El mundo del running se ha popularizado y mientras explotan los beneficios de la actividad física, los corredores también están motivando la dinámica económica para sectores como el comercio, transporte y turismo, las actividades recreativas y hasta los emprendimientos.
Aunque el porcentaje de tiempo de entrenamiento y el dinero que cada runner destina en ropa y accesorios depende de si es un “purista”, novato, loco por las compras u otro más profesional, cualquiera que sea la razón de correr, deben invertir en este deporte: desde los que corren con cualquier implemento hasta aquellos que llegan a invertir más de $1,500 cada año en equipo, dispositivos y entrenamientos.
Saben que no es estrictamente necesario comprar, pero algunos consideran que los accesorios son una inversión importante si el objetivo es mejorar las marcas y el rendimiento como corredor.
Lo básico es un buen par de zapatillas. Pueden costar hasta $200 pero siendo creativos y “rebuscándose”, los encuentran hasta por $40. Todo depende de la marca y el detalle que se busque, por ejemplo si es para correr en asfalto, en una pista o en montaña. Las zapatillas tienen un ciclo de vida de alrededor de 600 kilómetros, por lo que es dependiendo de la intensidad de entrenamiento, es casi seguro que se necesite al menos un par nuevo de ellas cada año.
De distancia recorrida pueden tener las carreras de montaña. La inscripción en este tipo de competencias también es más cara.
La ropa también forma parte del kit que todo corredor promedio tiene en su armario. Ya que el algodón se vuelve pesado al absorber el sudor, los runners usan ropa de materiales sintéticos. Las ideales son las prendas de poliéster o hechas con tecnología de secado rápido. Camisetas, shorts y mallas pueden costar, según marca, estilo y talla, nuevas o de segunda mano, entre $5 y $30 cada una.
También hay otros implementos que ayudan a mejorar el rendimiento: por ejemplo, calcetines especiales con almohadilla que previenen ampollas y absorben mejor el sudor; los compresores (para piernas, torso, brazos, pies, etc. ) que mejoran el entorno venoso y estimulan el riego sanguíneo y que además hacen que los músculos tarden más en hinchar y desgastarse; y los dispositivos electrónicos como pulsómetros o navegadores GPS (siendo Garmin la marca más reconocida) para controlar tiempos, ubicación y detalles de cada sesión.
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Por otro lado, hay accesorios que ofrecen mayor comodidad para correr. Entre ellos, los cinturones y guantes que facilitan llevar botellas; las cangureras y porta celulares, mangas para cubrirse los brazos por el sol; gorras, viseras y bandas absorbentes; lentes y hasta audífonos impermeables y magnéticos con agarres ergonómicos que evitan que se caigan con el movimiento.
También existen algunos corredores “minimalistas” que lo hacen descalzos, o casi.
“Obviamente se necesita realizar alguna inversión. Sin embargo, hablamos de una práctica deportiva de las más accesibles para toda la población, pues el equipo de rigor son un buen par de zapatillas, pantaloncillos cortos y una camiseta con buena transpiración. Los demás son gadgets prescindibles”, reconoció César Ruiz, un aficionado que corre desde los 14 años.
Un gasto presupuestado
“Cuando uno empieza a correr quiere hacer eso, correr. Yo iba todos los domingos a una carrera. Si valía $10 cada una, gastaba como $40 al mes solo en la carrera. Aparte de la alimentación, el transporte, los zapatos, etc.”, dijo Manuel Mendoza, que corre de forma profesional.
El corredor destacó que en su primer año, sin ninguna experiencia ni conocimiento sobre técnicas, los zapatos le duraban tres meses en promedio. Así, a cuenta gotas y sin casi darse cuenta, su gasto anual como runner novato superaba los mil dólares.
Si quieren “todo el equipo” como relojes con GPS, rodilleras, camelbacks, compresores, cintas kinesiológicas, cintas fluorescentes o lumínicas, el presupuesto pueden rondar entre $400 y $500.
Sólo en inscripciones para eventos, Ruiz reconoció que gasta mínimo $150 anuales.
Liza de Cuchillas es una arquitecta de 33 años que por invitación de un amigo se incorporó al grupo de los “Night Runners” allá por el 2011.
“Estábamos en una dieta estricta para bajar de peso y nos gusto comenzar. Inscribirnos en carreras nos motivó a ir mejorando. En 2014 comenzamos en triatlón y hasta la fecha ¡seguimos!”, dijo la joven madre.
