Transformarse es una decisión casi cotidiana, pero en los negocios lo es más. Sobre todo en el mundo globalizado, donde todo está conectado y la tecnología nos sorprende cada minuto.
Quienes no lo han hecho, ya están sufriendo las consecuencias de seguir haciendo las cosas de la misma forma y sin evolucionar.
“Los errores se marcan a fuego: Kodak tenía 64,000 empleados y facturaba más de 13,000 millones de dólares en 2003; ahora no llega a los 1,600 millones de ingresos porque no supo ver que su negocio se agotaba”, cita un extenso reportaje publicado en el periódico español El País y que muestra, como muchas compañías se han visto en la necesidad de transformarse, más que para crecer, para mantenerse a flote.
“La mutación ya no es (solo) territorial, es del propio negocio: vender lo sobrante y entregarse a ensayar el futuro”, dice la nota.
Apple lo hizo a finales de marzo con el anuncio de su incursión en el mundo de la televisión y de las tarjetas de crédito porque no confía en que sus ventas de móviles vayan a sostener la compañía, como lo hizo tiempo atrás de pasar de sus entonces fantásticos ordenadores a sus impresionantes móviles o a sus tabletas.
Y hay más ejemplos, las petroleras abrazan las energías limpias, la banca deja atrás los billetes y explota los servicios en línea y las operadoras telefónicas hasta se atreven a dar préstamos personales u ofrecer transferencias de dinero.
“Recuerdo que en unas Navidades se disparó el uso de los mensajes de texto (SMS). Yo estaba tan contento, pero la alegría me duró solo cuatro años”, contaba el presidente de Telefónica España, José María Álvarez-Pallete. Llegó WhatsApp y los SMS perdieron significado.
Las compañías telefónicas llegaron a ingresar 1,743 millones de euros al año ( unos 1,963 millones de dólares ) en España por aquellos envíos de mensajes que parecen desconocidos para quienes tienen 20 años o menos, y que ahora corren gratis por las aplicaciones que para ellos, han estado ahí desde siempre.
Y Telefónica España lo entendió y sigue viva. Se diversificó y vende desde préstamos personales rápidos (Movistar Money) hasta seguros de autos (Movistar Car).
Muchas de las transformaciones tienen su principio y su fin en el ordenador, pero las computadoras de escritorio parecen ser un viejo amigo arrinconado que nadie enciende ni entiende. Y aunque aun están vigentes los portátiles, lo que domina son las tablets, cada vez más pequeñas, más delgadas, más rápidas y más increíbles.
Al teléfono fijo le costó 75 años alcanzar los 100 millones de usuarios; al móvil, solo 16. En El Salvador, cualquiera que tenga más de treinta años puede recordar que para tener una línea fija en casa, se esperaba más de una década, hoy para contar con un móvil, bastan cinco minutos.
Y el ritmo se acelera. “Muchas compañías se encuentran con que lo que ha sido su negocio principal pierde relevancia cuando el mundo empieza a descansar en lo virtual”, dijo Víctor Molero, profesor en la Universidad Complutense de Madrid.
La gran pregunta: “¿Qué hacer?”
La respuesta- cita El País- está en una palabra de seis sílabas “diversificación” con la promesa de rescatar el dinero y, por supuesto, mantenerse a flote.
Según el reportaje , puede ser una diversificación cercana, de negocios parecidos, de productos a los que añadir más y más capas, o una ruptura con todo lo anterior.
Esa última apuesta más arriesgada solo se la permiten las grandes empresas. La de la mencionada Apple se basa en tres nuevas plataformas de suscripción: contenidos audiovisuales, videojuegos y noticias.
El grupo de la manzana se bate contra Netflix, Hulu o Amazon desde Apple TV, o Google que también dio su sorpresa en marzo al incursionar en el negocio de los videojuegos con Stadia, y Disney que ya completó la compra de Fox para desafiar a las plataformas de cine. Eso ha ocurrido en apenas cuatro semanas.
Los bancos son otro ejemplo: “adiós ladrillo, hola tecnología”, cita la nota. Ahora la banca colecciona start-ups. El Santander, uno de los bancos más fuertes de España, repasa su lista de inversión en empresas nuevas: 200 millones de dólares en 24 compañías, desde la sueca iZettle de TPV móviles, adquirida en 2013, hasta la última, Nivaura, comprada en febrero de 2019 en Londres y que se dedica a automatizar procesos de emisión de valores, como los bonos.
En su cartera también tienen Gridspace, una plataforma que graba, transcribe y entiende cualquier tipo de conversación entre dos o más personas, o AutoFi, que pone en contacto a concesionarios, clientes y financieras para comprar vehículos. Poco que ver con limitarse a prestar dinero y pagar por los depósitos.
En el BBVA, otro banco fuerte en España, ocurre lo mismo. En abril de 2018 apostó 50 millones en Sinovation Ventures, un fondo chino de capital riesgo que realiza inversiones en empresas tecnológicas, en especial en inteligencia artificial.
Pros y contras
El Fondo Monetario Internacional calculó que la edad media de los grandes grupos multinacionales se sitúa entre 40 y 50 años. Casi la mitad de las compañías del Fortune 500 en 1999 había desaparecido en 2010.
La diversificación tiene ventajas, enumera Joaquín Garralda, decano de Ordenación Académica y profesor de Estrategia del IE (Instituto de Emprendimiento español)- y citado también en la nota de El País- “pero también inconvenientes. Creces enseguida, pero tienes que asimilarlo. Un momento muy típico en la diversificación es cuando una gran empresa, con cash flow y sin necesidad de hacer inversiones, piensa qué va a hacer”, dijo el experto.
En ese instante tiene tres opciones: repartir dividendos, comprar acciones propias o diversificarse. Cuando una empresa está muy centrada en un negocio es bueno no poner los huevos en la misma cesta, pero a veces crees que compras una cosa que funciona bien, entras, cambias el equipo directivo y lo arruinas todo.
¿Es bueno o malo arriesgarse? “Hay que verlo desde las ventajas competitivas”, continúa Garralda. “Yo puedo ir a otros mercados utilizando lo que sé hacer. Por ejemplo, cuando una empresa tiene una buena cadena logística. Puede vender jugos y además llevar en sus camiones agua embotellada; eso hace que compartas recursos, almacenes… y añada valor”.
La diversificación donde la compañía comparte recursos (por ejemplo, la marca, la tecnología o los canales de distribución) “puede llevar a niveles más altos de rendimiento”. Aunque niveles muy altos de diversificación, dicen, no dan necesariamente una mayor rentabilidad.
Paralelamente a esta necesidad de cambiar de piel hay otras fuerzas de mercado que juegan a favor de que las empresas vendan parte de sus negocios.
El Massachusetts Institute of Technology (MIT) sigue la ola de rupturas corporativas en la industria. Como ocurre con la división de las células en el cuerpo humano, sus investigaciones exponen que en los últimos años cientos de empresas se han entregado a las separaciones, para bien o para mal. Una decisión empresarial no siempre puede traer resultados exitosos. Dividirse, multiplicarse o diversificarse siempre será una decisión de riesgo, pero vale la pena correrlo, si de lo que se trata es de sobrevivir.