Como se esperaba, el estadio Cuscatlán se abarrotó de aficionados albos y aguiluchos que llegaron a la máxima cita del fútbol salvadoreño. La final que no se jugaba desde hace 32 años convocó a miles y el Drone EDH capturó algunas estampas del coloso de Montserrat a toda su capacidad.
Desde antes que las puertas del estadio abrieran a las diez de la mañana, ya eran centenares de salvadoreños los que hacían fila, algunos para ingresar a tiempo y otros para comprar sus entradas a última hora.
La fiesta del fútbol se vivió en su máxima expresión, las barras de ambos equipos convivieron sin mayores problemas. La música y la comida fueron también protagonistas a las afueras del Cuscatlán. Los vendedores de camisetas y accesorios también pusieron el toque de color a la final.
Las horas avanzaron y casi ni se sintieron. Los aficionados de Alianza dominaban el ambiente pero Águila no se quedaba atrás. Cantos, risas, bailes, vuvuzelas y orgullo por sus camisetas se percibía, incluso a varias cuadras del estadio.
Adentro, el ambiente no era muy distinto. Los graderíos del Cuscatlán se llenaron en cuestión de minutos. Ambas aficiones festejaron la salida de los equipos con banderas gigantes, confeti y mucha fiesta.