Eduardo Franco. Foto: Roberto Molina.
¿Cómo comenzó tu carrera en el estilismo?
Fue medio sin querer queriendo. Ya me gustaba. Tenía un amigo que era maquillista y yo lo acompañaba. De repente, me echan a medio año del colegio. Mi mamá vivía fuera y me ponen a estudiar cocina para no perder el resto del año. Vengo yo, a escondidas, y me meto a estudiar cosmetología los días sábados. Tenía 16 años. Así fue como empecé.
Después tuve la oportunidad de tener amigos que eran estilistas, que me fueron metiendo más en el mundo del estilismo hasta que fui a dar con Salvador, que fue un maestro de la peluquería en nuestro país. Era mexicano y fue de los primeros estilistas que vinieron al país con bases internacionales. Pude nutrirme mucho de su conocimiento. Su salón se llamaba “Salón Salvador”. De hecho, de ahí salieron varios colegas míos que yo admiro mucho: Eduardo Matheu, Adrián, Johny…
¿Cuál es tu fuerte?
El corte de cabello. Eso es con lo que la gente me ha ido identificando un poco más. Quizás hay un poco menos de competencia en ese rubro. Me he especializado mucho como educador de corte. También en coloración permanente y maquillaje. El peinado no es lo mío (ríe).
¿Cuál de tus logros te hace sentir más orgullo?
Ser reconocido como un educador internacional. Sé que hay mucha gente en nuestro país tan o más capaz. Y, luego, que Dios me haya dado esos talentos no solamente para poder hacer o crear un corte de cabello, una obra de arte o un estilo, sino saberlo comunicar, saberlo transmitir, tener esa paciencia.
¿Qué es lo que más disfrutas de tu profesión?
La libertad. La libertad en todo: en mi forma de vestir, que no tengo que estar encasillado. También tratar con mis clientes. Uno está constantemente aprendiendo de cada persona, de lo que escucha, de las experiencias de otras personas. Eso me gusta mucho. Y conocer mucha gente cuando nos estamos capacitando en otros países, conocer tantas culturas.
¿A quién te gustaría hacerle un cambio de look?
A Cher. (Ríe). Le haría un cabello corto. Tiene años de usar pelucas con mucho volumen. Ella es un ícono de cambios, pero nunca he visto un cambio corto en ella.
¿Qué proyecto tienes pendiente?
Una escuela de peluquería en nuestro país, enfocada en crear oportunidades para gente que no tiene cómo incorporarse a la sociedad y sin discriminación de ningún tipo, mucho menos de condición social, ni de si han estado en algún tipo de delincuencia. Que sea una carrera, no un curso de paso. Que realmente puedan convertirse en artistas de cabello o de maquillaje.
¿Qué sientes después de terminar un corte?
Me gusta potencializar. Según los rasgos de cada persona, se decide la técnica que se va a llevar a cabo. Me gusta ver la satisfacción de la gente. Cuando salen transformados y se sienten más seguros de sí mismos. De hecho, por eso decidí meterme a esto cuando veía a este amigo que hacía cambios en tan poco tiempo. Porque una cirugía plástica puede tardar meses en ver el resultado, en cambio nosotros podemos en 30 minutos hacer una transformación completa. Eso me gusta, el cambio instantáneo en una persona… potencializar la belleza de cada persona.
EN CORTO
Una canción: “The Man Who Sold the World”, de David Bowie.
Una película: “Tomates verdes fritos” (1991).
Un libro: “Cien años de soledad”, de Gabriel García Márquez.
Una musa: Cher.
En Netflix: Una de las primeras que me atrapó fue Motel Bates. Me gusta el suspenso.
Tres palabras que te definen: Hiperactivo, temeroso de Dios y creativo.
Corte de cabello con capas asimétricas realizado por Eduardo Franco. Foto: Roberto Molina.
Consejos de experto
Tres artículos básicos de maquillaje que debe tener una mujer: Blush, máscara de pestañas y un producto de labios (bálsamo o labial).
El peor error a la hora de maquillarse: Dejarse la base de un color distinto al tono de su piel.
Tres tips para mantener el cabello saludable:
– Usar el champú y el acondicionador adecuados, dependiendo de la condición de su cabello.
– No someterlo a altas temperaturas.
– Usar siempre productos profesionales a la hora de estilizar el cabello.