaña presidencial de 2002 que se concluyo por la reelección de Jacques Chirac. Decidió entonces lanzarse en elecciones al sufragio universal: diputado desde 2002 de un departamento a la periferia de París; fue también Alcalde la ciudad de Evry.
Tras ocupar diversos cargos en diferentes gobiernos, fue nombrado Jefe del gobierno 2014 hasta 2016. Dimitió porque se lanzó a las primarias del partido socialista para poder correr en las elecciones presidenciales francesas de 2017. No fue escogido como candidato socialista. Diputado elegido en junio de 2017, dejó sus cargos franceses en septiembre de 2018 para correr a las elecciones municipales de Barcelona que acaban de ocurrir.
¿Telenovela franco-catalana? Pues, no necesariamente. Pueda ser que hubo una voluntad personal, de reencontrar unos raíces que lo llevaron entre Barcelona, donde nació, Francia, cuya nacionalidad tiene desde 1982, la región del Mediterráneo. Pero sin duda, un proyecto político animó este camino inédito donde a la vez una dosis oportunista pero también una voluntad de construir un destino más europeo llevó a Manuel Valls a Barcelona.
Apoyó a la alcaldesa de izquierda saliente para ser reelegida e impedir a los independientes llegar a administrar Barcelona.
Manuel Valls se posiciona en el centro del juego regional catalán, y, a más largo plazo, en el juego político español, evitando menos de dos años después del referendo de autodeterminación del 1 de octubre de 2017, prohibido por la justicia española, y la vana declaración de independencia votada por el entonces parlamento catalán el 27 de octubre de 2017, que volviese en primer plano operacional, la opción de una separación regional de la Corona española.
Aunque quedara en la oposición municipal, logró posicionarse en el centro, cuando localmente Ciudadanos se había acercado al movimiento de extrema derecha, reforzó su posición local y ha ganado en fama en España.
Para este actor nacional francés, que no pudo lanzarse en la presidencial francesa del 2017 por no haber sido escogido por el Partido Socialista en sus primarias y viendo que su espacio político en Francia está largamente ocupado por el Presidente Emmanuel Macron, la opción catalana puede figurar como una forma de renacimiento cuando Manuel Valls lo quiere inscribir también como una forma de ejemplo. Quizá, con el tiempo, volverá como una épica. Pero, por cierto, este juego regional catalán ocurre en un momento particular en Cataluña, ofreciendo una vitrina inesperada a Manuel Valls.
El juicio histórico de 12 independentistas catalanes por su papel en la secesión de 2017 apenas se acabó el 12 de junio, tres días antes de la elección a la alcaldía de Barcelona. Por cierto, el tribunal hará conocer su decisión dentro de unos meses. Pero esta actualidad judicial puso en relieve la importancia del papel de Alcalde de Barcelona y el franco-catalán supo aparecer como indispensable, recomponiendo el esquema político local, ganándose nuevas alianzas y posicionándose de manera duradera en la vida política regional.
Más de un año y medio después de la tentativa de secesión, Cataluña sigue siendo gobernada al nivel regional por los independentistas, que están muy divididos. Pero el tema queda siendo central en España, cuando el líder socialista, Pedro Sánchez, jefe del gobierno español, está en negociaciones con los partidos para poder constituir un gobierno. Busca evitar el apoyo de los separatistas catalanes que provocaron las elecciones anticipadas de abril pasado, negándose a votar la aprobación del presupuesto del Estado.
Las elecciones europeas acaban de ocurrir. Después de la pausa del verano se lanzará la campaña para las elecciones municipales de marzo de 2020, que aparecen como una etapa importante en la perspectiva de la presidencial de 2022. El juego astuto de Manuel Valls en Barcelona mandó a recordar los eventos de 2017 y el debate en España sobre las tentaciones autonomistas. Pero son más bien los temas que implican decisiones globales, sobre temas que llevan sobre las migraciones, la seguridad, los fuentes de empleos en la nueva economía, el cambio climático que movilizan un debate público solicitado por una base sensible a los temas sociales.
Politólogo, especialista francés en relaciones internacionales, presidente de la Asociación Francia-América Latina (LATFRAN). www.latfran.fr