Ya han pasado cuatro meses de la dolorosa e inesperada derrota de la Selecta ante Bermuda. Desde aquel partido hasta hoy, solo importó un juego, el del próximo sábado en el estadio Cuscatlán. El rival es Jamaica, a priori, el más complicado de los cuatro que le tocaron en suerte a El Salvador en esta clasificación de la nueva Liga de Naciones.
Ya virtualmente eliminado de la Liga A, las expectativas de la Selecta pasan por clasificar a la Copa Oro, un torneo al que no falta desde hace 14 años, cuando se quedó afuera en 2005 bajo el mando del argentino Carlos Cavagnaro. Eran otras épocas y otra clasificación, en el grupo de 3 estaban Costa Rica y Panamá junto a El Salvador por un lugar en la Copa de aquel 2005.
Hoy, los rivales ‘eran’ accesibles. Monserrat, Barbados y Bermuda aparecían muy por debajo de la Selecta tanto en recursos, infraestructura, profesionalismo y hasta en el siempre discutido ranking FIFA. El único rival de fuste era, justamente, Jamaica.
Pero la realidad no fue la esperada y hoy El Salvador debe ganarle, como mínimo, a los “Reggae Boyz” para tener chances de clasificar a la Copa Oro. Y ni siquiera eso le garantiza jugar el torneo que siempre se hace -injustamente- en tierras norteamericanas. Siempre dependerá de otros resultados para meterse entre los 10 que se llevan el boleto.
Esta vez los amistosos le dieron un plus a la Selecta. El de Haití mostró el rechazo de la gente en el Cusca y el de Guatemala fue una inyección anímica de cara al sábado. El equipo funcionó bien y le ganó con autoridad a los chapines. Así cambió el humor de la afición (con el siempre discutible termómetro de las redes sociales).
Al equipo se suman los legionarios, sobre todo Nelson Bonilla y Darwin Cerén, ya que el mejor jugador salvadoreño del momento (Denis Pineda) no podrá jugar por lesión. Así está la Selecta, a la espera de un triunfo y una esperanza. Se puede.