Ana Ligia Mixco de Saca, ex primera dama de la República de El Salvador, anfitriona de los reyes de España en El Salvador y decenas de mandatarios de todo el mundo, es la nueva muestra del problema de corrupción que arroja el sistema político salvadoreño. Con Mixco de Saca se reconfirma que el aparataje estatal tiene un cáncer invasivo, que ha llegado a las más altas esferas del poder… ¿El Salvador es ya un estado fallido?
Según reportajes, Ana Ligia Mixco de Saca confesará que cometió el delito de lavado de dinero de US$17 millones de dólares (una fracción de los más de US$300 millones de dólares que desvió el ex presidente de la República y esposo de la señora de Saca). Los US$17 millones de dólares que lavó la maquinaria de “SAQUEO” que implementó el matrimonio Saca y Mixco son equivalentes a 56,666 salarios mínimos ($300 dólares) mensuales. ¡¿Qué?!, es decir, lavó fondos públicos que equivalen al salario mensual de 56,666 personas que ganan el mínimo en este país.
¿Y por qué confesará Mixco de Saca? ¿Será que está arrepentida y avergonzada? Puede ser, pero la verdadera razón es porque a cambio de una confesión se le aplicará un proceso sumario para que la sanción penal sea reducida a 3 años de prisión (¿Deberá devolver el dinero? ¿Con intereses o sin ellos?), la cual mutaría a un trabajo comunal, dado que así lo faculta la ley, lo cual en caso de no devolver el monto lavado, sería un equivalante de un salario mensual de US$472,222 dólares, transformando la pena en un inmerecido premio, pues ¿qué trabajo hará Mixco de Saca para justificar ese monto mensual? Esto es una muestra de que el sistema genera un incentivo perverso para favorecer las prácticas corruptas. Si las sanciones por millonarios saqueos se van a traducir en penas risibles, se incentiva a delinquir y luego confesar estos delitos con la esperanza de ser sometidos a procesos abreviados, logrando obtener en lugar de una pena, un premio. Señor Fiscal Melara: le recomiendo incluir un análisis de law and economics en este tipo de actuaciones fiscales, para analizar los incentivos perversos que una acción puede generar.
La futura condena a la ex primera dama no es para menos, pues estamos hablando que confesará que lavó dinero equivalente a un monto que más del 80% de los salvadoreños verá jamás en sus vidas, deja dudas en el aire de cómo su actuar daña a la imagen del país, por ejemplo ¿los diplomáticos de otros países verán con buenos ojos a los nuevos gobernantes del país? No olvidemos que la señora Mixco de Saca (y su esposo, Tony Saca) al haber ocupado un tremendo puesto de honor del país —¡Primera dama de un Estado soberano que le permitió conocer hasta al Papa!— un puesto que solamente 81 personas han ocupado en los casi 200 años de historia del país, lleva un agravante y reproche adicional, pues lastimosamente con su actuar ha insultado y desmeritado el honor que le asistió.
El principal problema no es la aplicación de la ley, sino su aplicación sin visión de los incentivos perversos que genera para promover la cultura de corrupción. ¿Es justo que solamente reciba una sanción de tres años de utilidad pública? Eso establece la ley, ¿pero debería aplicarse esta disposición a funcionarios públicos corruptos? Yo no lo creo, ¿usted?
Autor y y Abogado Fundador de HDuarte Legål & Fundación Igualitos www.Hduartelegal.com