El papa Francisco almuerza con 1,500 indigentes y pide escuchar el grito de los pobres
Esta iniciativa convirtió la enorme sala de las audiencias papales en un inusual comedor social, con mesas circulares, alrededor de una central oval donde se sentó el pontífice.
El papa Francisco exhortó hoy a escuchar el grito de los pobres sofocado por “el estruendo de unos pocos ricos” en una misa celebrada en San Pedro y después almorzó en el aula Pablo VI con 1,500 indigentes a quienes regaló una jornada especial.
El pontífice argentino aseguró que la atención a los pobres no puede ser “la moda de un pontificado”, pero en estos cinco años Francisco se ha volcado en atender a los más desfavorecidos.
El año pasado Francisco instituyó la Jornada Mundial de los Pobres para la Iglesia católica y en su segunda edición, el Papa celebró de nuevo una misa en la basílica de San Pedro, donde en las primeras filas se sentaron 6,000 sin techo, indigentes e inmigrantes.
En su homilía, Francisco afirmó que el grito de los pobres es “cada día más fuerte, pero sofocado por el estruendo de unos pocos ricos, que son cada vez menos pero más ricos”.
En la homilía, el pontífice afirmó que es fundamental no centrarse solo en lo externo, que acaba desapareciendo.
Sacudió las conciencias al recordar la imagen de “los pocos epulones que banquetean con lo que en justicia corresponde a todos” porque, destacó el pontífice, “la injusticia es la raíz perversa de la pobreza”.
El pontífice recordó “el grito de los ancianos descartados y abandonados” y el de los inmigrantes, “quienes deben huir, dejando la casa y la tierra sin la certeza de un lugar de llegada” o “de poblaciones enteras, privadas también de los enormes recursos naturales de que disponen”.
A los fieles les dijo que es Dios quien pide que “lo reconozcamos en el que tiene hambre y sed, en el extranjero y despojado de su dignidad, en el enfermo y el encarcelado”. E insistió en que “el cristiano no puede estar con los brazos cruzados, indiferente, fatalista” ante el sufrimiento del prójimo.