Los soldados Saúl Humberto Turbín Gómez, de 24 años; Leonidas Enrique Morales Morán, de 22 años; Nelson Omar Díaz López, de 22, y Wilfredo Pérez López, de 26, fueron secuestrados el 10 de octubre de 2016 por pandilleros en la colonia Vista al Lago, en Ilopango. Foto EDH/ Francisco Campos
Dos de los soldados viajaban en el tercer asiento al lado izquierdo de la buseta, mientras que los otros dos, en el segundo asiento del lado derecho. El “Poca Loca” paró la marcha del microbús y fue en ese momento que el pandillero apodado “Adicrimen o pulga”, desenfundó su arma de fuego y la cargó.
Soldados se equivocaron de ruta
“¿De dónde son ustedes?, no son de acá verdad, ¿porqué no se bajaron?”, los cuestionó “Adicrimen”.
En ese momento, uno de los soldados sacó una especie de corvo pequeño e intentó amedrentar a los pandilleros, pero inmediatamente el pandillero “El Maligno” se acercó por atrás con un arma en la mano. Otros dos mareros también sacaron sus armas.
El soldado bajó el corvo y en ese momento los mareros les exigieron que tiraran sus mochilas al suelo. Luego obligaron a los militares a bajar por el lado de atrás con las manos en el cuello y los introdujeron en la casa comunal que está abandonada.
En el lugar los delincuentes hincaron a los soldados con los pies cruzados y otros revisaban sus mochilas. Les robaron cadenas, relojes, sus billeteras, teléfonos, anillos y pulseras.
En ese momento, uno de los militares expresó que “eran soldados y que andaban perdidos en el bus”.
En ese momento Adicrimen realizó una llamada al pandillero José Alberto Mejía Clímaco, alias “Black o Perico”, cabecilla de la clica y le explicó que tenía “detenidos a unos sujetos aparentemente militares”, pero “El Black” le respondió que “no hablaran de eso por teléfono”, después de diez minutos, llegó el sujeto al lugar.
“El Black” expresó que “como barrio no podemos matarlos, porque está prohibido, ya que no hay pase del barrio para matar a soldados y policías”.
Sin embargo, después de varios minutos llegó un pandillero de nombre Miguel Antonio Díaz Saravia, alias “Cartoon”, quien tenía poder de mando dentro de la MS y fue quien ordenó que mataran a los soldados.
Los pandilleros acordaron que la masacre iba ser un secreto entre la clica, ya que no tenían permiso de sus cabecillas. En seguida “El Black” le llamó a un pandillero identificado como Miguel Ángel Barrientos, alias “Goody”, para que llevara otra buseta a donde se encontraban y luego los llevara al sector del molino.
En ese último lugar los mareros se introdujeron por veredas y obligaron a caminar a los soldados, al tiempo que los golpeaban con patadas y palmadas.
Después de caminar por varios minutos, se detuvieron y les quitaron las cintas de los zapatos y los amarraron de las manos.
Al llegar hasta una barranca donde pasan las aguas lluvias se detuvieron y los pandilleros comenzaron a golpear a los soldados, al tiempo que esperaban que otros mareros llevaran piochas, palas y corvos.
Después de varios minutos, “El Maligno” mató con lujo de barbarie con un corvo a uno de los soldados. Así “El Dawn”, “El Goody”, “El Black” hicieron lo mismo con los otros tres soldados.
Luego cavaron tres fosas clandestinas donde enterraron a los militares y luego destruyeron sus celulares y los lanzaron al fondo de la barranca.