Saraí, la joven que vende papas fritas en el centro de San Salvador para pagar su carrera universitaria

Los maestros reconocen el esfuerzo de Saraí Merary Jule y la ven como ejemplo de superación. Ella sueña con terminar su carrera para convertirse en abogada. Conoce su historia.

Saraí Merary, es una jóven de 27 años que trabaja vendiendo papas fritas cerca de la Universidad Tecnologica, en San Salvador, para pagar su Licenciatura en Ciencias Jurídicas.

Por Edwin Vaquero

2019-05-20 9:25:54

“Trabajá más duro para alcanzar tus objetivos, aun más que los demás”. Esta es la frase favorita de Saraí, una salvadoreña que durante 12 horas vende papas fritas cerca de la Tecnológica, en San Salvador, para pagar sus estudios universitarios.

Saraí Merary Jule, de 27 años, es para muchos una joven ejemplar. Con las ganancias de la venta, ella paga sus estudios para, un día, convertirse en abogada.

Su sueño está encaminado, pues estudia segundo año de Licenciatura en Ciencias Jurídicas, en la Universidad Pedagógica de El Salvador.

Saraí desea graduarse para ayudar a las familias salvadoreñas, pero principalmente a las mujeres que han experimentado alguna situación de vulnerabilidad.

“En cinco años me veo en mi propia oficina, dando servicios legales a las personas necesitadas. Mi idea es crecer y ser un ejemplo para los demás, mi inclinación en las leyes es por el Derecho de Familia y Derechos Humanos”, dijo.

Su vida no ha sido fácil: es la última de tres hijos; los primeros dos son varones, a quienes ahora busca ayudar al servirles también de ejemplo. Ninguno de ellos pudo cursar una carrera universitaria. Ha sido Saraí quien siempre quiso estudiar leyes, pero su madre únicamente logró pagarle sus estudios de bachillerato.

Los maestros de Saraí la ven como ejemplo de superación y valoran su buen rendimiento académico. Foto EDH/ Marcela Moreno

Desde que Saraí finalizó sus estudios de secundaria tuvo que trabajar. Con lo que ganaba, ayudaba a su familia.
“Inicié haciendo bisutería, eso fue mi primer trabajo”, contó. La joven no se avergüenza, pues sostiene que siempre es preferible ganar dinero de manera honrada.

Ella nació en un hogar humilde y estudió en el Centro Escolar Ingeniero José Napoleón Duarte, de Apopa. “Le doy gracias a Dios de poder estudiar, hubiera querido iniciar la universidad al finalizar el bachillerato, pero no se pudo por motivos económicos”, agregó.

¡Lista para la jornada!

Saraí se despierta muy temprano. Por lo general, sus clases comienzan a las 6:40 de la mañana. Cuando no estudia, siempre madruga, y se va al mercado a comprar los quintales de papas frescas para el negocio.

Con el olor a papas fritas y el sonido del aceite hirviendo llegan los primeros clientes de la joven. “¿De cuál le doy, de $0.70 o de $1.00?”, les pregunta, al hacer referencia a que la variedad de precio depende del tamaño y cantidad de papas que sirve.

Se pone los guantes y una gabacha, pela las papas, luego las parte y comienza la labor.

Foto EDH/ Marcela Moreno

“Inicié con la venta de papas fritas porque a los niños les gusta, tanto el sabor como la forma en que se sirven y a mí me gusta comerlas también, aunque ahora de tanto que las veo no me da ganas de comer”, contó Saraí entre risas.

Cada porción de papas que sirve las prepara en el momento. Les escurre el aceite y las sirve de forma peculiar: pone unas cuantas en el plato y les echa el primer nivel de aderezos, luego sirve el resto de las papas que aparentan ser un volcán lleno de colores, por su salsa, mayonesa, mostaza y queso rallado. La mayoría de sus clientes son estudiantes universitarios.

En su emprendimiento le ayuda su esposo, un joven de 27 años que también vende otros productos en la zona.

La joven llega cada mañana en una moto, la cual pudo comprar con sus ingresos. Comienza con la limpieza del área de trabajo.

Sin embargo, Saraí ha debido enfrentarse a dificultades. Con frecuencia, dijo, tiene que mantener los precios del producto a pesar de que las papas se encarecen. Sabe que aumentar el costo sería perjudicial para el negocio.

“Es difícil a veces el negocio, porque el precio de las papas sube en el mercado, pero yo no puedo aumentar precio o bajar de cantidad que pongo en el plato, porque los clientes se van a buscar a otros vendedores”, agregó.

La joven emprendedora relató que llevar el estudio y el trabajo no es fácil. Muchas veces ha querido retirarse, pero entonces recuerda cuál es su objetivo. Toma valor y continúa. “Muchas veces he querido tirar la toalla, pero tengo metas que cumplir”.

Lo más difícil para ella es saber que se levantará a las 5:00 de la mañana y regresará a la cama a la medianoche. A su casa vuelve a las 9:00 de la noche, y es entonces cuando comienza con sus asignaciones universitarias. También aprovecha algunos momentos durante la venta para retomar las tareas.

“Es muy difícil para mí porque hago un poco de tareas en la tarde y las demás en la noche y los días de exámenes no son fáciles, porque debo estudiar diferentes leyes y a veces hasta 60 páginas”, afirmó.

La joven reforzó su deseo de estudiar Derecho motivada por las injusticias de las que ha sido testigo. “Sé que desde aquí puedo hacer valer los derechos de los necesitados”.

Su deseo de superación es para honrar a su madre, que aunque ya no vive, siempre siente que le acompaña y respalda, principalmente cuando siente que le faltan fuerzas.

Y así, motivada por el sueño de apoyar a los demás a partir de las leyes, Saraí lanzó un mensaje para otros jóvenes: “Aprovechen ese apoyo que sus padres les brindan, ya que tener a los papás es una bendición, que yo ya no tengo. Aunque cuando tuve a mi mamá la valoré siempre, piensen que estudiar y trabajar no es nada fácil”.

GALERÍA:

Saraí, un ejemplo de superación entre la venta de papas fritas y las leyes

La vida de Saraí Jule no ha sido fácil. Siendo la menor de sus hermanos y aprendiendo a trabajar desde temprana edad ha ido forjando poco a poco su sueño de prepararse académicamente. Hoy, desde su puesto de venta de papas fritas en la Calle Arce del centro de San Salvador, sigue demostrando que con trabajo honrado puede cumplir su sueño de ser abogada y ayudar a los más necesitados.