Un homenaje a las madres

El amor de madre se refleja en muchos rostros. Las lecciones y sacrificios de ellas marcan la vida de generaciones. Su ausencia cala en cada rincón de la casa. Y su amor inspira a enfrentar las mayores adversidades. Así son las faenas diarias de todas las madres. ¡Feliz y bendecido día!

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Por Elizabeth Castro/ Iliana Ávila/ Cristian Díaz

2019-05-10 4:30:42

Doña Rita, una mamá centenaria

Gaby de Rivas es mamá de Valentina desde hace apenas 5 meses. Junto a su esposo, Héctor, han comenzado esta aventura, y para Gaby es la experiencia más hermosa de su vida.

“Ha sido la mayor felicidad que me ha pasado, me siento realizada, completa. Con la llegada de Valentina me siento determinada a ser mejor persona, profesional , mejor cristiana, me impulsa a ser mejor persona”, afirmó.

Aseguró que su día a día ha cambiado 180 grados; y aunque afirmó que la bebé no los desvela, que es buena niña, dijo, entre risas, que ya no puede tomar los baños largos a los que estaba acostumbrada, ni se come la comida caliente.

Lo único que la entristece un poco es dejarla cuando tiene que ir a trabajar, ¡quisiera estar el 100 por ciento de tiempo con ella!

Como pareja afirman que los ha unido más la llega de la bebé. Han tenido que sacrificar sus salidas, pero dice que están enamorados de su hija. También ha ayudado a Héctor a expresar sus sentimientos.

Para celebrar su día quiere compartir con su esposo e hija y estar con el resto de su familia, dándole gracias a Dios por su misericordia.


Entre radiadores, escapes y la crianza de los niños

 

Zulma Noemy Navarro no asistió la fiesta del Día de la Madre, que preparó la escuela a donde van sus hijos de 6 y 13 años de edad. El trabajo estaba primero, pese a que es su propia jefe en el taller de reparación de escapes y radiadores de colonia Buenos Aires, calle antigua a La Unión, en el municipio de San Miguel.

“Cuando arreglaba el radiador pensaba que, a veces, se siente feo no asistir a esos eventos. El pequeño, tal vez, no se percate de mi ausencia porque ahí está mi mamá. El grande sí se fija más”, comentó Navarro, de 31 años de edad.

El taller es pequeño. A ella le falta comprar algunas herramientas especiales para su trabajo, pero eso no la detiene. “ Gracias a Dios sale para el sustento de mis hijo. Con lo que se tiene que pagar, salimos bien”, explicó Navarro, una mujer orgullosa de sus hijos.

La migueleña dijo con certeza: “Mis hijos andan en buenos caminos. El mayor está aprendiendo el oficio de enderezado y pintura. Mi oficio no le gusta. Yo dejo que él haga lo que le gusta para que lo haga con amor”.

Desde hace 6 años, Zulma Noemy, conocida como “La China”, hizo de la reparación de radiadores su pasión, todo gracias a un hombre que veía cómo ella pasaba dificultades como empleada de una venta de discos compactos.

“Enfrente había un taller, y el dueño me preguntó si quería trabajar con él. Le dije que ¿cómo iba hacer ese trabajo para hombres? De repente me decidí a trabajar con ellos, al inició hacía mandaditos. Lo duro fue cuando el dueño murió. Yo tenía que hacerle frente, aprender el trabajo”, narró.

Zulma Noemy se quedó sin empleo hasta que Franklin Alexander, propietario de un taller de enderezado y pintura, le ofreció a ella establecer su propio negocio.

“En un primer momento le ofrecí el espacio sin pago y le presté herramientas. Luego ella fue comprando instrumentos y ahora tiene su equipo. Hoy ya tiene sus clientes y paga un alquiler. Le ofrecí el espacio porque sé que su trabajo es bueno. También porque ser mujer no le impide hacer ese tipo de trabajo”, explicó Franklin.

Hace 3 años, Zulma Noemy contrató a María Gómez, de 26 años de edad, para que le ayude en el negocio.

Antes de tocar un vehículo, María trabajó como cajera de una tienda. “En ocasiones es un poco pesado pero me gusta, aunque yo aún no he aprendido a soldar”, comentó.

Hacerse de la clientela no ha sido fácil. “Las personas venían, saludaban y preguntaban por el muchacho para que les reparara el carro y cuando les decía que era yo, no me creían. Incluso algunos aún dudan que nosotras hagamos bien el trabajo, piensan que nosotras solo lo vamos a evaluar y que otro lo harán”, comentó Zulma Noemy.

Ayer, una pareja llegó al taller para que reparan el radiador de un vehículo. El cliente lo primero que notó fue que el taller era atendido por mujeres.

“Las mujeres somos muy inteligentes y sabemos hacer cualquier cosa” expresó Janeht Berrio, quien visitó por primera vez el negocio porque unos conocidos le recomendaron el lugar por la calidad que brindan.


Irma, la ahuachapaneca que encuentra amor en el Hogar de Ancianos

A Irma Yolanda Mata la caracteriza la jovialidad. Le gusta bailar e, incluso, en algunas ocasiones cuando hay eventos, toma el micrófono para entonar canciones de antaño a sus compañeros del Hogar de Ancianos Llanos Magaña, en Ahuachapán.

