Fuego y Sangre

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Adelina Santos tiene 27 años y llegó con apenas 18 años a la Ciudad de México desde uno de los más pobres y rezagados pueblos del país. Foto EDH/ EFE

Por Daniel Olmedo

2019-02-20 9:28:14

Fuego y Sangre es el más reciente libro de George R.R. Martin. Se desarrolla en el mundo de su saga literaria Canción de Hielo y Fuego; historia que HBO llevó a las pantallas bajo el título Juego de Tronos.

El libro cuenta la historia de la dinastía de los Targaryen. Comienza tres siglos antes del inicio de Juego de Tronos, cuando Aegon el Conquistador llegó a Poniente con sus dos hermanas-esposas y sus dragones, y termina en el reinado de Aegon III.

El estilo de Fuego y Sangre es distinto del de Canción de Hielo y Fuego. En la saga cada capítulo es narrado en primera persona por un personaje distinto. En Fuego y Sangre todo nos lo cuenta Gyldayn, un archimaestre de la ciudadela de Antigua.

Otra diferencia es que Canción de Hielo y Fuego se cocina a fuego lento. Eso es parte del encanto narrativo de Martin (por cierto, fue la prisa narrativa lo que arruinó la séptima temporada de la serie televisiva). En Fuego y Sangre se cuenta en un libro de ochocientas sesenta y ocho páginas lo que ocurrió en ciento cincuenta años.

Pero lo que une a esta obra con las cinco que (hasta ahora) componen Canción de Hielo y Fuego es la precisa descripción del poder.

Juego de Tronos es el título del primer volumen de la saga literaria Canción de Hielo y Fuego. Y ese concepto (el del juego de tronos) se cita en los distintos libros de la saga. El Juego es la dinámica de buscar el poder e intentar retenerlo. Es la política.

Por eso encontramos tantas traiciones, villanos y héroes caídos. La cabeza de Ned Stark rodando en el primer libro (y primera temporada de la serie) nos marcaría la pauta de que aquí los buenos (si es que existen) no siempre ganan.

Todos quieren sentarse en el Trono de Hierro. Y nadie (ni la tan querida de los televidentes, Daenerys) quiere hacerlo para procurar el bien de los súbditos de poniente. Buscan el poder por el poder.

El Trono de Hierro fue construido por Aegon el Conquistador con las espadas de las tropas que venció al conquistar Poniente. El archimaestre Gyladyn nos cuenta: “El Trono de Hierro se forjó a base de fuego, acero y espanto; así se cuenta. Pero, una vez templado, se convirtió en la sede de la justicia de todo Poniente”.

El Trono de Hierro que aparece en la serie televisiva es un sillón de sala familiar. El literario es un amasijo inmenso de espadas afiladas. Es una perfecta analogía del poder. Le seduce a sentarse en él, pero con esa misma intensidad puede acabar con usted cuando le plazca. El poder es tan efímero y traicionero, nos intenta advertir Martin.

Un día encontraron al rey Maegor el Cruel sentado en el trono. Tenía las muñecas abiertas, y una de las espadas del trono le atravesaba el cuello.

Años después Rhaenyra, la primera mujer que ocupó el Trono de Hierro, sufriría a menudo profundos cortes con las hojas de las espadas que componían la estructura. Algunos decían que el trono siempre la rechazó. El poder que tanto buscó terminó consumiéndola en las llamas del dragón de su medio hermano, Aegon II.

El motivo de la obra de Martin gravita en describir cómo el poder seduce y destruye. Y lo que hace apasionante su obra es que no hay nada de ficción en ello. Si no me cree, vea cómo hoy el poder devora a varios expresidentes latinoamericanos que hace apenas unos años se regodeaban en él. Entre ellos destacan tres de los nuestros… por el momento.

Abogado
@dolmedosanchez