De entrada, Cuchillas reconoció que nunca había calculado cuánto gasta en ser runner. Tras una breve reflexión estimó que su inversión por ser runner no es menos de $500 cada año; y como corre junto a su esposo, y poco a poco ha incorporado a su hijo mayor, este es un gasto que ya es parte del presupuesto familiar.
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Gabriel Recinos lleva una década corriendo pero no fue sino hasta hace tres que comenzó a hacerlo “de forma ordenada”. De ser ocasional, cuando corría como escape de los dolores de cabeza y el estrés, ahora entrena y es parte de uno de los tantos grupos organizados de manera oficial que buscan “llegar a podio”; es decir, hacerse de alguno de los primeros lugares en las competencias.
“Un runner es cualquiera que va a correr; o sea, se puede hacer en cualquier lado. Si es por hobby sale barato porque puede usar cualquier zapato, si es más profesional tiene que gastar hasta en médico”, señaló Recinos.
Y es que, para evitar lesiones, sobrecargas o contracturas antes o después de largas distancias o con muchos kilómetros recorridos durante entrenamientos, los runners también deben desembolsar dinero, por lo menos, en masajes de descarga muscular.
Según los expertos, este tipo de terapia manual, profunda e intensa se basa en la combinación de movimientos controlados de fricción y compresión sobre los músculos a fin de rebajar el exceso de rigidez. La mejora de los procesos de reparación de los microtraumatismos originados en las fibras musculares después de hacer ejercicio, la regulación de la temperatura y oxigenación de los músculos y la mejora del entorno venoso, son algunos otros beneficios de estos masajes.
Dependiendo del tono muscular del corredor, la duración del masaje oscila entre 50 y 60 minutos y puede costar alrededor de $15 por sesión. Puede incluir crioterapia (hielo) o hidroterapia (combinando agua fría y caliente).
Otra importante porción del gasto del runner está en el llamado entrenamiento invisible, el que va más allá de las zapatillas y dispositivos de última generación.
Este entrenamiento, explicó Mendoza, incluye una dieta o programa de alimentación adecuado (y de ser posible, personalizado), hidratación correcta, tiempo de descanso, rutina de entrenamiento semanal, higiene y hasta manejo del estado psicológico, todo determinado idealmente con la ayuda de un profesional.
Es la inversión que puede promediar un corredor que participa regularmente en carreras y compra zapatos, ropa y accesorios.
Sea cual sea el motivo, la industria de los runners avanza a paso seguro y por ello los corredores señalan que impera la necesidad de abrir más espacios para practicar, seguros e iluminados para que quienes trabajan puedan entrenar de noche sin ningún inconveniente y, también, lograr un mayor respeto de los conductores.
Eventos para corredores los hay en una amplia variedad durante el año: Carreras benéficas para recolectar fondos para una causa específica; carreras en calle, en montaña, internacionales, etc.
Usualmente, y como mínimo, un kit de carrera comercial incluye una camisa, un número de identificación, productos promocionales de los patrocinadores, una medalla (no importa el lugar en que llegue) e hidratación ilimitada. Los precios por participación dependen de las rutas, las distancias, sus organizadores y si la carrera es urbana o en montaña.
Hay carreras en ciudad que cuestan desde $10 o $12 por persona inscrita, y otras de montaña como la Ultra Trail Comasagua que en 2018 costó $60 en la distancia de 70 kilómetros.
Algunas otras pueden llegar a valer hasta $80 en las distancias más largas y, como son físicamente más exigentes para participar son obligatorios algunos implementos como las mochilas de hidratación (que pueden valer desde $40) y localizadores. Otros equipos son recomendables como las lámparas de frente, los bastones de marcha para terrenos irregulares (que cuestan desde $60-$70) y los alimentos calóricos especiales (desde guineos hasta chicles y geles energéticas especiales que pueden costar $2.50 cada shot).
Solo cuando logran que una empresa u organización los patrocine, o cuando ganan carreras con premios en efectivo, los runners pueden ahorrarse algunos de los gastos.
De hecho, según Gabriel Recinos, algunos corredores que son parte de una federación de atletas ya participan en las carreras de calle porque saben que ganarán y el premio (que puede ser de $100 o $200) les servirá para comprar sus implementos.