Después de varios años utilizando carretas y carruajes halados por animales, a finales de los años treinta comenzaron a circular los autobuses y otros automotores por las calles de la capital, un cambio significativo para los salvadoreños, ya que, las distancias en horas que recorrían se acortaron a minutos.
No así, los salvadoreños seguían transportándose en carretas haladas por bueyes, tren vía halados por caballos o motorizados siempre circulando por las vías del tren, y tren para los viajes al interior del país, los cuales poco a poco fueron desapareciendo.


Tras varios años movilizándose carretas y carruajes halados por animales, un vehículo que se movía por sus propios medios y a gran velocidad se convirtió en una absoluta novedad que no todos podían adquirir.
Por ejemplo, el Hudson Ford T, un carro que muchas personas creyeron que era un objeto maligno, llegó para revolucionar la vida de los salvadoreños. Según algunos expertos, la velocidad promedio de dicho vehículo era de 10 kilómetros por hora.

Después, se importaron los primeros camiones “Republic” de tres toneladas para comercializarlo con agricultores, así como otros vehículos.



Como dato curioso, cuando comenzaron a circular los autobuses, al haber mucha demanda y pocos automotores, los salvadoreños subían incluso en las parrillas superiores para lograr acortar sus viajes, fue para los años 50 que salieron al mercado los autobuses “Oneida” que tenían como novedoso la capacidad de llevar hasta 72 pasajeros en su interior.