En Panchimalco, a lo lejos, la música tradicional y el estruendo de los cohetes de vara anuncian que la casa de la familia Domínguez es la sede donde la Virgen del Rosario se encuentra refugiada.
Cinthya Domínguez es la mayordoma anfitriona que representa a la cofradía de las Flores y Palmas que encabeza la fiesta con dicho nombre.
Domínguez reflexiona que es un honor recibido como una bendición el ser la encargada por segundo año consecutivo de coordinar la celebración que desde hace 39 años se realiza cada primer domingo del mes de mayo.
Con 22 años de edad, La Mayordoma es una de las más jóvenes de todas las cofradías, y comenta que es una responsabilidad muy grande, pues recibe a más de mil personas en su casa. Muchas llegan con flores, candelas o alguna ofrenda monetaria que servirá para cubrir los gastos.
Sin embargo, ella comenta que parte de su vida se ha preparado para este momento pues siempre ha estado al lado de sus padres y abuelos, quienes han servido a la cofradía por varios años.
“Siempre hemos estado presentes en otras fiestas como la de Jesús de Nazareno, la fiesta del 5 de Mayo y la octava de la Santa Cruz de Roma”, mencionó.
Para Domínguez es una alegría ser parte de la fiesta que marca el inicio del invierno y que mezcla las tradiciones del pueblo y de la fe católica. “Para mí tiene mucho valor porque mi hermano es mi apoyo y mi familia nos da el impulso acompañando nuestro esfuerzo”, comenta.
A la fiesta de las flores y las palmas han llegado cientos de personas de distintas partes del país y del mundo, ansiosas por conocer parte de las tradiciones salvadoreñas.
En la celebración pueden apreciarse las impresionantes danzas de los historiantes y los chaperones, además los asistentes degustan platillos típicos preparados por las cofradías que son especiales de la época.
La procesión se inicia por la tarde, cuando la virgen del Rosario y la Virgen de la Concepción se saludan en la parroquia de la Santa Cruz de Roma en el barrio Centro.