La ganadería irresponsable está dañando los manglares en la Barra de Santiago

Se ha perdido casi un kilómetro de manglares por el pastoreo de ganado sin control en la zona, según informe.

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San Salvador.- 24112018.- Fiaes reforestÛ parte de la barra de Santiago y otros esteros de la zona, porque les es preocupante como se esta perdiendo el mangle. Foto edh por Mauricio C·ceres

Por Evelia Hernández

2018-12-29 8:19:10

La actividad ganadera que un sector de la población realiza sin ningún control está afectando los manglares en la zona de la Barra de Santiago, en Ahuachapán. En 28 años, se han perdido cerca de 90 hectáreas de bosque de mangle en esa localidad.

Así lo ha determinado el Estudio Socioambiental en la Comunidad y Manglar de Las Salinas, Área de Conservación Imposible-Barra de Santiago, desarrollado en mayo 2017-2018 por el Fondo de las Iniciativas para las Américas (FIAES) y la Asociación de Desarrollo Comunal de Mujeres de la Barra de Santiago (AMBAS).

Las zonas que están en deterioro son varias. Al juntarlas, equivaldrían a un terreno de casi un kilómetro cuadrado.

Según el estudio sociambiental de mayo de 2018, entre las principales afectaciones que han provocado la sequía de tan importante ecosistema está la tala del bosque y la utilización del área para pastoreo y agricultura convencional.

El informe señala que “la hipersalinización (lo que también contribuye a la muerte del mangle) se hace por la falta de agua dulce para diluir la concentración del agua de mar. Durante la época seca, esta zona solo es bañada por agua de mar, los afluentes de agua dulce (El Chino y Cara sucia), son intervenidos por el ser humano desviando el agua hacia sus cultivos o ganado dejando poco o nada para el manglar”, reza el texto del estudio.

Además, de acuerdo con la investigación del sitio ecosistema de manglar y sitio Ramsar de Barra de Santiago, sector las Salinas Norte, la reserva natural presentaba en 1999 una cobertura boscosa estimada de 535 hectáreas.

Hasta mayo de 2018, se estima una pérdida del 15.57% de la cobertura boscosa, un aproximado de 83.31 hectáreas en los contornos del manglar que, junto a otros sitios que se han ido deteriorando, alcanza las 90 hectáreas. Esto, según el documento, evidencia una sobreexplotación que se ejerce sobre el sitio.

Para el experto mexicano Omar Trujillo, la zona de El Chino es un ecosistema que está en proceso de degradación crónica, porque “tiene varios años que está perturbado y tiene impactos agudos; pero si esto sigue, el ecosistema va al declive y va al colapso y después no va a haber ni para las vacas ni para las personas, ni pesca ni nada”.

Según el ambientalista, las vacas están compactando el terreno y se comen las semillas del mangle negro, lo que impide que se dé una regeneración natural.

“Es totalmente restaurable, con la perturbación de las vacas no puede haber compatibilidad con la conservación del manglar, y no solo aquí, en toda América Latina: la ganadería (descontrolada) es uno de los principales factores que está destruyendo los manglares”, indicó el experto.

Actualmente, las Salinas es un manglar en deterioro que mantiene una salinidad de 60%, pero que aún puede ser restaurado, explicó el técnico Trujillo, de la asociación ReverdeSer.

Según el especialista, los manglares pueden ser restaurados si mantienen del 60% al 90% de salinidad, en el caso de los manglares costeros, y de entre 23% y 35% cuando se trata de un manglar de agua dulce.

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Formas de sobrevivencia

Consuelo Tobar vive desde hace 13 años a tan solo 25 metros del manglar conocido como las Salinas, en la zona de El Chino, en el municipio de Cara Sucia, de Ahuachapán. Ella reconoce que en 10 años la zona ha sido deteriorada debido a la ganadería sin el cuidado debido.

Pero esa es una de las formas de sobrevivencia de algunas familias en la zona. La familia de Consuelo, que está compuesta por cinco miembros, también se alimenta del pescado que logra obtener en la zona de la Barra de Santiago, un sitio considerado dentro de la Convención sobre los Humedales, o convenio Ramsar.

Los peces, camarones, cangrejos y leña son parte de la alimentación y el sustento económico que obtienen los hogares que viven en la zona cercana al manglar.

En la zona de El Chino, la mayoría de las viviendas está construida de varillas de mangle y lámina; pocas son de cemento. Según Consuelo, no tienen dinero para comprar mejores materiales para su casa.

Tobar comentó que, a pesar de los esfuerzos hechos por la comunidad para reforestar el lugar con campañas de siembra de árboles, no han logrado los efectos esperados, debido a que el ganado que llega a la zona se alimentó de la plantación joven.

“El mangle él sólo se reproduce. Hace un tiempo reforestaron la zona, pero las vacas se lo comieron”, explicó la mujer.

Para Sonia Ayala Rodríguez, habitante del caserío El Chino, es importante poder restaurar y aprender a proteger la zona del mangle. “Bastante tiempo esto se ha visto desolado, se ha perdido el mangle y, si hay una oportunidad de poderlo restaurar, sería bienvenido, porque este es el pulmón de nosotros como habitantes, protección para mantener el pescado, camarón, conchas, cangrejos y, si con el tiempo esto se va perdiendo, la vida de nosotros también se va a perder”, enfatizó la líder comunal.

En la zona residen 115 familias que son afectadas por el deterioro del humedal.

Para el experto Trujillo, en 12 años es posible la recuperación de un manglar, aunque de manera natural podría tardar de 50 a 60 años.

Los manglares en El Salvador se distribuyen de forma discontinua a lo largo de sus 307 kilómetros de litoral y, en estos, pueden influir las características climáticas.

Las principales coberturas boscosas en el país están en la Bahía de Jiquilisco, La Unión, Estero de Jaltepeque y Barra de Santiago. Entre todos se considera que hay cerca de 40,000 hectáreas de bosque salado, compuestas por seis especies de mangle.

Entre los principales beneficios que trae este bosque se destaca que el suelo del manglar tienen la capacidad de captar 1,513.86 toneladas por hectáreas de dióxido de carbono, que son los gases que influyen en el cambio climático.

Los manglares también ofrecen fuentes de trabajo en un ecosistema que, a juicio de Trujillo, no está siendo aprovechado en el país. “Un recurso que no se usa, es un recurso que no se valora”, indicó.

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Para este especialista, el bosque del mangle tiene mucha importancia social y económica. En el primer caso, porque se trata de un ecosistema que protege los territorios ante huracanes y, en el segundo, porque se ha valorado que una hectárea de manglar conservado tiene un valor por año de $35,000, aseguró.

Por ese motivo, manifestó que es importante que tanto el Gobierno como la empresa privada inviertan en la reconstrucción del bosque salado. “Recuperarlo es totalmente rentable, es el mejor negocio que los Gobiernos y empresas, incluso los cañeros, pudieran hacer para proteger a la gente de su propia infraestructura, porque finalmente cuando vienen esos fenómenos atrás del manglar están todos los cultivos, están los puentes, y si no hay manglares el costo de recuperar eso va a ser tan alto que es mejor invertir en infraestructura verde y, finalmente, la importancia ecológica”, sostuvo Trujillo.

Ante esto, cerca de 40 personas, entre técnicos, guardarrecursos y líderes comunales fueron capacitados a través de un intercambio internacional de restauración de manglares, a iniciativa del FIAES y el Ministerio de Medio Ambiente (MARN), entre otros.

San Salvador.- 24112018.- Fiaes reforesta parte de la barra de Santiago y otros esteros de la zona.
Foto edh por Mauricio Cáceres