Conversar y reírse de sus propias palabras son otras características de la ahuachapaneca.

En su risa se nota la alegría que mantiene y transmite a las demás personas.

Ella llegó al Hogar de Ancianos hace dos años por voluntad propia, pues relató que desde joven lo ideó así e, incluso, lo platicaba con Dios y fue Él quien se lo concedió.

Probablemente el amor que siempre le tuvo al Hogar hizo que quisiera estar ahí, ya que desde joven colaboró en diferentes actividades con esa institución.

Relató que sus cinco hijos desean tenerla con ellos en sus hogares, pero ella ha decido algo diferente. “Agarré un taxi y me vine para acá y soy feliz porque aquí todo es amor, higiene, cuidados, las monjitas son muy primorosas. Yo siento que no estoy en casa particular, sino que en mi casa, con mi familia. Fui una mujer feliz en mi matrimonio, viví 53 años con mi esposo y soy viuda. Mi esposo nunca me dijo ni tonta”, expresó.

Su día inicia a las 4:00 de la mañana, hora en que se levanta y después de tomar el respectivo baño, recorre las instalaciones del hogar con ayuda de una andadera debido a un problema en su columna.

A su paso, los demás compañeros reciben una sonrisa y el respectivo “buenos días”. Con algunos, las pláticas son largas, recordando sus juventudes.

A diario recibe las llamadas de su familia para preguntarle por su estado de salud, entre otras inquietudes que le expresan.

“Mis hijos me vienen a ver, me llaman todos los días; tengo mi teléfono a la mano como que si estuviera trabajando porque mis hijos me llaman. Aquí hay, en el área de señoras, hijos que no les vienen a ver; pero eso no quiere decir que el asilo tiene esa característica. Aquí no es un asilo, es un hogar de familia, con una higiene muy linda, un cuidado precioso de parte de las monjitas”, dijo.

Cuando existe la oportunidad en el hogar de ancianos, deleita a sus compañeros con canciones como Gema, Quinto Patio, y Flores Negras, entre las que más recuerda.

Al tomar el micrófono lo hace sin ninguna pena. Relató que el deseo de cantar no fue de siempre, sino que desde hace unos años atrás, pues de joven se dedicó a su hogar, al casarse a los 18 años.

Irma Yolanda recomendó a los jóvenes que no olviden a sus padres al estar internados; aunque recalcó que en el hogar hay amor de familia.

Ayer, varias entidades llegaron a la institución para llevarles momentos de alegría a los 65 ancianos que están albergados, de los cuales 21 son hombres y el resto mujeres.

“Nunca pasamos tristes; siempre pasamos escuchando la música de antaño”, dijo Irma, quien desde los 35 años perteneció a los voluntarios de la Cruz Roja Salvadoreña. Eso le permitió asistir en algunas emergencias naturales y en partos.

Foto EDH / Cortesía

“Mi hija me ha ayudado a ser mejor persona”

Gaby de Rivas es mamá de Valentina desde hace apenas 5 meses. Junto a su esposo, Héctor, han comenzado esta aventura, y para Gaby es la experiencia más hermosa de su vida.

“Ha sido la mayor felicidad que me ha pasado, me siento realizada, completa. Con la llegada de Valentina me siento determinada a ser mejor persona, profesional , mejor cristiana, me impulsa a ser mejor persona”, afirmó.

Aseguró que su día a día ha cambiado 180 grados; y aunque afirmó que la bebé no los desvela, que es buena niña, dijo, entre risas, que ya no puede tomar los baños largos a los que estaba acostumbrada, ni se come la comida caliente.

Lo único que la entristece un poco es dejarla cuando tiene que ir a trabajar, ¡quisiera estar el 100 por ciento de tiempo con ella!

Como pareja afirman que los ha unido más la llega de la bebé. Han tenido que sacrificar sus salidas, pero dice que están enamorados de su hija. También ha ayudado a Héctor a expresar sus sentimientos.

Para celebrar su día quiere compartir con su esposo e hija y estar con el resto de su familia, dándole gracias a Dios por su misericordia.

 


Adby Flores, entre el trabajo y la familia

Adbenia Flores es mamá de tres hijos, Gerardo Alexander Flores, de 21 años; Cristian Gadiel, de 15, y la pequeña Giselle, de 2.

Adby, como le gusta que la llamen, tiene su propio salón de belleza en Mejicanos, San Salvador, y todos los días dedica muchas horas de su tiempo en el trabajo con el que saca adelante a su familia.

Ella se define como una madre bella, moderna y, definitivamente, a la moda.

Sobre su experiencia de ser mamá con una gran diferencia de edades entre sus hijos cuenta que no ha sido un problema, más bien han sido etapas que ha disfrutado de diferente manera.

“Es maravilloso porque el primero lo tuve cipota, sin madurez, pero Dios me ayudó a salir adelante y ahora, con mayor experiencia, me siento feliz y agradecida de tener una bebé que nos alegra la vida y de tenerla como motivación, sus gracias me despejan la mente. Aunque los tres son diferentes los amo de todo corazón”, expresó.

Para celebrar su día: le gusta que la lleven a cenar y que el esposo le regale maquillaje, ropa o zapatos.