Mariana era una niña que no practicaba deportes. Su vida transcurría entre el estudio y la lectura. Apasionada por devorar libros, se la pasaba en su casa con las historias sin fin de las letras en Estados Unidos.
Por diversas circunstancias de la vida, la familia se mudó a El Salvador, de donde es su padre (su madre es de nacionalidad estadounidense), y ya instalada comenzó la búsqueda para que recibiera clases.
En 2015, comenzó a montar con Bernardo López, su entrenador actual, y su vida dio un giro completo. Poco a poco fue aprendiendo las técnicas, el equilibro. “No me imaginaba montando, llegué al deporte más por el amor a los caballos, no practiqué ningún deporte antes, sólo pasaba leyendo”, confiesa.
De a poco, superó los nervios y, después de sus primeros saltos, se animó a pedirle a sus padres que la clase de una vez por la semana se convirtiera en 2 visitas a las pistas, luego en 3, y ahora entrena 4 veces.
Comenzó por la categoría de 0.50, pasó por la de 0.70 y ahora está en 0.80, en la que ya ha comenzado a destacar. “Después del primer salto, me dije ‘qué chivo esto, quiero hacerlo más’, y aunque estuve nerviosa, luego comencé a confiar’”, cuenta.