Durante muchas décadas y gracias a la producción tabacalera, Suchitoto fue un punto importante en el camino real de San Salvador hacia varios puntos de Honduras. La bonanza económica afloraba en forma de tiendas, portales, el templo republicano de Santa Lucía, el consultorio del Dr. Gregorio Ávalos —primer médico nacional—, bancos, escuelas, bufetes, correos, telégrafos, diligencias y más.
Allí nació Juan E. Coto, el 8 de enero de 1900, como hijo de la señora Jesús Coto. Casi nada se sabe de su infancia. Escribiente del juzgado local, redactaba versos en los márgenes y espacios no usados de los expedientes judiciales.
Sin concluir sus estudios secundarios, en 1917 se trasladó a San Salvador y trabajó en Diario del Salvador. Asentado después en Santa Ana, solía dar paseos vespertinos con los jóvenes poetas y bohemios José Valdés, Gilberto González y Contreras, Juan Vásquez Mejía, Bernardino Eduardo Zamora, Manuel Farfán Castro y Carlos Rodríguez Torres.
Oriundo de San Salvador, se marchó del país a los 19 años de edad y jamás regresó. Considerado el primer pintor salvadoreño, su obra plástica fue exhibida en fechas recientes en el Museo de Arte de El Salvador (MARTE).
En 1920, se radicó en las ciudades de Guatemala y México. Para entonces, ya firmaba como Juan Cotto. Allá hizo amistad con José Santos Chocano, José Vasconcelos, Antonio Caso, Carlos Pellicer, Mauricio Magdaleno, Félix Fulgencio Palaviccini, Adolfo de la Huerta, Jaime Torres Bodet, Waldo Frank, Ramón del Valle-Inclán, etc.
“Honrado, útil y de costumbres puras”, vivía en una “gran pobreza”, aunque con aires de “vida de gran señor” bajo el mecenazgo de algunas importantes personalidades del quehacer social y cultural de la nación mexicana. Trabajó de forma temporal en la Secretaría Mexicana de Instrucción Pública y fue colaborador del diario católico El tiempo (1928-1933), de El universal y de las revistas México moderno y Ulises.