La joven salvadoreña Pamela Michelle Burgos se comunicó por última vez con su madre durante la mañana del sábado 12 de enero. Ese mismo día fue vista en un lugar conocido como Mercado 24, en la Zona 4 de la Ciudad de Guatemala. Lo que sucedió con ella entre la tarde de ese sábado y el lunes siguiente continúa siendo un misterio.
Cuando la madre de Pamela intentó comunicarse con su hija, la mañana de aquel lunes, el teléfono celular ya se encontraba apagado. Desesperada, se puso en contacto con amigos y conocidos de la joven sin obtener respuesta alguna sobre su paradero. A petición de la angustiada mujer, el miércoles 16, una persona cercana a su hija visitó el edificio de departamentos en donde la estudiante de gastronomía residía, en la Zona 1 de la ciudad.
La desesperación por no conocer el paradero de Pamela Burgos, ha llevado a la madre de la joven salvadoreña a intentar esclarecer lo sucedido por sus propios medios. Ella revela a El Diario de Hoy nuevos detalles de las horas posteriores al día en que se vio a la estudiante por última vez.
El temor de la madre de Pamela era que su hija se encontrara enferma o hasta inconsciente sin que nadie se hubiese dado cuenta. Sin embargo, nadie respondió a la puerta, luego de varios minutos de insistencia. El departamento se encontraba bajo llave. La mujer relata que una de las ventanas del apartamento se encontraba abierta: la que daba a la habitación en donde la joven dormía. Por su tamaño, solo fue posible introducir por ahí un teléfono celular para tomar una fotografía del espacio.
En la imagen se observa la cama de Pamela y algunos objetos personales, entre ellos una cartera de color negro cerrada. Esa misma tarde, la madre de la joven salvadoreña recibió la fotografía en su teléfono celular y ese fue el detonante que la llevó a viajar a Guatemala para interponer una denuncia por su repentina e inexplicable desaparición. Llegó a la ciudad el viernes 18.

Luego de realizar la denuncia en la división de delitos contra la mujer, del Ministerio Público guatemalteco, la madre de Pamela contrató a un cerrajero para que la acompañara al departamento de su hija. Consiguió entrar y tras un vistazo al lugar, que no es mayor a cinco por seis metros, notó algo diferente. Consultó la imagen que había recibido dos días atrás y corroboró que la cartera de color negro no estaba en el mismo sitio y además había sido abierta.
El bolso, entonces, se ubicaba sobre un mueble de madera en otro punto de la habitación. Junto a él había una tarjeta de débito y la chequera bancaria de Pamela. También estaba el pasaporte de la joven salvadoreña y, de sus documentos personales, no se localizó su Documento Único de Identidad (DUI).
La familia de la joven cuestionó al portero del edificio sobre si alguien había ingresado al departamento entre la mañana del miércoles 16 y la mañana del viernes 18. Él negó haber visto a alguien. Solicitaron entonces las grabaciones de seguridad del sistema de vigilancia del complejo habitacional.
Les entregaron las de los días anteriores, en donde se observa a Pamela dejar su departamento, salir a la calle y caminar sobre la acera mientras escribía en su teléfono celular. Les negaron las cintas grabadas entre el 16 y el 18 de enero, con las que se pudiera corroborar si alguien ingresó a la habitación.
Poco interés en investigar
Todos esos detalles fueron narrados por la madre de Pamela y constan en los informes y declaraciones recabados por las autoridades policiales y del Ministerio Público de Guatemala. La madre de la joven lo confirma. Sin embargo, a su juicio, existe poco o nulo interés en investigar lo que sucedió con su hija o su paradero, a pesar de los varios hechos confusos en el caso.
Po su parte, el Ministerio Público de Guatemala no proporcionó mayor información, más allá de la existencia de la denuncia. En días anteriores, se supo que el caso pasó de la división de delitos contra la mujer a una relacionada a agresiones sexuales y se nombró a una fiscal para que investigara los hechos. El último avance del que conoció la madre de Pamela es que el caso regresó a la división de delitos contra la mujer. Se desconocen las razones.
Lo cierto es que, a casi tres meses de la extraña desaparición de la joven estudiante salvadoreña, las autoridades guatemaltecas poco han comunicado sobre las pesquisas para esclarecer lo que sucedió durante el fin de semana en que Pamela desapareció.
Su madre ha viajado en varias ocasiones al país vecino para entrevistarse con autoridades del consulado salvadoreño y esta relación le ha permitido ver las imágenes de las cámaras de seguridad y hasta conseguir una gira por medios locales para difundir la fotografía de Pamela. Tampoco ese esfuerzo ha rendido frutos.
Sin embargo, y ante el aparente desinterés de las autoridades, la familia de la joven estudiante ha decidido tomar acciones por su propia cuenta y consideran la posibilidad de contratar a un investigador privado que viaje a Guatemala a sumarse a los esfuerzos de búsqueda que ya realizan amigos y fundaciones.
Ellos no cuentan con los recursos suficientes para costear todos los gastos que requiere la logística detrás de dichos esfuerzos. Por ello, han organizado un concierto para reunir fondos y lo han llamado “Traigamos a Pamela”, que se llevará a cabo el próximo 14 de abril en el restaurante Calamaris, de la Colonia La Mascota, en San Salvador.

Las horas previas a la desaparición
El sábado 12 de enero fue la última vez que alguien consiguió comunicarse con Pamela, ese mismo día, la joven salvadoreña fue vista por última vez caminando por las calles de la Ciudad de Guatemala. Asistió a una cita con un amigo en un restaurante local, muy cerca de la escuela en donde estudiaba la carrera de gastronomía, en la Zona 4 de la ciudad.
La familia relata que intentaron comunicarse con ella a la mañana siguiente, el domingo 13 de enero, pues les pareció extraño que no hubiese contestado en toda la noche y que dejara de hablar sin despedirse. Fue entonces que notaron que los mensajes de texto y audio se enviaban, pero ella ya no los recibía ni escuchaba.
En un primer momento, pensaron que se debía a un problema con la redes telefónicas, situación que ya se había presentado antes, pero al cabo de unas horas comenzaron a notar que lo que ocurría ya no era normal. Fue hasta la mañana del lunes 14 que, preocupados, decidieron llamar a su teléfono celular. El aparato ya se encontraba apagado y las llamadas eran dirigidas al buzón de voz.
Entonces, se pusieron en contacto con amigos cercanos a la joven en Guatemala, pero nadie consiguió dar referencia sobre ella o su paradero. Los amigos visitaron el lugar de trabajo de la joven, en donde les informaron que no se presentaba a su puesto desde el sábado anterior. Ella debía acudir nuevamente el martes, pero tampoco asistió. Ante esta situación, la madre de Pamela viajó a Guatemala para reportar la desaparición a las autoridades.