Communio Sanctorum

La congregación Communio Sanctorum es la responsable del “Proyecto de la Paz y la Reconciliación El Mozote” (el lema: “Desde las fuerzas de la fe convertir en una bendición lo que fue una maldición”).

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Jorge Arreaza. Foto AFP

Por Jorge Alejandro Castrillo

2019-04-26 5:32:35

Desde el “Monumento a la Paz y Reconciliación”, donde todo empezó, el turista sólo alcanza a divisar, si acaso, la peculiar aguja de la cúpula de la Capilla, impactado como está por las estatuas de Martin Luther King, Madre Teresa de Calcuta, Juan Pablo II y el Mahatma Gandhi, luchadores insignes por la paz mundial.

Por encima de ellos un flotante Jesucristo en actitud de victoria sobre el pecado. Más allá, siempre abajo, a unos 60 metros de la plazoleta del monumento, se encuentra la estatua del humilde Francisco, el santo de la paz.
Cuando el turista voltea para la selfie, se impacta con la visión del cerro sembrado de verde y amarillo del “falso maní” que han logrado crecer en la primera mitad del cerro, justo hasta donde se levantan, a un costado, los dos pisos del acogedor “Centro de Retiros Romero”. Impresionan sobremanera los grandes y bien logrados murales de sus paredes representando escenas de la vida del santo. Obras de un pintor ecuatoriano, según contaron las hermanas.

De allí para arriba, reina el silencio: total, permanente, contemplativo. Lo único verde con que se encuentran los ojos en esta época del año son las tuyas, geométricamente sembradas por docenas ¿o cientos? Completan el cuadro algunos árboles de capulines, nances y ¡cómo no! quebrachos, el árbol más difundido en la zona, vivos testigos de otros tiempos. “¿No se lavará con las lluvias el cerro?”, pregunté al artífice de toda esta belleza natural.

“No”, respondió convencido. “Ya estoy empezando a preparar el terreno para sembrar un zacate que me van a traer el próximo mes”. Ojalá sea ése que crece alto y baila con el viento pensé para mis adentros. “¿Y los cientos de retoños de buganvilias y otras decenas de flores del desierto que he visto preparados en el patio trasero?”.

“No, esas van para otro lado. Allá voy a hacer una pared de veraneras —me dice— y el padre Peter quiere que le siembre aquí estas con espinas”. Me ofrezco a venir en diciembre para ver el avance.

Del Centro de Retiros a la Capilla de Adoración Perpetua se asciende pausadamente por un zigzagueante camino de piedras y tierra arcillosa. La Capilla es peculiar: un pentágono alargado de unos once metros de largo por siete de ancho. Las blancas paredes que se alzan unos tres y medio metros del suelo, están revestidas de madera oscura hasta el metro y medio. Relucientes las baldosas grandes de cerámica gris del suelo, como también lo está el plywood marrón oscuro decorado del cielo falso. El sobrio altar sostiene sólo al Santísimo expuesto en una artística custodia iluminada desde atrás por una potente lámpara de mesa. Por toda decoración un precioso Jesús crucificado, más moreno que lo usual, dos iconos ortodoxos (¿) que descansan sobre el revestimiento en madera de las paredes y un cilíndrico sagrario muy semejante a un samovar ruso de buen tamaño. Nada más. La capilla toda pensada para la adoración silenciosa del Santísimo Sacramento del Altar. Por eso el silencio imperante, por eso el respetuoso gesto de descalzarse a la entrada, por eso el sobrecogimiento plácido que se experimenta al entrar, por eso la necesidad de Fray Javier de disculparse al iniciar la misa: “No quisiera uno romper nunca aquí este silencio que nos hace sentir tan cerca de Dios”.

La congregación Communio Sanctorum es la responsable del “Proyecto de la Paz y la Reconciliación El Mozote” (el lema: “Desde las fuerzas de la fe convertir en una bendición lo que fue una maldición”). “Las hermanas han sido todas introducidas a la adoración prolongada del Santísimo Sacramento. Eso le da una cierta solidez y seguridad a nuestra labor y sobre todo la sensación de que lo que se hace, no se hace por propia cuenta, sino en nombre Dios”, según las palabras del fundador Pedro Bretzinger. No en balde rezan la Oración de San Francisco “Señor, hazme un instrumento de tu paz; donde haya odio, ponga yo amor; donde haya ofensa, perdón”. Ojalá lo consigan. Por el bien de todos nosotros. ¿No lo conoce? Llámelas y regálese esa experiencia, casi mística.

Psicólogo