El sacerdote Walter Vásquez era originario del cantón Las Ventas, el mismo lugar donde el 29 de marzo del año pasado fue asesinado.
Por su cercanía, el padre Walter se movía entre los caseríos El Palón, Las Lajas y San Isidro, lugares que según los residentes se mantenían en una relativa calma, pero luego de la muerte violenta del religioso se incrementaron los homicidios.
De no registrar homicidios, en el último año se han perpetrado al menos un caso cada dos o tres meses, lo que ha creado cierta tensión en los pobladores.

Entre las víctimas, los habitantes identifican algunos casos como el de un policía, el hermano de un sacerdote, un mototaxista y un compatriota que residía en el extranjero y llegó de visita a la zona, solo a encontrar la muerte.
La mayoría de estos hechos son atribuidos a las pandillas que se movilizan en la periferia del municipio de Lolotique.
Con la Policía se intentó conocer la versión sobre los hechos violentos de los últimos meses, pero los agentes del puesto policial se negaron a ofrecer información, aduciendo que no estaban autorizados.
Algunos residentes afirman que las víctimas fueron asesinadas por negarse a ser extorsionadas; por su situación económica, las víctimas no han satisfecho la exigencia de las maras y en consecuencia fueron atacados a balazos.
Anderson Macario, de 16 años murió a balazos en cantón El Jícaro, el 21 de septiembre, las autoridades han manifestado que el hecho fue por violencia entre pandillas.
El 31 de octubre, hombres armados ultimaron a Daniel Alexander, de 17 años, ante la presencia de sus padres en caserío Las Lajas. Meses después, también un miembro de la comunidad LGTBI fue asesinado en Lolotique.