El Celta se acerca a la permanencia una temporada más en la Liga después de vencer (2-0) a un desconocido Barcelona, que se plantó en Balaídos sin ninguno de sus habituales titulares, un insípido partido con escaso ritmo que se convirtió en un trámite para el conjunto catalán antes de jugar el martes en Anfield.
Valverde, con la mirada en la vuelta de semis de la Champions, no colocó a ninguno de los jugadores que venció al Liverpool. Todo fue inédito en el campeón de liga, desde la defensa hasta la delantera. Ese novedoso y desconocido equipo se alteró más con la lesión muscular de Dembélé a los pocos segundos de comenzar el partido, sustituido entonces por Collado.
“Ha sido en la primera jugada, al esprintar ha notado que algo no iba bien. Fue tan clara que nos preocupamos rápido y por eso lo cambiamos. Tiene una rotura muscular. Mañana le harán pruebas y veremos”, declaró el técnico azulgrana, Ernesto Valverde.
El primer tiempo fue una anestesia. El Celta mejoró su imagen durante la segunda parte. Halló un gol nada más volver del vestuario, pero el VAR no dio validez por fuera de juego de Araujo.
Y después, apareció la decisiva figura de Maxi Gómez: alertó primero a Cillesen con un cabezazo sin potencia tras un buen centro de Boudebouz; tres minutos más tarde marcó con remate al anticiparse al marcaje de Vidal.
Ese gol tranquilizó al Celta, que cerca del final se halló con un penalti que el VAR le indicó al árbitro por mano de Umtiti, que selló con gol Iago Aspas para colocar al Celta muy cerca de la permanencia en la Liga.