El avance en los Derechos Humanos habitualmente se encuentra solo después de años de trabajo y lucha social desde la sociedad civil. La discusión de las problemáticas, su puesta en la agenda pública, así como el trabajo de incidencia política y cultural han sido determinantes para las que ahora nos parecen realidades obvias, pero que en un pasado reciente no lo fue: el derecho de las mujeres al voto, los derechos laborales, la no segregación racial, entre muchos otros. Del mismo modo, la población de Lesbianas, Gays, Bisexuales, personas Trans e Intersexuales (LGBTI) en El Salvador y el mundo ha librado una ardua lucha por hacer avanzar el reconocimiento de los Derechos Humanos que, como cualquier otra persona, le son inherentes pero no siempre respetados.
Este sábado se convoca una vez más a marchar con orgullo por las calles de San Salvador. Será la marcha número 22 que desde 1997 el país ha visto de forma ininterrumpida en las principales calles de la capital. La de El Salvador es la marcha más antigua de toda Centroamérica y desde sus inicios, acuerpada y representada fuertemente por mujeres trans, ha sorteado todos los obstáculos políticos, sociales y económicos para decir: estamos aquí, visibles, con orgullo y reclamando por la justicia. La marcha del orgullo ha sido la catalizadora de una población que grita: ¡basta de discriminación y muerte! Porque mañana se marcha para celebrar la vida, que en un país como el nuestro no es poca cosa, pero también para conmemorar a todas las víctimas que no han logrado sobrevivir al ciclo de violencia y odio irracional del que nuestra población es víctima de forma sistemática.
El trabajo que durante décadas ha realizado el movimiento LGBTI en El Salvador ha permitido que existan políticas, manuales y otros instrumentos de protección y promoción de los derechos de nuestra población dentro de diferentes instituciones del Estado, principalmente en los ministerios de Justicia y Seguridad, Salud y Trabajo. Y aunque se ha avanzado, lo logrado sigue siendo insuficiente para enfrentar los retos que una sociedad machista, homofóbica y violenta como la nuestra impone, sobretodo a aquellas personas que además de tener una orientación sexual y/o identidad de género disidente, enfrentan pobreza y marginalidad de los circuitos educativos y laborales.
Este año el lema de la marcha es contundente: ¡ni un paso atrás! Porque ante los cambios sociales y políticos que hoy atraviesa el país, estamos listos para seguir construyendo una sociedad con paz, justicia e inclusión tomando como base lo que ya se avanzó en términos de políticas sociales desde el Estado. Pero también es un claro llamado a la acción: ¡no vamos a dar ni un paso atrás por la aprobación de Ley de Identidad de Género!, ¡ni un paso atrás en el reclamo de una Ley Nacional contra la Discriminación!
Hay quienes argumentan falazmente que lo que exigimos son derechos especiales; no se dejen engañar, cuando los Derechos Humanos son garantizados en su ejercicio, por igual y sin discriminación a todas las personas, no avanza solo la población LGBTI, avanzamos como país y como sociedad porque estamos construyendo una ciudadanía que acepta y valora quizás lo más intrínseco del ser humano: la diversidad. Y aprender a vivir en diversidad nos permitirá desmontar el violento círculo del odio y el miedo a la otredad que nos desangra como país. Mañana marchemos con amistades y familia para demostrar que hay una fuerza viva que exige respeto, justicia e inclusión.
¡Ni un paso atrás!