Don Tomás Regalado Dueñas deja legado de trabajo y lucha

El empresario azucarero falleció este sábado en San Salvador, a los 86 años de edad. Han sido importantes sus aportes al país, al sector azucarero y a la educación y la salud.

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Don Tomás Regalado murió el sábado anterior a los 86 años de edad. Foto EDH/Archivo

Por Mario González email@eldiariodehoy.com

2019-05-11 10:38:14

“Con esfuerzo y dedicación, El Salvador saldrá adelante… Nunca debemos darnos por vencidos…”.

Esta frase de don Tomás Regalado Dueñas quedó grabada entre sus amigos más cercanos como el resumen de su ideario político y social al momento de su fallecimiento, este sábado, en San Salvador. Tenía 86 años de edad.

Hombre de trabajo constante y solidario, don Tomás murió “convencido de que el futuro de El Salvador será mejor si todos ponemos lo mejor de nosotros, sin egoísmos ni confrontación”.

Hijo de don Tomás Regalado González y doña Marta Dueñas de Regalado, él era el mayor de cuatro hermanos.
Familiares y amigos reseñan que estudió en el Externado San José y en el Portsmouth Priory School de Rhode Island, de donde se graduó de bachiller. Cursó sus estudios superiores en la Universidad de Georgetown, en Washington, y en la Universidad Iberoamericana de México.

RESEÑA

Nieto del expresidente de la república, general tomás regalado. Don Tomás Regalado Dueñas era nieto del General Tomás Regalado Romero, destacado expresidente de la República entre 1899 y 1903 y ferviente unionista centroamericano. Se le recuerda por procurar el desarrollo de la agricultura, crear el Consejo Superior de Salud Pública y concluir el Hospital Rosales, así como modernizar la Escuela Militar, fundar el primer banco estatal, los institutos nacionales de Oriente y Occidente y la Escuela Nacional de Agronomía. El General Tomás Regalado Romero combatió a las fuerzas guatemaltecas encabezadas por el general Justo Rufino Barrios, que pretendía invadir El Salvador en 1885 durante la presidencia del doctor Rafael Zaldívar. Regalado fue uno de los 44 héroes santanecos que combatieron la dictadura de los hermanos Ezeta y dedicó la mayor parte de su vida a trabajar por el país, comprometido por la causa centroamericanista, a la que consideraba el destino superior de estos pueblos.

En los inicios de la guerra en El Salvador y después de ser golpeados por la violencia, en 1971, él y su familia deciden irse a residir a California, Estados Unidos. Sin embargo, siempre estaba pendiente de El Salvador y pronunciándose, sobre todo en el tema azucarero y dirigiendo el Ingenio Central Izalco, que es el más grande del país y del cual era propietario. Cuando concluyó la guerra, en 1992, don Tomás regresó al país. “Él quería volver… Sentía que sus raíces y su futuro estaban en El Salvador y por eso regresó”, reseña el doctor Armado Arias, quien era su abogado. Entonces vuelve a tomar la dirección de sus empresas y posteriormente asume la presidencia de la Compañía Azucarera Salvadoreña (CASSA), propietaria del Ingenio Central Izalco.

Una vida ejemplar

Se le recuerda como un hombre muy reservado, pero muy humano y respetuoso, lector incansable, amante de la política y del arte, sumamente disciplinado en sus tareas y su trabajo; pero sobre todo dedicado a su familia.

Don Tomás y su esposa, doña María Marta Papini de Regalado, han mantenido un matrimonio ejemplar, en el que procrearon a sus hijos Tomás, Ricardo y María Marta. “Tomás tiene un gran corazón. Cuando es amigo de alguien, es verdadero amigo”, destaca el doctor Arias. Un hombre de palabra, de honrar deudas, y una persona sumamente leal a su familia y sus amigos.

Durante su gestión, su filosofía de trabajo se enfocó en convertir a la compañía en el grupo azucarero más sólido e importante a nivel local. Lo hizo como siempre: con integridad y rectitud.

Quienes trabajaron con él recuerdan que nunca tenía un “no” por respuesta, sino un ¿cómo lo hacemos entonces?, motivando así a sus colaboradores a ser siempre mejores e influir positivamente en los demás. También lo recuerdan como una persona abierta a escuchar y a tomar en cuenta las opiniones de la gente. Colaboradores de Grupo CASSA lo describen como un gran caballero: siempre humilde, sencillo, sincero y auténtico.

Promueve al sector cañero

Desde su empresa, promovió diversas actividades de beneficio empresarial y público. En 2005 compra el Ingenio Chaparrastique, que estaba abandonado en San Miguel, para abrir fuentes de trabajo y promover el desarrollo de la zona oriental. “Sentía que la zona oriental estaba sufriendo por la falta de empleo y que él y su equipo tenían la capacidad de levantar el ingenio y generar oportunidades en la zona”, recordó el doctor Arias.

Fue presidente fundador de Fundazucar, entidad que nació con el espíritu solidario de los ingenios y la misión de realizar acciones para mejorar la calidad de vida de los salvadoreños.

FRASE

“Estoy convencido de que el futuro de El Salvador será mejor si todos ponemos lo mejor de nosotros, sin egoísmos ni confrontación”.

Tomás Regalado Dueñas,

En su idea de ser solidario con el sector cañero, apoyó el actual sistema de pago de la caña, mediante el cual los ingresos provenientes de la venta de azúcar y mieles se comparten entre los cañeros y los ingenios. Este esquema de pago ha permitido el fortalecimiento del la agroindustria azucarera. En la actualidad es el único cultivo que se encuentra sólido a pesar de los vaivenes de los precios internacionales.

Siempre impulsó las iniciativas del Programa de Responsabilidad Social Empresarial de CASSA con becas para jóvenes en educación o programas de salud y desarrollo comunitario y otros.

Mario Olivares, cañero de la zona occidental, define a don Tomás como “un verdadero aliado”, con mucha calidad humana. “La industria cañera ha perdido un gran elemento”, lamentó.

Pedro Cruz, cañero de Usulután, recuerda a don Tomás como “una persona muy dinámica, muy luchadora… (que) nos ayudó a salir con nuestras cosechas en todos estos años”. “Es una columna vertebral que el país está perdiendo, pues él era una persona que trabajaba mucho en el sector cañero”.

Reseña que en los momentos más difíciles, don Tomás les decía. “Nosotros estamos para ayudarles a ustedes…. Adelante, nunca hay que desmayar”.