Así lucía la bella catedral de París

Pasará mucho tiempo para recuperar el esplendor de joya medieval, icono de la fe católica y emblema de la cultura europea y universal, por sus valores y los acontecimientos históricos registrados bajo su techado de más de 850 años, que fue devorado por el fuego el lunes.

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Por Tomás Guevara

2019-04-16 6:57:29

Se convirtió por fuerza del tiempo, la memoria colectiva y su poderío eclesial en uno de los mayores tesoros de la fe católica, la cultura occidental y emblema de identidad de Francia y su capital, París.

No es para menos, Notre Dame de París o Nuestra Señora, en la traducción castellana, se impuso desde su cimiento hacia lo grande y a la perpetuidad. Su iniciador fue el obispo Maurice Sully, quien logró movilizar a la ubicación de la primera piedra al mismísimo Papa Alejandro III, en 1163.

Para entonces París se preciaba de tener una de las Diócesis más antiguas de la cristiandad, al haberse erigido uno los primeros templos en el siglo IV de nuestra era en la pequeña isla rodeada por el río Sena, más conocida como La Cité.

Pero la construcción de una catedral de las dimensiones de Notre Dame duró más de un siglo. Las obras no se vieron completadas hasta el año 1265, cuando se terminaron de construir las capillas que rodean el altar mayor, debajo de la gran nave de tres bóvedas que sostienen el crucero central, propio de una obra maestranza del arte gótico que se elevó sobre el suelo plano para acercarse a la gracia divina.

En una pequeña área de museo, instalada en la parte de atrás del altar mayor, los visitantes podían apreciar hasta el pasado lunes detalles de la construcción del templo y la cronología de esta obra maestra del arte gótico, que impuso un estilo que se replicó por el resto de Europa, y que con el neogótico fue vista su belleza para erigir templos, incluso en nuestro suelo salvadoreño, como la catedral de Santa Ana, ya en el siglo XX.

Los períodos claves de Notre Dame se establecieron según los avances de las obras. Así la primera parte corresponde a los años 1163 – 1177, que es el período de montaje de la estructura principal de la parte trasera del templo, que marcaría la personalidad de la catedral y que avanzaría a lo alto y a lo largo hacia el frente.
A solo 20 años de haber iniciado la obra, el clero toma posesión para empezar a oficiar en ella, y así con el coro ya montado se puede avanzar hacia las otras etapas.

Entre 1208 y 1220, los constructores de Notre Dame establecieron el entramado para la creación de la nave central que se dividiría en tres bóvedas de crucería. “Se empezó la construcción de la nave antes de acabar el coro. En lo esencial respeta el proyecto original, pero se introducen cambios importantes que se notan en el afinamiento de los muros”, explicaba una de las cédulas informativas dentro del templo.

También los arquitectos que retomaban el proyecto enmendaban trazos para adecuar la obra a las exigencias del tiempo, como la creación de los rosetones y esos gigantescos vitrales de forma circular, que han soportado con serios daños el efecto de las altas temperaturas a la que fue sometida la estructura por el fuego.

800 años de historia consumidos por el fuego

Entre 1220 y 1225 la construcción había llegado a la fachada principal, y montado la armazón en madera, que se conoce como “el bosque”, por los cientos de troncos de árboles empotrados en vertical, que sostenían las enormes vigas que fueron pasto de las llamas. Los expertos han calculado que unos 30 minutos más hubiesen sobrado para que el fuego consumiera ese sostén de la estructura que se salvó como un milagro, sino la estructura hubiera colapsado y Notre Dame sería hoy cenizas de la historia.

La bella catedral quedó coronada con sus torres hacia el año de 1250, instaladas ya las campanas de más de dos metros de diámetro, fuente de admiración y recreación literaria y cinematográfica con piezas como “Nuestra señora de París”, de Víctor Hugo (1802 – 1885) que cuenta la historia del deforme campanero que vive en el templo, libro publicado en 1831, aunque la obra está ambientada en 1482, cuando faltaban 10 años para el descubrimiento de América.

La catedral de Notre Dame es hija de la historia y moldeada por los actores y ocupantes en sus más de 850 años, cuando la Revolución francesa estalló en 1789, los revolucionarios se vengaron con la legendaria catedral que había sido parte del legado aristocrático de Francia, llegaron incluso a destruir parte de la fachada, pero no se les ocurrió el fuego.

Pasarían años de ocupación y descuido hasta que a principios del 1800 la diócesis de París, ya con las aguas calmadas, volvió a retomar el templo y los resultados del proceso post revolucionario devolvieron el interés en la historia, y ahí la simbólica Notre Dame emergió como pieza de interés para ser restaurada.

Serían los arquitectos Jean Baptiste Lassus y Eugene Viollet que ganarían el concurso de restauración en 1846, e iniciarían una serie de transformaciones en 1860 para remozar la centenaria dama de París, obras que se adaptaron al gusto moderno y que fueron admiradas hasta la noche del siniestro. Con la restauración de Notre Dame en el siglo XIX se abrió también un movimiento de recuperación de edificios antiguos que perduran con rigurosos procesos de especialidad hasta nuestros días.