Después de varios años utilizando carretas y carruajes halados por animales, a finales de los años treinta comenzaron a circular los autobuses y otros automotores por las calles de la capital, un cambio significativo para los salvadoreños, ya que, las distancias en horas que recorrían se acortaron a minutos.
No así, los salvadoreños seguían transportándose en carretas haladas por bueyes, tren vía halados por caballos o motorizados siempre circulando por las vías del tren, y tren para los viajes al interior del país, los cuales poco a poco fueron desapareciendo.