Monjas del Colegio Belén peregrinan por los cantones

La religiosas misionan a sitios rurales para vivir la Semana Santa con la gente humilde. La vivencia les sirve para cimentar la fe de los pobladores y propiciar nuevas vocaciones.

Llegan a los lugares a donde los sacerdotes no pueden. Visitan enfermos y llevan la tradición religiosa a los rincones más lejanos.

Por Susana Joma

2019-04-12 6:52:14

Sin más prendas que su hábito, un par de zapatos oscuros y su Biblia, las Carmelitas de San José, que dirigen el Colegio Belén, de Santa Tecla, recorren durante Semana Santa los caminos polvosos de cantones y caseríos del país para vivir junto a la gente pobre, la pasión, muerte y resurrección de Cristo.

“Además de nuestra labor educativa queremos vivir la Semana Santa con la gente más sencilla, cubrir las áreas donde un sacerdote no puede llegar, porque son muchas las actividades que un sacerdote tiene en esa Semana Santa”, comenta la hermana María Francisca Vásquez, quien funge como coordinadora académica.

Explica que en la institución hay diez religiosas, de las cuales siete se dedican a la gestión educativa, entre ellas están la madre superiora Reina Emperatriz Rosa; la hermana Sara Guadalupe García; la hermana Blanca Lorena Macal; la hermana Yurí Padilla y la hermana María Teresa Domínguez.

En este periodo todas van a las localidades con la doble misión de impulsar la fe y fomentar las vocaciones, una práctica que replican todas las hermanas de esa congregación creada hace 103 años por la Madre María Clara de Jesús, originaria de San Miguel.

Foto EDH/Cortesía

La hermana María Francisca afirma que días antes de salir rumbo a los cantones participan en un retiro espiritual general que realiza la orden, y además en un proceso de preparación más específico durante el cual les entregan el material, incluyendo un librito, que utilizan para vivir cada día la Semana Santa con la gente.

“Uno aprende de la gente sencilla; viven su religión quizás con mucha más profundidad, porque en esos lugares digamos que el sacerdote llega quizás una vez al mes a celebrar la eucaristía. Uno vive con ellos, incluso para ellos. Es gratificante cuando termina la Semana Santa, porque uno se hace como de la familia que lo acogió…”, dice.

Esta religiosa detalla que, atendiendo solicitudes que los sacerdotes hacen a la Madre Concepción Echeverría, encargada de la pastoral misionera, ellas cada año van en parejas, y durante ocho días, a distintas comunidades. En su caso ha misionado en varios sitios de la zona oriental del país, tal es el caso de San Luisito, en Ciudad Barrios; en Mercedes Umaña, Usulután; y Concepción Quezaltepeque, de Chalatenango.

Cuando las hermanas llegan a los cantones se presentan ante la población, y entre el Lunes Santo y Miércoles Santo hacen visitas casa por casa para presentarse, una oportunidad que aprovechan para llevar la comunión a los enfermos. El Jueves Santo empiezan de lleno con las actividades propias del Triduo Pascual.

Foto EDH/Cortesía

“Lo que marca enormemente es que la gente es muy madrugadora en esos lugares. Ya a las cinco de la mañana ya están en la ermita, esperando, bueno vamos a rezar el Rosario de Aurora. Esa fe que ellos viven es muy linda. Eso es como lo que llena, como que uno viene más lleno (de espiritualidad) de como llega a esa comunidad”, comenta la hermana María Francisca.

Asegura que la gente se encariña tanto con ellas que incluso tienen algunas atenciones con ellas: “venimos hasta llenas de maíz, de frijoles, de jocotes, de mango; incluso hay gente que nos viene a dejar en los carros que usan en el campo, y no solo viene una gente, viene casi todo el cantón. La verdad es que uno viene bien agradecida con la gente”.

En los lugares a los que llegan no solo imparten la Palabra de Dios, sino también ayudan a organizar las procesiones, a hacer altares, y hasta alfombras, y esas son las acciones con las que motivan a los residentes a mantener su fe, y especialmente a las jóvenes a seguir el camino dentro de esta congregación que en el país cuenta con 200 religiosas y tiene presencia en 15 países, no solo de América, sino también de Europa y África.

Foto EDH/Cortesía